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lunes, septiembre 01, 2014

Dominicana: Hombres ganan más que mujeres con igual capacidad

Mercedes Alonso Romero

(SEMlac).- El desempleo en mujeres jóvenes triplica la tasa nacional en República Dominicana, donde una muchacha entre 15 y 24 años tiene el triple de probabilidades de no hallar empleo, ante un hombre en iguales condiciones.

Así lo refirió la vicepresidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández, el 28 de agosto, durante una conferencia magistral dictada en el "Foro de Diversidad", organizado por la empresa Philip Morris Dominicana, en Santiago de los Caballeros, segunda ciudad en importancia del país.

"El momento de la igualdad entre hombres y mujeres es ahora; el momento de poner fin a la violencia de género es ahora; el momento de crear mayores y mejores oportunidades para la mujer es ahora", afirmó Cedeño, cuyas palabras fueron reproducidas por destacados medios de prensa, como el vespertino El Nacional.

La Vicepresidenta del país precisó que si un hombre y una mujer ocupan un mismo puesto laboral, con similares capacidades, él gana 27 por ciento más que ella.

De igual forma, de 10 puestos de trabajo existentes, hay seis que están ocupados por hombres.

Cedeño resaltó que la mayor parte de las mujeres con una ocupación están en el sector informal, lo que les impide tener seguridad social y beneficios laborales.

Los medios destacaron su llamado a las empresas a apoyar el desarrollo femenino con oportunidades, "porque su inserción laboral y acceso equitativo es impostergable", subrayó Cedeño y de inmediato destacó el ejemplo de Philip Morris en su propósito de invertir en la mujer.

La gerente general de esa empresa en República Dominicana, Liliana Cabeza, se refirió al reto de transición que enfrentan muchas empleadas allí, "una necesidad inherente de balancear su rol de madre, esposa y ejecutiva", abundó.

"Este encuentro lo desarrollamos con el fin de destacar ejemplos de mujeres de éxito ante importantes retos profesionales", observó la directiva.

Brecha y paradojas

Los perjuicios salariales de mujeres con respecto a los hombres marcan profundas desigualdades en el mundo del trabajo en República Dominicana.

La Tasa Global de Participación (TGP), o lo que es igual, la relación porcentual entre la población económicamente activa y la que está en edad laboral, es de 69,8 por ciento para el sexo masculino y de 44,9 para el femenino, según datos de la última Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar), 2013.

Levantada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) y publicada por el periódico Listín Diario, el pasado 16 de junio, la pesquisa indica mayor brecha de género en la zona rural, con 72 por ciento para los hombres y 37,4 para las mujeres. En la zona urbana, 68,9 por ciento corresponde a hombres y 47,3 las mujeres.

El Banco Mundial publicó el pasado 13 de marzo un estudio que reprodujeron los medios digitales DominicanosHoy y Acento.Com, en el cual expone que la economía dominicana creció el año pasado en 4,1 por ciento, por encima de la media de los países de América Latina.

Sin embargo, especifica que la nación caribeña no ha sido capaz de superar el lastre de la pobreza, que afecta a cuatro millones de personas.

Citado por los medios, el gobernador del Banco Central (BC), Héctor Valdez Albizu, afirmó que pese al crecimiento de la economía local frente a otras de América Latina, los organismos internacionales reconocen la persistente grieta entre ricos y pobres.

Advierten, además, que esta desigualdad ha limitado el progreso social e impedirá cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), propuesta por los miembros de la ONU para ser alcanzados en 2015.

"La República Dominicana también está rezagada en la generación de empleo decente, otro de los desafíos de la nación", concluye el referido informe del Banco Mundial (BM).

miércoles, octubre 03, 2012

Perú: Empleo femenino: no todo lo que brilla es oro (ni buenos sueldos)

Zoraida Portillo

(Especial de SEMlac).- "Entre un hombre y una mujer con igual preparación y experiencia prefiero contratarla a ella", se jacta Vicente Ayulo, gerente y propietario de una empresa aroexportadora. "Son más dedicadas, más responsables, no le quitan el cuerpo al trabajo", añade. Tal vez debió agregar: y se le paga menos que a un hombre.

Porque en el Perú, si bien el mercado laboral va adquiriendo un rostro femenino --su tasa de participación en el mercado es del 60 por ciento, superior al promedio latinoamericano-- las desigualdades remunerativas se mantienen con características propias según los sectores que se analicen.

Y, contrariamente a lo que pudiera suponerse, parece que mientras más alto el nivel laboral mayor es la diferencia salarial. Así, según el Ministerio de Trabajo, a nivel de gerentes, administradores y funcionarios de alto nivel, las mujeres ganan en promedio semanal un tercio menos que sus colegas varones en igual puesto.

Entre profesionales y técnicos la brecha es del 50 por ciento a favor de ellos. Y de allí en adelante los porcentajes en contra se mantienen en todos los grupos ocupacionales, incluso en el de servicios y trabajadores del hogar, donde la presencia femenina es mayoritaria.

Según el Ministerio de Trabajo, la brecha se hace más notoria en las empresas que tienen más de 50 trabajadores y la principal explicación es la discriminación. "En menos medida (la brecha salarial) puede explicarse por características individuales de las personas como el nivel educativo, la edad, experiencia, etc.", subraya el anuario "La mujer en el mercado laboral peruano, 2009" (última publicación disponible).

Y contrariamente a lo que afirma el empresario Ayulo, según el informe, "las trabajadoras resultan menos atractivas para las empresas privadas peruanas que tienden a emplear mucho más hombres que mujeres".

"Este fenómeno tiene relación tanto con los altos niveles de competitividad solicitados a los trabajadores como con la menor capacitación laboral de las mujeres, pero también se explica en el hecho que las empresas perciben que emplear una mujer implica mayores costos por la posibilidad abierta de la maternidad y de los derechos laborales que implica", indica el documento.

Desafortunadamente, esta situación no es exclusiva del Perú, ni siquiera de Latinoamérica. En los países industrializados, es decir los más ricos del planeta, las mujeres ganan en promedio cinco veces menos que los hombres en puestos similares y con el mismo nivel educativo. Lo dice ni más ni menos que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), una fuente irrefutable.

Una investigación realizada por Claudia Goldin y Lawrence Katzs, dos economistas laborales de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, comparó los sueldos de hombres y mujeres recién graduados con una maestría en administración de negocios (comúnmente conocida como MBA por sus siglas en inglés), y encontró una pequeña diferencia a favor de ellos, pero que llegaba hasta 40 por ciento a los 10 o 15 años.

Los autores explicaron semejante brecha porque las mujeres a lo largo de su carrera sufren más interrupciones y trabajan menos horas en promedio. Pero otro dato importante que hallaron fue que los hombres con un MBA negocian sus mejoras salariales hasta ocho veces más en promedio que las mujeres.

"Parece mentira, pero aún hoy, en pleno siglo XXI, hay muchísimas mujeres que no saben negociar un aumento, les da vergüenza, no se atreven, temen ser rechazadas o, peor aún, ser víctimas de propuestas indecentes o acoso sexual por esa causa", dijo a SEMlac la psicóloga empresarial Irene Pazos.

"Es fruto de prejuicios, de una educación conservadora en el hogar y la escuela, pero tampoco en los centros de enseñanza superior se les enseña a las mujeres que negociar las remuneraciones forma parte del mundo laboral; se asume una actitud muy pasiva, esperando que se nos reconozca los méritos y como ello pocas veces ocurre pues no solo se genera frustración sino relegación en la escala remunerativa", acota.

"La psiquiatra newyorquina Anna Fels estudió este comportamiento y llegó a la conclusión de que cuando damos algo a alguien nos sentimos 'femeninas' pero cuando pedimos algo dejamos de serlo. Cuando los hombres piden algo son proactivos, pero cuando lo hacen las mujeres son molestas", y señala que estas consideraciones están muy metidas en el yo femenino, aún en el de las altas ejecutivas.

El techo de cristal

Otro problema para las mujeres en el campo laboral son los ascensos. Nuevamente las estadísticas mundiales demuestran lo poco que se ha avanzado a pesar del ingreso masivo de mujeres al mercado laboral. Un estudio de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard reveló que solo el 1,5 por ciento de las direcciones ejecutivas de las 2.000 empresas con mejor desempeño en el mundo son ejercidas por mujeres.

En el Perú no hay datos confiables sobre el porcentaje de mujeres con altos cargos ejecutivos y si bien se tiene la percepción de que 'algo' se ha crecido en los últimos años, según fuentes empresariales consultadas, esa cifra no llegaría ni al dos por ciento de las 6,7 millones de mujeres que trabajan en el país.

"En los bancos hay más posibilidades de ascender a puestos de gerencia, pero incluso aquí hay límites bien marcados: los puestos de alta dirección ejecutiva siguen estando en manos masculinas. Llega un momento en que te das cuenta que ya llegaste a tu techo y de allí no pasarás. En ese momento lo mejor es renunciar", admite Flor Cáceres, exgerente de un banco local, que decidió acogerse a la jubilación anticipada.

Álvaro Aguirre, funcionario de una asociación de fondos de pensiones (AFP), comentó a SEMLAC que un gran porcentaje de mujeres se han acogido -y lo siguen haciendo- al régimen de jubilación anticipada, que permite que hombres y mujeres mayores de 55 años puedan cobrar mensualmente su fondo de retiro.

"Nos llamaba la atención que fueran más mujeres que hombres los que optaban por este régimen, pero al conversar con ellas nos dimos cuenta que la mayoría lo ve como una nueva etapa, como la posibilidad de iniciar un negocio por cuenta propia, independizándose de un jefe y un empleo", señaló.

Esa tendencia, demostrada también por encuestas realizadas por empresas consultoras de mercado, se entiende mejor cuándo se analiza la calidad del empleo femenino en el Perú. En primer lugar hay que señalar que casi el 70 por ciento (4,7 millones) de mujeres no perciben un ingreso fijo, son subempleadas; y casi cinco por ciento de la PEA femenina no tiene trabajo.

Un segundo hecho a destacar es que el mayor porcentaje de la PEA femenina ocupada (28,8 por ciento) se dedica a la venta de diversos productos; el 21,6 por ciento son profesionales y técnicas (sector que va en ascenso); 15,6 trabajadoras del sector servicio y el resto son empleadas de oficina, trabajadoras del hogar, operarias y artesanas.

Dicho en otros términos: crece la participación femenina en el mercado laboral, pero más en cantidad que en calidad. Lo que, a su vez, conduce a otra arista del problema: la necesidad de muchas mujeres de trabajar para mantener sus hogares.

Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, el 30 por ciento de los hogares peruanos tiene en como jefatura económica a una mujer y de ese porcentaje, 80 por ciento son mujeres de los estratos económicos más pobres.

"Aún nos falta mucho para lograr no solo la equidad laboral, sino una incorporación realmente significativa de la mujer al mundo laboral", reflexiona la analista laboral Beatriz Tello.

"Si analizamos las cifras oficiales vemos que los sectores que generaron más empleo femenino fueron la agricultura y el comercio y sabemos que esos son empleos precarios. El sector de transformación e industria, donde se ubican los mejores puestos en cuanto a calidad y remuneración, aparece en quinto lugar con muy poco porcentaje", detalló.

Un análisis por nuestro lado reveló que donde más ha crecido el empleo femenino ha sido en el de microempresas, donde las condiciones son generalmente precarias, con bajos sueldos, rayando en la informalidad y sin muchos derechos laborales. Y, más aún, dentro de este sector, el rubro al que más se dedican nuestras congéneres es a la preparación de alimentos (63 por ciento).

Como se ve el camino de la inserción laboral femenina aún está lleno de baches, grietas e inequidades.

lunes, enero 02, 2012

La división sexual del trabajo y de la reproducción: una reflexión teórica

Claudia Mazzei Nogueira
Herramienta El trabajo, a lo largo del proceso histórico se presenta de muy diversas formas, respondiendo a las necesidades de cada momento. Se mantiene siempre, sin embargo, como un momento de realización de relaciones sociales, dirigido a la producción social y a la reproducción de la humanidad. Lo que permite afirmar que el trabajo es un poner teleológico del ser social, que lo capacita como ser consciente.

Por dicha razón afirma Lukács que Marx tenía razón al precisar que:

Como creador de valores de uso, es decir como trabajo útil, es trabajo es, por tanto, condición de vida del hombre, y condición independiente de todas las formas de sociedad, una necesidad perenne y natural eterna sin la que no se concebiría el intercambio orgánico entre el hombre y la naturaleza ni, por consiguiente, la vida humana (Marx, 1973:10).

Y agrega:

Antes de que el valor de uso haya entrado en una relación de reflexión con el valor de cambio -lo que sólo puede ocurrir en un estadio ya relativamente muy elevado-, el valor de uso no designa más que un producto de trabajo que el hombre está en condiciones de aplicar provechosamente en la reproducción de su existencia. En el trabajo se hallan contenidas in nuce todas las determinaciones que, tal como veremos, constituyen la esencia de lo nuevo dentro del ser social. (Lukács, 2004:59)

Engels ofrece a su vez una valiosa contribución cuando analiza el papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, y se refiere al rol del trabajo en la humanización del ser social. La misma condición biológica humana, en tanto constituyente de la ontología del ser social, tiene como base y fundamento el trabajo humano. Inicialmente (y en gran medida hasta el día de hoy) las manos de los hombres son responsables de la producción de objetos, de mercancías. Esto ocurre según la fundamental constatación ontológica de Marx, que se refirió al trabajo demostrando que el mismo es el resultado de

…un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que este realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de ese modo asimilarse, bajo una forma útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par que de ese modo actúa sobre la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de sus fuerzas a su propia disciplina. Aquí, no vamos a ocuparnos (...) de las primeras formas de trabajo, formas instintivas y de tipo animal. (Marx, 1973:130)

Siendo expresión de una actividad esencialmente humana, el trabajo, al tiempo que responde a las necesidades y carencias del ser social, autotransforma la misma naturaleza humana.

Así planteada, podemos pensar la relación hombre-naturaleza como una relación específicamente social, dado que diferenciamos al animal con respecto del hombre por medio del trabajo, que tiene como objetivo responder a las necesidades inherentes del mismo ser.

Por lo tanto, la categoría trabajo se presenta como la forma primera, o en términos de Lukács protoforma del actuar humano, dado que la esencia del trabajo es la expresión de la acción teleológica existente en toda praxis humana[i] (Lukács, 2004:72). Aquí el filósofo húngaro se apoya en la conocida indicación de Marx:

…partimos de el supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la que pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar por su perfección, a más de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja,y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyectra en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado que ya tenía existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley laa modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su voluntad. (Marx, 1973 vol. 1:130)

Así, considerando al trabajo como un proceso que da origen a una nueva objetividad, como productor de valores de uso, confirmamos la existencia de una relación metabólica entre el ser social y la misma naturaleza. Es precisamente a esta relación de transformación directa entre ser social y naturaleza a la que podemos atribuirle significado de “posición teleológica primaria”, es decir, el mismo sentido originario del trabajo que tiene como atributo el estatuto ontológico fundante.

Según sostiene Antunes, el trabajo en el nivel más “genérico y abstracto” tal como lo consideró Marx, como expresión exclusivamente del acto laboral, toma la materia bruta (natural) con el propósito único de transformarla en cosas útiles. Más adelante, con una praxis social más desarrollada, con el desarrollo de la sociedad y su complejización, junto con la relación hombre-naturaleza, se amplían las interrelaciones con otros seres sociales, incluso con el mismo objetivo de producción de valores de uso. Sin embargo, en este escalón más avanzado, encontramos la praxis social interactiva, cuyo objetivo es convencer a los otros seres sociales para realizar determinado acto teleológico. Eso ocurre porque el fundamento de las posiciones teleológicas intersubjetivas tiene como finalidad la acción entre seres sociales”. (Antunes, 2005:132). Según la síntesis de Lukács:

Este problema aparece en cuanto el trabajo se ha vuelto ya tal punto social, que se basa en la cooperación de varios hombres; esta vez al márgen de que el problema del valor de cambio haya aparecido ya, o de que la cooperación solo se encuentra orientada a los valores de uso. De ahí que esta segunda forma de posición teleológicas, en la que cual el fin puesto es inmediatamente un fin puesto por otros hombres, ya aparezca en un nivel muy primitivo”. (Lukacs, 2004:103/104).

Esta segunda forma de posición ideológica, que se da en una relación interactiva con otros seres sociales y se desarrolla en el curso del avance de la sociedad humana, aparece sin embargo desde los momentos históricos más rudimentaria, como lo ejemplifica el convencimiento de optar por la caza en lugar de la pesca con fines de supervivencia. Para la realización del acto de caza, fue necesaria la interacción, la cooperación entre un determinado grupo de hombres, incluyendo en este acto una división social del trabajo. Basándose justamente en esta división social del trabajo Lukacs. afirmará que

Las posiciones teológicas que aquí tienen lugar realmente, poseen, pues, desde el punto de vista del trabajo inmediato, un carácter secundario; deben ir precedidas de una posición teológica que determine el carácter, el papel, la función, etc. de las posiciones individuales, ahora concretas y reales, orientadas a un objeto natural. El objeto de esta posición secundaria no es, pues, ya algo puramente natural, sino la conciencia de un grupo humano; la posición del fin ya no tiene por fin transformar un objeto natural, sino la ejecución de una posición teleológica que, por cierto, está orientada ya a objetos naturales; los medios, igualmente, ya no son inmediatamente intervenciones sobre objetos naturales, sino que quieren provocar estas intervenciones en otros hombres. (Lukács, 2004: 104)

Tales posiciones teológicas secundarias están mucho más relacionadas con la praxis social en niveles más evolucionados que el trabajo mismo, tal como aquí lo concebimos. Para el ser social primitivo o contemporáneo, el desarrollo del planeamiento que precede y orienta la acción es denominado por Lukacs “previa-ideación”, puesto que los hechos que se derivan de la acción son idealizados subjetivamente en la conciencia antes de concretarse.

Esto no significa que el momento de subjetividad no sea real, sino que, al contrario, expresa una influencia material directa en las acciones humanas, en la praxis social. Además, es en este momento cuando los seres sociales pueden tener contacto, concomitantemente, con el pasado, con el presente y el futuro, idealizando su porvenir, su praxis. Sin embargo, no podemos dejar de recordar que la previa-ideación solo existe si la misma se concreta a través de la praxis humana.

También para Marx, el trabajo es el único punto en que puede demostrarse ontológicamente una posición teleológica en cuanto factor real de la realidad material”. Este conocimiento acertado de la realidad es el fundamento para comprender “que todo trabajo sería imposible si no lo precediera una posición tal, a fin de determinar su proceso en todas sus etapas. (Lukács, 2004: 67). Sin embargo, al asumir una posición teleológica, es necesario prestar especial atención a la totalidad de los actos y “sus interrelaciones recíprocas en una determinada sociedad” y no sólo al “acto singular de una precisa posición teleológica”. Será en la totalidad donde inevitablemente se encontrarán los actos análogos tendencialmente, las confluencias, etcétera, y el peso de tales tendencias para la “convergencia o para la divergencia” en el núcleo de tal totalidad será lo que defina, en gran medida, el espacio concreto de las posiciones teleológicas.

Por lo tanto, el trabajo como posición teleológica primaria tiene, en su origen e incluso también en su recorrido, una intencionalidad orientada hacia el desarrollo de la condición humana del hombre, en su sentido más abarcativo y profundo. Cuando enfoquemos las relaciones sociales en el sentido de interacción entre los seres y la intencionalidad del convencimiento atendiendo diversas dimensiones, como se explicitan en el arte, en la política, la religión, la ética, etcétera, debemos considerarlas como posiciones teleológicas secundarias. Por esta razón Antunes, recordando a Lukács, afirma que las posiciones teleológicas primarias “remiten directamente al trabajo y a la interacción con la naturaleza”, y las posiciones teleológicas secundarias más complejizadas y desarrolladas que las anteriores “suponen la interacción entre seres sociales, como praxis interactiva e intersubjetiva, pero que se constituyen como complejos que ocurren a partir del trabajo en su forma primera.” (Antunes, 2005:139). Eso quiere decir que el trabajo, en cuanto expresión de la posición teleológica primaria, tiene ya presente, así sea en germen, elementos de la posición teleológica secundaria, o sea, no es posible establecer una separación binaria y dual entre ambas posiciones.[ii] Y esto porque

…la búsqueda de una vida llena de sentido, dotada de autenticidad, encuentra en el trabajo su locus primero de realización. La misma búsqueda de una vida llena de sentido es socialmente emprendida por los seres sociales para su autorrealización individual y colectiva. Es una categoría genuinamente humana, que no se presenta en la naturaleza. (…) Decir que una vida llena de sentido encuentra en la esfera del trabajo su primer momento de realización es totalmente diferente a decir que una vida llena de sentidos se resume exclusivamente al trabajo, lo que sería un completo absurdo. (Antunes, 2005:136)

Con esto se marcha en dirección contraria a la lógica capitalista misma, que se apodera del trabajador hasta extenuarlo, impidiendo en gran medida que exista algún sentido en su vida, tanto dentro como fuera del trabajo. Porque una vez que el valor de uso entra en una relación reflexiva con el valor de cambio (lo que sólo puede ocurrir, como ya dijimos, en un estadio relativamente muy elevado), deja ya de indicar un producto del trabajo que el ser social pueda utilizar para la reproducción de su propia existencia.

Lukács, al tomar en su forma más general lo que Marx denominó la metamorfosis de las mercancías, la compra y venta simple de mercancías, recuerda que para que existan las relaciones mercantiles sobre la base del valor de cambio y del dinero debe existir en la sociedad una división del trabajo. Y esta división social del trabajo, siempre en palabras de Marx, hace que los trabajos de los poseedores de mercancías sean tan limitados como ilimitadas son sus necesidades. De tal modo que esta consecuencia elemental y contradictoria de la división del trabajo genera una situación en la que actos objetivamente interdependientes como la compra y la venta, en la práctica se separen, haciéndose mutuamente autónomos, contingentes uno con respecto al otro. “Nadie puede vender si no hay quien compre” (Lukács, 2004:137).

La división del trabajo, mediada y puesta en acción por el valor de cambio, produce el principio de control del tiempo a través de la optimización del mismo. Según Marx, a esto se reduce en definitiva toda la economía. Del mismo modo que la sociedad debe repartir de forma planificada su tiempo con el fin de conseguir una producción adecuada al conjunto de sus necesidades, también el individuo debe dividir correctamente su tiempo con el objetivo de alcanzar los conocimientos necesarios y/o satisfacer las diversas exigencias de su actividad. “Economía de tiempo y división planificada del tiempo de trabajo entre las distintas ramas de la producción resultan siempre la primera ley económica sobre la base de la producción colectiva” (Marx in Lukács, 2004:138).

Cabe destacar que el espacio productivo con la introducción de maquinaria en el momento de la Revolución Industrial, que ocurrió en Inglaterra entre 1771 1830, permitió intensificar la inserción de la fuerza de trabajo femenina, además de la enorme explotación de la fuerza de trabajo infantil. El capitalismo, que necesitaba expandir la extracción de plusvalía, amplió el campo productivo de explotación, incorporando ampliamente a las mujeres y los niños en este espacio, intensificando aún más la precarización de toda la clase trabajadora. No sólo se produjo en ese momento una reducción de los salarios del trabajador, sino que también se amplió, según demostró Marx, el ejército industrial de reserva de modo que:

Durante los períodos de estancamiento y prosperidad media, el ejército industrial de reserva presiona ejerce presión sobre el ejército obrero en activo, y durante las épocas de superproducción y paroxismo pone un freno a sus exigencias. La sobrepoblación relativa es, por tanto, el telón de fondo sobre la el cual se mueve la ley de la oferta y la demanda de fuerza de trabajo. Gracias a ella, el radio de acción de esta ley se encierra dentro de los límites que convienen en absoluto a la codicia y al despotismo del capital. (Marx, 1973vol. 1:541)

Este hecho termina garantizando, por un lado, la expansión capitalista y, por otro, la intensificación de la explotación y la miseria la clase trabajadora, dado que los salarios en cierto modo son determinados justamente por esta relación entre los trabajadores activos y los de la reserva, generando una competencia ininterrumpida debido al constante excedente de trabajadores. Con la inserción de la mujer en el mundo del trabajo productivo, ella se transforma en trabajadora asalariada, haciéndose parte de los engranajes de un proceso que sustituye trabajadores calificados por no calificados (ya que las mujeres y los niños eran considerados trabajadores no calificados), o sea, sustituían adultos por niños y hombres por mujeres. De este modo, la descalificación del trabajador, que es consecuencia del advenimiento de la gran industria y el fin de la manufactura, amplió significativamente la inserción de la mujer en el espacio productivo.[iii]

Así, las mujeres trabajadoras en las fábricas quedaron a merced, junto con los trabajadores, de los extenuantes mecanismos de explotación y opresión propios de la regulación de la producción industrial denominada taylorista/fordista, esto es: intensa productividad, rígida disciplina, bajos salarios, etcétera. En el caso de la fuerza de trabajo femenina, que históricamente era poco valorada, la intensificación de la precarización era enorme, o sea que las trabajadoras recibían salarios indignos, ocupaban los cargos más bajos de la jerarquía productiva, etcétera.

De modo que, además de ser las más explotadas en el mundo del trabajo, se les sumaban a las agotadoras y largas jornadas de trabajo del espacio productivo, las interminables tareas del espacio reproductivo. Se configuraba, entonces, una división sexual del trabajo que además de precarizar al máximo la fuerza de trabajo femenina, les reservaba además las tareas del espacio reproductivo en tanto que a los hombres cabía la responsabilidad de la subsistencia de la familia, reservándoles, consecuentemente, el espacio productivo.

La división sexual de la reproducción

Por otro lado, la categoría de reproducción se refiere a un fenómeno presente tanto en el individuo como en el género humano. Así como el individuo intenta reproducirse a sí mismo –reproducción individual–, también el género humano necesita reproducirse.

La reproducción humana es tanto individual como colectiva, y esto es simultáneamente fundamental y contradictorio. Esta reproducción fundamental y contradictoria se da en una tensión constante entre los objetivos genéricos y los particulares.

Por eso, mientras que en la vida orgánica el predominio de la preservación de la especie, más allá de sí mismo, implica las reproducciones en sentido strictum, o sea, son las reproducciones biológicas de un ser vivo, en el ser social la reproducción implica cambios internos y externos. Por lo tanto, la sustancia social es “la síntesis de actos singulares en totalidad social y en individualidades” y esta es la cuestión básica en el análisis de la reproducción social: cómo se dan esos dos procesos sintéticos reflexivamente fundamentales y contradictorios (Lessa, 1996:94).

En esta tensión, la moral, las costumbres, la tradición, el derecho, la política, la ética, entre otros, tienen un papel importante. Cabe a este conjunto de complejos sociales ser la mediación en el proceso de superación de la contraposición individualidad/género humano, transformando la individualidad en-sí en individualidad-para-sí, o sea, en individualidad vuelta efectivamente humana y social (Lessa, 1996: 101 y Antunes, 2005: 164).

Para Lukács, en el proceso reproductivo del individuo y de la sociedad también están presentes otros complejos de mediación que articulan las necesidades humano-colectivas y las de individuación. Ejemplos de ello son la división del trabajo, el lenguaje, la alimentación, la sexualidad y la educación. Estos otros complejos son también fundamentales en nuestra investigación, en la medida que ellos pueden suministrar elementos que facilitan la comprensión de la situación femenina en el seno del espacio reproductivo.

La división del trabajo, según el filósofo húngaro, se superpone a la diferenciación biológica de los seres humanos. El desplazamiento de la barrera natural a consecuencia del ser social surge, inicialmente, de que esa diferenciación biológica incorpora en sí espacios de sociabilidad cada vez mayores, que pasan entonces a ser determinantes en la división del trabajo. Esto queda claro si pensamos en el papel que tienen los sexos en la división social del trabajo. Engels destaca que el lugar de la mujer en la vida social (matriarcado, patriarcado, etcétera) está directamente relacionado con el hecho de que la acumulación de riquezas es atribuida a las funciones económicas masculinas y no a las femeninas. Es decir, “se encuentran siempre determinadas por la estructura de la sociedad respectiva, y no por la constitución biológica de sus miembros” (Lukács, 2004:61).[iv]

En las sociedades precapitalistas el sistema de metabolismo social se desarrolla a través de las mediaciones primarias que, como dice Antunes citando a Mészáros, tienen como finalidad la preservación de las funciones vitales de la reproducción del individuo y de la sociedad, pues “los seres humanos son parte de la naturaleza, debiendo realizar sus necesidades elementales por medio del constante intercambio con la propia naturaleza”. Y completa diciendo que los seres humanos “están constituidos de tal manera que no pueden sobrevivir como individuos de la especie a la que pertenecen (...) basados en un intercambio sin mediaciones con la naturaleza (...) regulados por un comportamiento instintivo determinado directamente por la naturaleza, por más complejo que este comportamiento instintivo sea” (Antunes, 2005: 5).

De acuerdo con Mészáros, el ser humano atiende las siempre presentes exigencias materiales y culturales de su supervivencia a partir de estas condiciones ontológicas. Esto significa “asegurar y resguardar las condiciones objetivas de su reproducción bajo circunstancias que cambian inevitable y progresivamente bajo el impacto de su propia intervención mediante la actividad productiva –la ontología del trabajo exclusivamente humana– en el orden original de la naturaleza” (Mészáros, 2001:158).

En los comienzos del capitalismo la principal tarea que existía en el espacio reproductivo era la de “producir” gran número de hijos. La inserción de la maquinaria en el espacio productivo industrial exigía una cantidad creciente de trabajadores y, según Marx:

El proceso de acumulación mismo no es más que un momento inmanente del proceso capitalista de producción. Implica una nueva creación de asalariados, para la realización y el aumento del capital existente, ya sea porque subsume en él partes de la población aún no abarcados por la producción capitalista, como niños y mujeres, ya porque gracias al crecimiento natural de la población se le somete una masa acrecentada de obreros. Estudiando el asunto de cerca, resulta que el capital regula, conforme a sus necesidades de explotación, esta producción de la fuerza de trabajo misma, la producción de la masa humana que él habrá de explotar. El capital, entonces, no sólo produce capital: produce una masa obrera creciente. (Marx, 1990:102/3)

Pero en el capitalismo contemporáneo, ya la industria no necesita una gran cantidad de obreros, muy por el contrario se produce una “liofilización” de los trabajadores, según el término utilizado por Antunes. Lo que se requiere es una menor cantidad de fuerza de trabajo, más calificada y que permita la intensificación de su trabajo. Por lo tanto, la familia, mayoritariamente, termina adaptándose a esa nueva realidad del mundo del trabajo. Según Peggi Morton:

Las ganancias dependen cada vez más de la organización eficiente del trabajo y de la autodisciplina de los trabajadores, más que de la aseveración simple y otras formas directas utilizadas para aumentar la explotación de los trabajadores. (...). La familia debe crear hijos que asimilen las relaciones sociales jerarquizadas, se ha autodisciplina y trabajen de manera eficiente sin la necesidad de una supervisión constante (...). La mujer es la responsable de llevar a cabo la mayor parte de este tipo de socialización. (Morton, 1977: 170)

Podemos advertir, por lo tanto, que el espacio reproductivo es una especie de imitación “caricaturizada” del mundo productivo. El trabajo doméstico abarca una enorme porción de producción socialmente necesaria. Esto es, en el proceso de acumulación de capital el quantum de mercancía fuerza de trabajo es imprescindible, dado que la plusvalía se genera a través de la explotación del gasto de energía socialmente necesaria para la producción de mercancías. Por lo tanto, el espacio doméstico familiar es fundamental para que el capital garantice la reproducción y la manutención de la clase trabajadora. No podemos olvidar que no existe la fuerza de trabajo sin la existencia del trabajador/a, que fue generado y mantenido[v] por una mujer. Por lo tanto, la venta de la fuerza de trabajo del proletario/a está garantizada por las actividades domésticas realizadas, la gran mayoría de las veces, por la mujer, sea ella trabajadora productiva o no. Es decir, el trabajo realizado diariamente por las mujeres en el espacio reproductivo hace posible que el capitalista tenga asegurada la reproducción y perpetuación de la fuerza de trabajo y, de este modo, garantizada también la reproducción y manutención de la misma lógica del capital.

Se entiende entonces que esa garantía para el capital sea una de las principales razones para que el capitalismo mantenga viva la forma de unión de la familia patriarcal, como parte de sus intereses. El casamiento, con su “contrato de dependencia” de la mujer hacia el hombre, facilita el control del capitalismo en relación a la participación femenina en el mundo del trabajo productivo, reafirmando la importancia de las actividades domésticas y maternales (Toledo, 2001: 44).

A modo de conclusión

Por lo tanto, la familia patriarcal es un importante aliado para el funcionamiento de la sociedad capitalista. Los quehaceres domésticos, es decir el “cuidado” familiar, constituyen una actividad reproductiva fundamental. Siempre en términos de Marx, el trabajo doméstico no se objetiva en la creación de mercancías, sino en la creación de bienes útiles indispensables para la supervivencia de la familia. Y ésta es una de las diferencias esenciales entre el trabajo asalariado y el trabajo doméstico, puesto que mientras uno está vinculado al espacio productivo, creando mercancías y consecuentemente generando valores de cambio, el otro está relacionado con la producción de bienes útiles necesarios para la reproducción de los mismos componentes de la familia, permitiendo en gran medida que el capital también se apropie, aunque sea indirectamente, de la esfera de la reproducción.

Esto ocurre porque el capital necesita constantemente disminuir el gasto en la reproducción de la fuerza de trabajo, lo que termina acarreando la disminución de los valores de los salarios de toda la clase trabajadora. Y en particular, ese proceso es más acentuado aún en la fuerza de trabajo femenina, que en cierta forma ya se encuentra depreciada por las relaciones de poder existentes entre los sexos, principalmente en el seno de la familia patriarcal.

En este proceso la mujer se transforma en una especie de “ejército de reserva” de fuerza de trabajo sub-remunerada, posibilitando que el modo de producción capitalista tenga “argumentos” como para continuar en gran medida su proceso de precarización del proletariado en general y de la mujer trabajadora en particular.

El interés en preservar la familia patriarcal en función de la lógica capitalista sostiene, en cierto modo, la relación de una desigual división socio-sexual del trabajo. Como Mészáros afirma: Sería un milagro si se pudiese ordenar a los “microcosmos” del sistema de capital mismo de acuerdo con el principio de igualdad sustantiva. Porque este sistema en su conjunto, no puede mantenerse en existencia sin reproducir exitosamentes sobre una base continuada las relaciones de poder históricamente específicas gracias a las cuales la función de control se encuentra radicalmente separada de, y le es impuesta de modo autoritario a, la fuerza laboral por las personificaciones del capital. (Mészáros, 2001:215) De modo que este debate asume una importancia vital para la comprensión de la división sexual del trabajo y de la reproducción, puesto que por medio de esta división es como el capital mantiene su lógica de explotación/opresión y en consecuencia su perpetuación.

Bibliografía

Antunes, Ricardo, Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo. Trad. de Sergio Dima, TEL-Ediciones Herramienta, Buenos Aires: 2005.

Lessa, Silvio, A ontología de Lukács. Maceió: Edufal, 1996.

Lukács, György, Ontología del Ser Social. El Trabajo. Trad. de Miguel Vedda, Ed. Herramienta, Buenos Aires: 2004.

Marx, Karl, El capital. Crítica de la economía política. Trad. de Wenceslao Roces. 3 vols. FCE: México, 1973.

Marx, Karl, El capital. Libro I Capítulo VI (inédito). Trad. de Pedro Scarón. Siglo veintiuno editores, México: 1990.

Métzáros, István, Más allá del Capital. Hacia una teoría de la transición. Trad. de Eduardo Gasca, Vadell hermanos editores, Valencia-Caracas, 2001.

Morton, Peggi, “A woman’s work is never done”, en Mitchell, J. La condición de la mujer. Editorial Anagrama, Barcelona: 1977.

Toledo, Cecilia, Mulheres. O gênero nos une, a classe nos divide. Xama, San Pablo: 2001.

Notas [i] Lukács argumentó muchas veces que ciertos actos humanos no pueden ser reducidos a actos de trabajo, pese al hecho de que el trabajo sea la forma originaria y fundante ontológicamente de las diferentes formas de praxis social.

[ii] Separación que parece realizar Habermas cuando critica el “paradigma del trabajo”. Antunes lo discute cuando aborda la polémica Lukács-Habermas en Los sentidos del trabajo.

[iii] Una exposición mas detallada de este tema puede verse en Nogueira, 2004.

[iv] Hay otras determinaciones ligadas a la cuestión de la división del trabajo, como la de su división técnica, por ejemplo, cuando algunas ocupaciones se autonomizan como profesiones y sobre todo cuando se inicia el período al que Marx denomina “la Gran Industria”, que acarrea con la maquinaria una concreta división del trabajo determinada por la teconología y con ella una real relacion mercantil. Sin embargo, por no ser central para este artículo no nos detendremos acá en el desarrollo de la división técnica del trabajo.

[v] Usamos acá la expresión “mantenido” en el sentido de cuidados domésticos como alimentar, vestir, bañar, etc.

* Claudia Mazzei Nogueira es Doctora y Profesora del Departamento de Servicio Social de la Universidad Federal de Santa Catarina –UFSC-, Brasil. Es autora de los libros A Feminizaçao no Mundo do Trabalho , Editora Autores Associados, 2004 y O Trabalho Duplicado, Editora Expressao Popular, 2006. Es también investigadora del CNPq.

domingo, febrero 28, 2010

Esfuerzos internacionales por la igualdad de derechos...

Por: María Cobos
Ameco Press/CIMAC. -Cuando surgieron las Naciones Unidas en 1945, de los 51 estados miembros, sólo 30 permitían que las mujeres ejercieran su derecho al voto; en 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, reconocía expresamente la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

La preocupación por la desigualdad de género, hizo que desde Naciones Unidas se promovieran cuatro conferencias mundiales para elaborar planes de acción en el avance de las mujeres: México 1975, Copenhague 1980, Nairobi 1985 y Beijing 1995, la Gran Conferencia, en el que organizaciones de mujeres de todo el mundo llevaron a cabo una movilización sin precedente con la asistencia de unas 30 mil personas al foro oficial.

En marzo de 2010, se cumplen 15 años de la Conferencia de Beijing, y en Nueva York se reunirá, del 1 al 12 de marzo, la Comisión sobre el Estatuto de las Mujeres de Naciones Unidas para la revisión de la Plataforma de Acción que salió de Beijing.

Un texto de referencia es la concreción de medidas para llevarlas a cabo los Gobiernos y la sociedad civil, incluidas organizaciones no gubernamentales y sector privado, para alcanzar la igualdad de género en el mundo.


Esta Plataforma de Acción, fruto de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en China, es el principal documento de Naciones Unidas en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres.

Fue firmada por 189 países y en su texto incluye 12 áreas de actuación: las mujeres y la pobreza, la educación y capacitación de las mujeres, las mujeres y la salud, la violencia contra las mujeres, las mujeres y los conflictos armados, las mujeres y la economía, la desigualdad entre las mujeres y los hombres en el ejercicio del poder y la toma de decisiones, mecanismos institucionales para el avance de las mujeres, los derechos humanos de las mujeres, las mujeres y los medios de difusión, las mujeres y el medio ambiente, y por último, las niñas.

A partir de Beijing, cada cinco años se han venido celebrando reuniones en la sede de Naciones Unidas en Nueva York para revisar el cumplimiento de la Plataforma de Acción. Las conferencias de Beijing +5, celebrada en el 2000 y Beijing +10, celebrada en el 2005, concluyeron: el incumplimiento de los compromisos y de los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo.

Beijing +15, supone un retroceso que, agudizado por la crisis económica actual, las mujeres han sido las primeras que han visto retroceder sus derechos, así, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 22 millones de mujeres se verán afectadas directamente y el descenso de las ayudas al desarrollo afectará entre 200 mil y 400 mil muertes infantiles, cinco veces más a las niñas.

Igualmente, la conclusión del último informe de naciones Unidas (8 de febrero 2010), indica que pese a los adelantos en la promoción de los derechos humanos de la mujer en los marcos jurídicos, en ningún país del mundo se ha logrado la igualdad, quedando patente que los avances normativos no generan transformaciones sociales.

Además, en algunos países persisten leyes discriminatorias relativas a la familia, la herencia, el derecho de propiedad y los derechos personales. Todo ello con las diversas formas de violencia que sufren las mujeres en todo el mundo.

La desigualdad entre hombres y mujeres prevalece y estamos lejos de alcanzar los objetivos planteados. Así, la educación, que es reconocida como una de las estrategias para acabar con la desigualdad y discriminación, vemos que, si bien ha aumentado la escolarización, el abandono del sistema educativo de niñas y adolescentes es muy alto, ello se debe en parte a que los roles culturales asignados a ellas, como matrimonios a temprana edad, responsabilidades domésticas, embarazos no deseados, etc. repercuten en su autoestima y rendimiento escolar.

viernes, febrero 26, 2010

Logros no disimulan persistente desigualdad de género...

Por Thalif Deen
(IPS) - Pocas leyes que discriminan a la mujer se han revocado en África, América Latina, Asia y Europa, 62 años después de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamara que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos".

India y Malasia anularon leyes penales que permitían la violación conyugal y Haití derogó una norma que habilitaba al marido a asesinar a su esposa en casos de adulterio.

Corea de Sur cambió la legislación que designaba al hombre como jefe de familia, en tanto Colombia anuló una ley que fijaba la edad mínima para contraer matrimonio en 14 años para los varones y en 12 para las niñas.

Por su parte, Pakistán eliminó el requisito legal según el cual se necesitan cuatro testigos musulmanes para probar que hubo violación.

Pero queda mucho por hacer. Las mujeres siguen luchando contra la intolerancia de género, señaló Taina Bien-Aime, directora ejecutiva de Igualdad Ya, una organización internacional de derechos humanos con sede en Nueva York.


Varios países como Francia, Lesotho, México, Kuwait, Perú, Rumania, Serbia, Suiza y Turquía revocaron o enmendaron leyes claramente discriminatorias contra las mujeres, según un informe de Igualdad Ya preparado para la Comisión de la Condición Social y Jurídica de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La CSW comenzará este lunes dos semanas sesiones en esta ciudad estadounidense.

Hubo "algún avance" en materia de revocación de normas discriminatorias, lo que no tiene ningún costo para el gobierno ni requiere de ningún presupuesto, señaló Bien-Aime.

"Existen compromisos para derogar todas las leyes sobre discriminación de género, pero todavía hay muchas vigentes, lo que impide que las mujeres recurran a la justicia atenta contra su plena participación en la sociedad", dijo a IPS.

Pero lamentablemente también hubo retrocesos significativos como "el del año pasado en Afganistán con la ley sobre el Estatus Personal Chiita", entre otras normas discriminatorias, que designan al esposo como jefe de hogar y le dan derecho a restringir los movimientos de su esposa.

En la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en China en 1995, 189 jefes de Estado y de gobierno adoptaron la Plataforma de Acción de Beijing que, entre otras cosas, urgió a los estados miembros de la ONU a derogar la legislación discriminatoria de sus legislaciones.

La CSW, el órgano de la ONU de 45 miembros dedicado a cuestiones de igualdad de género y al progreso de las mujeres, analizará a partir de la semana que viene los logros y los fracasos de la Plataforma de Acción.

Este año las reuniones de la CSW coinciden con el 15 aniversario de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, señaló Rawwida Baksh, responsable del Programa de Ciudadanía y Derechos de las Mujeres, del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC, por sus siglas en inglés), con sede en Ottawa.

La Conferencia de Beijing fue el mayor encuentro internacional de ese tipo en aquel momento y contó con la participación de más de 40.000 mujeres y hombres, apuntó Baksh.

Los 12 temas contemplados por la Plataforma de Acción fueron incluidos en las agendas de gobiernos, sociedad civil y otras agencias en estos últimos 15 años y contemplan asuntos importantes como pobreza, educación y capacitación, salud, violencia, conflictos armados, economía, poder y proceso de decisión, mecanismos institucionales, derechos humanos, medios, ambiente y niñas.

Pero desde entonces aparecieron nuevos asuntos que son muy importantes en materia de derechos de las mujeres y de equidad de género, incluidos VIH/sida y otras pandemias, cambio climático e inseguridad alimentaria y la crisis financiera, señaló Baksh.

La debacle económica puso en evidencia las distintas consecuencias que tuvo la crisis para hombres y mujeres y, en especial, la vulnerabilidad de éstas, señaló.

"Tras las continuas secuelas de la crisis, muchas voces reclaman cambios drásticos en la lógica de las mediciones económicas y en lo que motiva la definición de las políticas económicas en el ámbito nacional, regional e internacional", declaró Baksh.

El IDRC se interesa en particular en la representación política femenina en el ámbito local y nacional para que los gobiernos sean más responsables frente a las mujeres y para que las políticas públicas y los presupuestos nacionales respondan a sus necesidades específicas en materia de cuidado infantil, agua y saneamiento, salud, educación y empleo.

Las mujeres necesitan una mejor representación para reflejar la actual composición de la sociedad y para asegurarse de que se tomen en cuenta sus diversas experiencias específicas, incluidas las pobres, las dalits (el sector más marginado del sistema de castas de India), las indígenas, las de minorías étnicas, las jóvenes, las migrantes y las discapacitadas, señaló Baksh.

Las mujeres constituían apenas 10,5 por ciento de los parlamentarios del mundo en 1995 y, 15 años después de Beijing, no llegan a 20 por ciento.

El IDRC aprovechará la CSW de este año para lanzar una iniciativa global sobre gobernanza democrática, derechos de las mujeres y equidad de género para que investigadores del Sur en desarrollo estudien esos temas.

"Suele decirse que si el formidable plan que es la Plataforma de Acción se hubiera redactado este año probablemente no hubiera tenido éxito por la expansión del fundamentalismo religioso y el esfuerzo por preservar prácticas perjudiciales para las mujeres, bajo el manto de la llamada cultura", dijo a IPS Bien-Aime.

Pero la Plataforma de Beijing sigue siendo un fuerte mandato para los gobiernos, con una elevada presión y colaboración de la sociedad civil, que permite ejercer una voluntad política y mantener los derechos de la mayoría de los ciudadanos.

Los movimientos de mujeres y de bases desempeñaron un papel sin precedentes en las últimas dos décadas tratando de convencer a los gobiernos de que el único camino para el desarrollo económico, la erradicación de la pobreza, la seguridad ambiental, el respeto de los derechos humanos y la paz es impulsar la participación de las mujeres y proteger sus derechos, añadió Bien-Aime.

"Uno de los resultados más destacados de la Plataforma de Acción de Beijing es que ofrece un programa para que la sociedad civil se concentre en los derechos de las mujeres y presione a sus respectivos gobiernos para que alcancen los objetivos y asuman los compromisos contraídos", declaró.

domingo, diciembre 06, 2009

Las mujeres árabes no pueden disponer de un puesto de trabajo

Jonathan Cook The National
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La pasada semana, se acusó al Ministro de Hacienda israelí de intentar desviar la atención de las políticas discriminatorias seguidas por su gobierno respecto a las familias árabes del país, mayoritariamente inmersas en la pobreza, culpando de sus dificultades económicas a lo que describió como la oposición de la sociedad árabe a que las mujeres trabajen.

Un reciente informe del Instituto Nacional de Seguros de Israel clasificaba como pobres a la mitad de las familias árabes en Israel, frente a sólo el 14% de las familias judías.

Yuval Steinitz, Ministro de Hacienda, dijo este mes en una conferencia sobre discriminación laboral que el fracaso de las mujeres árabes para integrarse en la fuerza de trabajo estaba perjudicando a la economía israelí. La tasa de mujeres árabes que trabaja es del 18%, y de ellas sólo la mitad a tiempo completo, comparadas con al menos el 55% de las mujeres judías.

Atribuyó la baja tasa de empleo a “obstáculos culturales, estructuras tradicionales y a la creencia de que las mujeres árabes tienen que quedarse en sus ciudades natales”, añadiendo que esas restricciones eran características de todas las sociedades árabes.

Pero los investigadores y los grupos que trabajan con las mujeres señalaron que la tasa de empleo de las mujeres árabes en Israel es menor que la registrada en casi todos los lugares del mundo árabe, incluyendo esos puntos negros para el empleo femenino que son Arabia Saudí y Omán.

“La mayoría de las mujeres árabes quieren trabajar, y entre ellas hay un gran número de licenciadas, pero el gobierno se ha negado a eliminar los muchos y serios obstáculos colocados en su camino”, dijo Sawsan Shuja de Mujeres Contra la Violencia, una organización con sede en Nazaret.

Esa valoración se apoyaba en una investigación que este mes revelaba que el 83% de los hombres de negocios en las principales profesiones –incluyendo los sectores dedicados a la publicidad, el derecho, la banca, contabilidad y los medios- habían admitido ser contrarios a contratar a licenciados árabes, fueran hombres o mujeres.

Yusef Yabarin, urbanista de la Universidad Técnica Technion, en Haifa, que ha dirigido una de las más amplias investigaciones sobre el empleo de las mujeres árabes en Israel, dijo que los problemas a que se enfrentaban las mujeres árabes eran únicos.

“En Israel, han afrontar una doble discriminación: porque son mujeres y porque son árabes”, dijo.

“La media en el mundo árabe [de empleo femenino] es de alrededor de un 40%. Sólo las mujeres en Gaza, Cisjordania e Iraq –donde se dan circunstancias excepcionales- tienen tasas más bajas de empleo que las mujeres árabes en Israel. Hay que explicar el por qué de esa brecha y las respuestas no están donde el ministro las está buscando”.

Manifestó que hay una amplia gama de factores que mantienen a las mujeres árabes en una situación de atraso, muchos de ellos como consecuencia de las políticas discriminatorias de los sucesivos gobiernos que impiden que la minoría árabe, compuesta por 1,3 millones de personas y que representa la quinta parte de la población israelí, se beneficie del desarrollo económico.

Dichos factores incluyen: extendida discriminación en las políticas de contratación tanto por parte de empleadores privados como del gobierno; falta de interés para crear zonas industriales y fábricas en las comunidades árabes; grave carencia de servicios de atención infantil subvencionados por el Estado en comparación con las comunidades judías; falta de transporte público en las zonas árabes que impide que las mujeres puedan llegar a sus lugares de trabajo y carencia de cursos de formación dirigidos a las mujeres árabes.

Según un estudio de Mujeres Contra la Violencia, el 40% de las mujeres árabes licenciadas no puede encontrar trabajo.

Cuando se le entrevistó, el Sr. Yabarin dijo que el 78% de las mujeres sin empleo culpaban de su situación a la falta de oportunidades de empleo.

Maali Abu Rumi, de 24 años, de la ciudad de Tamra, al norte de Israel, lleva buscando un empleo de trabajadora social desde que terminó sus estudios hace dos años. Dijo que los institutos árabes, que cuentan con muy escasa financiación, y la minoría árabe de Israel no contaban con los equivalentes a las instituciones y fundaciones de asistencia social financiadas por judíos ricos de ultramar que ofrecían trabajo a muchos trabajadores sociales judíos.

“La mayoría de los judíos con los que estudié han encontrado trabajo, sin embargo muy pocos de los árabes de mi curso están empleados”, dijo. “Cuando te llega algún trabajo, normalmente es a tiempo parcial y hay docenas de solicitudes”.

El Centro de Planificación Alternativa, una organización árabe que estudia el uso de la tierra en Israel, informó en 2007 que sólo el 3,5% de las zonas industriales del país se situaban en comunidades árabes. Los pequeños negocios que resultan más atractivos, los talleres de reparación de coches o de alfombras, ofrecen pocas oportunidades para las mujeres.

“El sector privado israelí está casi completamente cerrado a las mujeres árabes debido a las prácticas discriminatorias de los patrones que prefieren emplear judíos”, dijo el Sr. Yabarin. Añadió que el gobierno no facilitaba oportunidades: entre quienes trabajaban para el gobierno, menos del 2% eran mujeres árabes, a pesar de las repetidas promesas de los ministros de aumentar el reclutamiento entre los árabes.

La Sra. Shuja dijo: “La administración pública es el mayor empleador, pero muchos de sus puestos de trabajo están en el centro del país, en Tel Aviv o Jerusalén, lo que implica tener que hacer un largo recorrido desde el norte, que es donde vive la mayoría de los ciudadanos árabes”.

Señaló que no había autobuses regulares desde Nazaret, la mayor ciudad árabe en el país, a Jerusalén. “La situación del transporte es incluso peor en los pueblos donde viven mayoritariamente las mujeres árabes”.

Además, dijo, la mayoría no puede desplazarse largas distancias para encontrar trabajo debido a la escasez de instalaciones de guardería para cuidar a los niños. El gobierno sólo ha establecido 25 centros de día para niños en etapa preescolar en las comunidades árabes frente a los 1.600 que funcionan por todo el país. La Sra. Shuja criticó también al ministerio de industria y comercio, diciendo que, aunque había invertido fuertes cantidades en la formación de las mujeres judías, sólo el 6% de las mujeres árabes estaban asistiendo a los cursos, en su mayoría cursos de corte y confección y secretariado.

El Sr. Yabarin dijo que también los hombres árabes se enfrentaban a una discriminación masiva pero que encontraban trabajo porque satisfacían una necesidad de la economía haciendo los trabajos duros manuales que la mayor parte de los judíos se niegan a realizar, teniendo que viajar a largas distancias para trabajar en la construcción. “Sencillamente, las mujeres no tienen esa opción”, dijo. “No pueden hacer ese tipo de trabajo y necesitan quedarse cerca de sus comunidades porque tienen responsabilidades en el hogar”.

Fuente: http://www.thenational.ae/apps/pbcs.dll/article?AID=/20091130/FOREIGN/711299906/1042

sábado, octubre 31, 2009

México, a la retaguardia en equidad de género...

Mujeres y hombres disfrutan mayor igualdad en toda América Latina
Por: Kerstin Bognar / Cimac
México descendió dos lugares en el Índice de Disparidad entre Géneros (IDG) de 2009 con respecto a 2008, con lo que se sitúa en el penúltimo lugar de la región de América Latina y el Caribe, sólo por encima de Guatemala, país que ocupa el puesto número 111.

Así lo informa un reporte publicado el martes pasado por el Foro Económico Mundial (FEM), una organización internacional sin fines de lucro con sede en Ginebra, Suiza. De acuerdo con el texto, México descendió del lugar 97, que tenía en 2008, al 99 de 134 países evaluados. Esto significa que en todos los demás países latinoamericanos y caribeños, con excepción de Guatemala, existe más equidad entre hombres y mujeres que en la república mexicana.

El Índice de Disparidad, que evalúa el reparto y buen uso de los recursos y oportunidades en las áreas de educación, salud, participación económica y poder político entre la población femenina y masculina de cada país, menciona que en México disminuyó la disparidad de los ingresos por género, pero hubo retrocesos en términos de equidad del poder político, especialmente en el número de posiciones ministeriales ocupadas por mujeres, que descendió de 16 a 14 por ciento.


Sin embargo, con respecto a la disparidad de los ingresos, cabe recordar que, según datos de la Red de Mujeres Sindicalistas presentados este año, 16.2 millones de trabajadoras presentan una brecha salarial del 26 por ciento en relación con los hombres, lo que las pone en desventaja y, aun cuando realizan la misma labor y tienen igual nivel escolar que ellos, las lleva a ocupar los peores empleos.

Además, 46.6 por ciento de las 16.2 millones de trabajadoras recibe entre uno y dos salarios mínimos, lo que representa un ingreso mensual de entre mil 500 y tres mil pesos.

Para la competitividad y el desarrollo de un país, es esencial otorgarles los mismos derechos y las mismas oportunidades a las mujeres que a los hombres, señala el informe.

“Las mujeres y las niñas constituyen la mitad de la población mundial y sin su compromiso, su capacitación y su colaboración no podemos aspirar a lograr una rápida recuperación económica ni abordar eficientemente retos globales, como el cambio climático, la seguridad de los alimentos y otros conflictos”, afirmó el fundador y presidente ejecutivo del FEM, Klaus Schwab.

El informe demuestra, además, la correlación positiva entre el IDG y el Índice Global de Competitividad, lo que significa que los países más competitivos son los que tienen más equidad de género. Aunque la correlación no comprueba la causalidad, es evidente que otorgarles más poder a las mujeres simplica un uso más eficiente del talento humano de una nación.

Asimismo, el texto enfatiza la importancia de la distribución equitativa de la educación entre la población femenina y masculina, y advierte que 82 de los 134 países evaluados han conseguido que la educación se distribuya de igual manera entre hombres y mujeres. En otras 41 naciones -entre ellas México- se ha logrado una equidad en la educación de entre 90 y 99 por ciento. Nueve países, la mayoría de ellos en África Subsahariana, están lejos de alcanzar este objetivo.

De acuerdo con el reporte, la educación tiene un impacto positivo en la población femenina: cada año de escuela primaria incrementa la capacidad individual de obtener ingresos entre 10 y 20 por ciento mayores; el efecto de la educación secundaria y terciaria en los futuros ingresos es todavía más alto.

Las mujeres que recibieron educación, tienden más a mandar a sus hijas e hijos a la escuela. Además, las hijas y los hijos de mujeres educadas generalmente tienen un mejor estado de salud, se alimentan mejor y tienen una esperanza de vida más alta.

El informa advierte también que el riesgo que corre una mujer de morir por causas relacionadas con el embarazo y el parto es 300 veces más alto los países en vías de desarrollo que en los países industrializados. El 80 por ciento de estas muertes podría ser prevenido si las mujeres tuvieran acceso a los servicios básicos de salud y maternidad.

Por ello, se enfatiza la importancia de mejorar los sistemas de salud y de aumentar el personal cualificado para atender la salud de las mujeres.

El índice advierte que en ningún país del mundo se ha logrado “cerrar la brecha entre los géneros”. Los países con menos disparidad entre hombres y mujeres son Islandia, Finlandia y Noruega, con poco más de 80 por ciento, mientras que el país con menos equidad es Yemen, con apenas 46 por ciento.

“Los países que no capitalizan totalmente una mitad de sus recursos humanos corren el riesgo de socavar su potencial competitivo. Es nuestro deseo resaltar el incentivo económico que se esconde al conceder poder a las mujeres y promover la igualdad como un derecho humano básico”, señaló Saadia Zahidi, coautora del informe y directora del Programa para la Igualdad de Género y Mujeres Líderes.

El Índice de Disparidad se publicó por primera vez en el 2006. Fue elaborado para crear una mayor conciencia acerca de los desafíos planteados por la inequidad de género y las oportunidades que implica su reducción.

viernes, octubre 30, 2009

Portugal: El poder sigue con rostro masculino...

Por: Mario de Queiroz / Fuente: IPS
Madre y esposa, en su puesto tradicional de ama de casa y sumisa al marido, era el retrato de las portuguesas trazado por el dictador Antonio de Oliveira Salazar, quien no les reconocía el derecho al voto ni a ocupar cargos públicos. Ahora, tras 35 años de democracia, los hombres aún predominan en el gobierno.

Oliveira Salazar (1889-1970) es el arquitecto del régimen corporativista instaurado en 1926 y del que se mantuvo al frente hasta 1968, cuando fue reemplazado por incapacidad por su "delfín", Marcello Caetano (1906-1980), quien fue derrocado por militares izquierdistas en 1974.

A lo largo de esas décadas en Portugal sólo se reconoció derechos a las mujeres si eran casadas y siempre que fuesen ejercidos en su nombre por el marido, que la ley definía "jefe de la familia".

Antes de la llamada Revolución de los Claveles, a muchas portuguesas se les impidió unirse en matrimonio con quien querían, las casadas no podían vender sus propiedades sin permiso del marido, las enfermeras debían ser obligatoriamente solteras y las profesoras tenían que pedir autorización a su superior jerárquico para contraer matrimonio.


Treinta y cinco años más tarde y 24 gobiernos después, a pesar del aumento de dos a cinco mujeres en el nuevo gabinete del primer ministro socialista, José Sócrates, y una mayor presencia femenina en el parlamento, el poder real continúa con un perfil predominantemente masculino.

Entre los nombres del nuevo gobierno, que juró en la víspera ante el presidente Aníbal Cavaco Silva, se destacan los de cinco ministras en un total de 16, el mayor porcentaje registrado desde la revolución democratizadora de 1974, cuando las mujeres fueron legalmente reconocidas como iguales a los hombres.

Isabel Alçada juró como ministra de Educación, Dulce Pássaro lo hizo en Ambiente, Helena André en Trabajo, Gabriela Canavilhas en Cultura y Ana Jorge en Salud.

Sin embargo, la cuota legal de un tercio de mujeres en cargos electivos no fue cumplida este año al cabo de tres convocatorias a las urnas, destinadas a renovar la legislatura y las autoridades municipales, y a designar representantes al Parlamento Europeo.

La cuota de 33 por ciento no fue observada al conformarse el nuevo gobierno nacional, tampoco por el parlamento unicameral que inició una nueva legislatura de cuatro años a comienzos de este mes y menos aun en el caso del poder autárquico de las alcaldías elegidas también en esta fecha.

Entre los partidos representados en el Congreso legislativo, sólo los ex trotskistas del Bloque de Izquierda superan el tercio legal, con 37,5 por ciento de diputadas. El Partido Socialista (PS) alcanza 28,9 por ciento y el Socialdemócrata (PSD), conservador pese a su nombre, cuenta con 27,2 por ciento de parlamentarias.

En el lado opuesto se ubican los comunistas, con 20 por ciento, seguidos de cerca por el Centro Democrático Social, de derecha nacionalista, con 19 por ciento de diputadas.

El gobierno se acerca más al cumplimiento de la ley, al contar con 31,25 por ciento de ministras, abriendo una brecha enorme con la avasalladora diferencia en el poder autárquico, donde sólo 22 de las 328 ciudades del país son gobernadas por alcaldesas, es decir un modesto 6,7 por ciento.

El índice global que mide la desigualdad de géneros, presentado este martes en Nueva York por el Foro Económico Mundial, indicó que Portugal descendió cinco posiciones respecto de 2008. La mayoría de los asientos del poder político continúan siendo ocupados por hombres.

Entre los 134 países analizados en el mundo, Portugal ocupa ahora el puesto 46, en una lista encabezada por Islandia, Finlandia y Noruega y que cierran Yemen, Chad, Pakistán y Benín. En el caso de la Unión Europea (UE), el último de la lista es Italia.

Portugal también perdió posiciones en el campo económico, con una caída en las oportunidades de carrera dadas a las mujeres, en la igualdad de salarios y en las ventajas en el acceso a la educación y a altos cargos en las empresas, la justicia y las profesiones técnicas.

El índice evalúa la manera como cada país adjudica las oportunidades existentes, más allá de de los recursos disponibles. Ello explica que Portugal quedara debajo de Uganda, en el lugar 40, y en particular de Botswana, que llegó al 39 tras subir 26 escalones gracias al notable aumento de la participación de las mujeres en la fuerza laboral y avances en la igualdad salarial.

Pasados siete lustros desde que los capitanes revolucionarios abolieron toda restricción a la mujer en Portugal, el poder político continúa reproduciendo discriminaciones de sexo.

"Esta democracia es incompleta", opinó ante la consulta de IPS Manuela Góis, vicepresidenta de la Unión de Mujeres para Alternativa y Respuesta (UMAR), la más activa organización portuguesa dedicada a la igualdad de géneros.

A pesar de integrar 14 deputadas más que en el periodo anterior de 2005 a 2009, el parlamento que resulto de las elecciones del 27 de septiembre no cumple con la ley de paridad aprobada en agosto de 2006, que establece el mínimo de un tercio de legisladoras, al contar con sólo 27,3 por ciento de mujeres.

"Se continúan reproduciendo las discriminaciones de género que se pensaba fuesen reducidas al mínimo con la ley de la paridad, que establece una representación mínima de 33 por ciento de cada sexo en los parlamentos nacional y europeo, así como para los municipios", lamenta Góis.

La activista, cuyo itinerario de lucha incluye acciones clandestinas durante la dictadura, sostiene a título personal, "porque aún no nos hemos reunido en la dirección para debatir el tema" que el nuevo gobierno también es "carente de igualdad de géneros".

Explica que "el ingreso de tres mujeres más en el nuevo ejecutivo de Sócrates evidencia el andro-centrismo endémico que enferma las consciencias de los responsables políticos de este país".

"En una sociedad con mayoría de mujeres, que representan más de la mitad de personas con licenciatura universitaria, es difícil concebir que un gobierno, que asume en 2009, sólo tenga cinco ministras asociadas a estereotipos de género, tales como cuidar, educar y su relación con la naturaleza, como indican las carteras que toman a su cargo", añadió.

Más optimista, pero también crítica, es la opinión de la presidenta del Departamento Nacional de las Mujeres Socialistas, Maria Manuela Augusto, quien confesó a la prensa su "insatisfacción" con la aplicación de la ley, inclusive en el PS.

La dirigente afirmó que "las mujeres son ‘sacrificadas’ en las listas y, salvo rarísimas excepciones, son colocadas en tercero, sexto o noveno lugar entre los candidatos a deputado", que en los círculos electorales más pequeños, "no son elegibles".

Con 35 años de democracia, Portugal "ofrece a las mujeres paridad en la ley, pero se las niega en la práctica", acusa Góis, pese a reconocer que "el peso cultural, histórico e ideológico han sido grandes obstáculos para que las mujeres ejerzan sus derechos".

Añadió que no es posible "conciliar con un gobierno que en la práctica reproduce las discriminaciones de género, apagando a las mujeres del poder político, considerándolas ciudadanas de segunda".

Al concluir su diálogo con IPS, la vicepresidenta de UMAR recordó que las exigencias de las activistas son "la paridad en los organismos del poder político, en las actividades económicas y sociales, y, ¡también exigimos igualdad en casa!".

martes, septiembre 01, 2009

México: La política económica, ciega a las desigualdades de género

Por: Guadalupe Cruz Jaimes / Cimac
Los resultados de las medidas que en enero pasado tomó el gobierno federal en apoyo al empleo y a la economía familiar frente a la crisis económica --dadas a conocer por Felipe Calderón Hinojosa en su mensaje mediático previo al Tercer Informe de Gobierno, que esta tarde entregó a la Cámara de Diputados--, son acciones “sueltas” que no miran las necesidades de las mujeres y de la población más pobre.

El empleo temporal, los paros técnicos, el cambio de electrodomésticos, el apoyo a la Pequeña y Mediana Empresa (Pymes), los créditos de vivienda y la estatización de los precios de gasolina forman parte de la política que se lleva a cabo en nuestro país desde hace 20 años, “ciega al género y a las desigualdades sociales”, aseguró la economista Hilda Salazar, de la Red de Género y Medio Ambiente de México.

En entrevista con Cimacnoticias, Salazar explicó que estas acciones “sueltas” no impactan en la economía del país y tampoco en la generación de bienes y servicios, además de no representar medidas emergentes y “mucho menos” estructurales para contrarrestar el impacto de la crisis económica.


Y es que, dijo, por un lado corre una política macroeconómica que recorta 85 mil millones de pesos del gasto público, que sí impacta en la economía del país y, por el otro, “pequeños” apoyos sin relevancia en este ámbito. Estas medidas, que se aplican en el país desde hace dos décadas, agudizan sus efectos en tiempos de crisis, pues “reducen aún más el gasto público y amplían más la deuda”, que recién se anunció se estima en 100 mil millones de pesos, así como mayores desigualdades sociales y de género.

“MEDIDAS ANTICRISIS”

Los más de 500 mil empleos temporales creados este año son una transferencia monetaria, insignificante frente a los 2.4 millones de personas desempleadas, 4.8 millones subocupadas y 12.2 millones que laboran en el sector informal en el país, consideró Salazar.

Además, indicó que las y los trabajadores eventuales se ocupan a veces por tres meses y ganan el salario mínimo laborando, entre otras muchas actividades, en la restauración de museos nacionales, haciendo brechas contra incendios, abriendo caminos o ampliando redes de agua potable.

Respecto a los paros técnicos, que según Calderón Hinojosa ayudan a conservar el empleo, la economista refirió que sólo se aplican en las grandes empresas, la mayoría automotrices, un ámbito “altamente masculino”; en contraste, dijo Salazar, el mandatario no pronunció “ni una sola palabra” sobre el trabajo doméstico, una de las labores donde más se ocupan las mexicanas.

En tanto, el cambio de electrodomésticos que benefició a alrededor de mil familias, también resulta mínimo si se toma en cuenta que en México existen casi 25 millones de familia.

En este sentido, Salazar señaló que del 10 por ciento del costo al gas de consumo doméstico y la estatización de los precios de las gasolinas no se percibe en una reducción del gasto de las familias, pues al mismo tiempo se elevó la canasta básica entre un 20 y 30 por ciento.

Sobre el apoyo a cien mil Pymes, Hilda Salazar comentó que la información es incompleta para estimar el impacto que pueda tener; sin embargo, consideró posible que este número de empresas beneficiarias incluya el programa de micronegocios que fomentan las secretarías de Desarrollo Social y la de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), los cuales existían antes de la presentación del programa anticrisis del mandatario.

Con base en lo anterior, la economista, experta en temas de género, refirió que estas medidas, acordadas por Calderón Hinojosa en enero pasado con el sector empresarial, sindical y gobernadores estatales, no contemplan las necesidades particulares de las mujeres y de la población pobre del país, pues “el desempleo, el alza de la canasta básica y la reducción de los servicios por el recorte presupuestal tiene impacto en la economía del cuidado, que no se está visibilizado”.

Para las mujeres el impacto es dual, en tanto por un lado está la necesidad de buscar o conservar el empleo y por el otro se encuentran con el aumento de la carga de trabajo doméstico, ya que tienen que suplir lo que no se puede obtener en el mercado porque los recursos son insuficientes, debido a los bajos ingresos.

Además, ante las carencias, las mujeres salen a buscar fuentes alternativas de trabajo, actividad a la que se suman las labores del hogar como el cuidado de niños, enfermos, limpieza, acarreo de agua, leña, en las zonas rurales.

En México, a diferencia de naciones como Estados Unidos y otras de América Latina, el gobierno sigue en espera de la inversión extranjera directa, que “no funciona en tiempos de bonanza y mucho menos en crisis”, en lugar de generar empleos del gasto público y fortalecer el mercado interno, concluyó la economista.

martes, julio 14, 2009

Mujeres, un llamado a eliminar la desigualdad de géneros

Por Yeanny González Peña / Fuente: Prensa Latina
La Organización de Naciones Unidas dedica hoy el Día Mundial de la Población a las mujeres, cuya desigualdad económica y de género, las convierten en uno de los grupos más marginados y vulnerables del planeta.

Ellas representan, sin embargo, una vía para la recuperación y el crecimiento económico local, afirmó el secretario general del Consejo Nacional de Población (CONAPO), Félix Vélez, en el contexto de las celebraciones, que este año tiene como lema Respuestas a la Crisis Económica: invertir en las mujeres es una decisión inteligente.

Al analizar la problemática del llamado sexo débil en México, que aportan más que los hombres en la salud, la alimentación y la educación de sus hijos, Vélez destacó la brecha de género que media tanto en las relaciones económicas como sociales.

La fuerza de trabajo femenina va en ascenso y la participación laboral es particularmente relevante, ya que en el 19,1 por ciento de los hogares las madres son la única fuente de ingreso, explicó.


Sin embargo, consideró, persiste un resquicio salarial entre sexos, y su disminución ha sido muy lenta.

A juicio del directivo, dos temas importantes para continuar cerrando esa diferencia son igualar las oportunidades de desarrollo de las capacidades y combatir la discriminación laboral.

Sobre ese tema abundó la directora general de Evaluación y Desarrollo Estadístico INMUJERES, Mónica Orozco, para quien las brechas en el desarrollo humano de mujeres y hombres son visibles en el acceso diferenciado a la educación, la participación económica y en la toma de decisiones.

Sigue siendo imprescindible la incorporación de la perspectiva de género en el diseño de políticas públicas para reducir la desigualdad económica y social, consideró.

La discriminación salarial, dijo, es uno de los principales aspectos de la desigualdad laboral.

Abogó por generar políticas que favorezcan la nivelación de incentivos para la contratación de ambos sexos por igual.

Una encuesta nacional de Ocupación y Empleo indica que 28,9 por ciento de las féminas que terminaron una carrera profesional no están disponibles para trabajar, y más de 40 por ciento de ellas tienen menos de 35 años, es decir, están en pleno ciclo reproductivo.

Las complicaciones en el embarazo y en el parto constituyen la principal causa de muerte de la mujer en el mundo y la mortalidad derivada de la maternidad representa la mayor inequidad en lo que respecta a salud.

Al respecto, el representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en México, Arie Hoekman, recordó que el Banco Mundial pronosticó un aumento de la mortalidad materna e infantil, mayores tasas de abandono escolar en las niñas, y más incidencia en la violencia contra ese sector poblacional, por la actual crisis económica.

En este país, la tasa global de fecundidad ha descendido de manera sostenida debido, entre otras cosas, a la práctica de la anticoncepción y la planificación familiar que inciden en la transformación de las pautas reproductivas y contribuyen a disminuir la inequidad de género, indicó por su parte Vélez, el secretario de CONAPO.

Cuando una mujer tiene los hijos en el momento que los desea, puede optimizar las diferentes facetas de su vida (trabajo en el mercado, crianza de los hijos, trabajo en el hogar, esparcimiento), especificó, aunque no mencionó que México es uno de los países más rezagados en la aprobación del aborto.

En 1989 la ONU instituyó el Día Mundial de la Población en ocasión del nacimiento del habitante número cinco mil millones del planeta, con el fin de reflexionar sobre los avances, y los retos poblacionales del mundo.