Hablar de racismo en Uruguay es nuevo. El país siempre se pensó como igualitario y tolerante. Sin embargo, un análisis somero de algunos indicadores sociales muestra que la raza puede condicionar las oportunidades de una persona. La campaña “¿Qué parte no entendés?” del Ministerio de Desarrollo Social busca “poner los lentes para que se vea que acá hay un problema”, dijo Alicia Esquivel, directora del Departamento de Mujeres Afrodescendientes.
Mientras la pobreza alcanza a un 24% de la población blanca, entre los negros la cifra trepa al 50%. A los liceos accede un 41% de los adolescentes blancos y un 22% de los negros. La indigencia afecta a un 2% de los blancos y a un 5% de los afrodescendientes.
Con estos y otros datos trabaja el Departamento de Mujeres Afrodescendientes del Ministerio de Desarrollo Social y para sensibilizar a la población lanzó una campaña que invita a “celebrar la diversidad”, con el eslogan “¿Qué parte no entendés?”. 180 conversó de esa campaña con la directora de esa oficina, Alicia Esquivel.
¿Por qué se lanza esta campaña en este momento?
Dentro de nuestros objetivos está el de la difusión y la sensibilización frente al racismo. En ese lugar se enmarca la campaña. Forma parte de las herramientas que tenemos para llegar a nuestro objetivo estratégico. Por un lado, tuvimos que trabajar mucho a nivel de la sociedad civil para que nuestra sociedad tan “igual”, “no racista” y tan “yo tengo un amigo negro”, de que acá no hay racismo o es solapado –como si el racismo pudiera ser mejor o más suavecito- se sensibilizara y captara la problemática.
Fue un trabajo muy fuerte desde la sociedad civil al que el Estado le dio respuesta ya desde el período anterior. Por eso se creó este departamento.
Uruguay siempre se pensó como un país en el que no existía el problema racial. Hace unos años que se está trabajando por ejemplo en difundir que la pobreza es proporcionalmente mucho más alta en la población negra que en el resto. ¿Cómo definiría el estado de aceptación o de conocimiento que actualmente se tiene de ese tema? ¿Ha evolucionado?
Acá hubo una situación muy clara. En este país nunca se permitió decir “yo soy racista”, mientras en otros países sí se podía. Por ejemplo, en Estados Unidos. En este país, por más que tuvieras prejuicios, fueras racista, decir que los negros son seres inferiores, haraganes o sucios –todas las cosas con las que se nos puede ver en el imaginario colectivo- no era aceptado. Más bien era una cosa dentro de casa. Cuando salimos a plantearlo, hubo una gran oposición. “Eso no es verdad, eso no pasa”, decían. Cuando se empezaron a mostrar las brechas de desigualdad creo que hay a nivel social una aceptación de que esta situación está pasando.
Quizás no estemos de acuerdo en cómo se puede resolver o no se tenga muy claro lo que es el racismo institucional. Pero sí hay acuerdo respecto a que hay cosas que han hecho que el colectivo negro no se pudiera desarrollar igual que el colectivo no negro.
¿Cuál es el mensaje detrás de la campaña? ¿Cuál es la parte que no entendemos?
Yo no te voy a decir lo que algunos de nosotros planteamos porque esta es una campaña de impacto. Puedo decir alguna cosita pero la idea es que todos y todas sean capaces de decir muchas cosas. Que realmente sea un impacto y que digan cosas que por ahí no son las que nosotros valoramos desde este lugar. Que desde algún lugar les haga poner los lentes como para ver que acá hay un problema.
Más que de diferencias o de comparaciones, hablamos de analogías. Que nos podemos mover en un mundo hiper diverso, entendiendo esa diversidad, y de repente no generando que esa diferencia te ponga en situación de ser segregado o discriminado. Como si no tuvieras los mismos sentimientos o actitudes.
Usted es médica pediatra, una situación no muy frecuente en Uruguay, la de un profesional negro. ¿Qué hubo en su historia, en su vida, que no se da en la de otras personas negras?
Los profesionales y técnicos somos un 10% de la población afro, mientras que es casi un 30% en la población en general. Ni te cuento en cuanto a los estudios terciarios porque la brecha es enorme.
En mi caso, tiene que ver con un tema familiar. Tiene que ver mucho con dónde estaban colocados y posicionados mis abuelos, tiene que ver con quiénes los acompañaron y en cómo aprovecharon esa situación. Fue una de esas pocas familias que tuvo un lugar donde formarse y educarse. Mi abuela pensaba que sus hijos iban a ser profesionales. No pudieron serlo, pero sí sus nietos.
Es un tema que tiene que ver con lo familiar y que es interesante charlarlo en esa actitud proactiva de que igual en medio de esta situación, se puede. Eso es lo que habitualmente no genera esta sociedad. Esta sociedad en general es al revés: círculos de pobreza, de resignación, de no se puede y de falta de autoestima.
Entonces, ¿cuáles son las cosas que hay que atacar puntualmente para revertir esa situación?
Primero una discusión inclusiva donde se trate este tema claramente. Por eso a mí me entusiasma que el “¿Qué parte no entendés?” entre en las ceibalitas. Eso va a significar un trabajo muy grande de este departamento porque no podemos tirar esto así nomás sino que tenemos que analizarlo con los docentes. No sé si podrá ser en este período o después pero que el niño empiece a plantearse esto. Que además lo lleve a su casa donde de repente tiene un lenguaje que es racista o discriminatorio, que coloca al afro en un lugar completamente distinto o inferior. Te pueden poner en un lugar diferente pero no inferior.
Un trabajo que tiene que ver con una educación inclusiva que trate todas las discriminaciones y ésta en particular. Porque esta discriminación no es mejor ni peor que otras, pero es una discriminación con la cual la gente transita todos los días sin que se le pare un pelo. En cambio ante cualquier otra violación de un derecho humano inmediatamente decís “qué pasa” y prendés las alarmas amarilla y la roja. Aquí escuchás continuamente motes, dichos, actitudes y la pasamos como si fuera una cosa más, con tolerancia incluso del colectivo afro.
Además, el ponderamiento y las acciones afirmativas, de discriminación positiva. Esas medidas en general son transitorias para tratar de que el partir no sea tan diferente. Pero no solamente pasa por un tema de cuotas…
Hay que ver a los afro fuera de donde nos pone el imaginario, en general vinculados a nuestra cultura. No la negamos para nada, no negamos el candombe ni todo lo significa el tambor, pero además de eso estamos sentados en una oficina, estamos haciendo gastronomía, en mil lugares trabajando codo a codo con el resto.
¿Por qué se refiere a los negros como “afrodescendientes”?
Es una posición muy fuerte que tomamos los militantes desde la Conferencia de Durban. No es un tema de si me siento mal o peor, sino porque somos así. Yo soy afrouruguaya y me siento profundamente uruguaya. Pero además podría ser afrocaribeña… dependiendo del barco negrero que trajera a los míos y donde los hubiesen tirado. No fue un tema de elección.
Fundamentalmente para hablar de la diáspora y defendiendo sus derechos es que tomamos lo de afrodescendientes. No es otro tema. Hay gente que piensa que es porque nos sentimos mal. No, al contrario.
¿Pero está mal decir “negro”?
No. No está mal ni bien. Simplemente nosotros nos referimos así a nosotros mismos. Entendemos que es mucho más claro y hablamos de nuestras raíces diciendo que somos afrodescendientes.
¿No tiene que ver con que el término negro durante un tiempo pudo ser despectivo?
Entre otras muchas cosas cuando se resolvió esto estaba el tema de lo despectivo. Lo negro es lo sucio, lo negro es lo malo, es el diablo, lo oscuro, lo que está mal… Eso tuvo que ver pero fundamentalmente es un posicionamiento político. El racismo se adecua a las diferentes situaciones y va a trabajar en donde esté de una manera o de otra. Pero la lucha es siempre la misma y eso es lo que nos une.
Por: Mauricio Erramuspe.
Fuente: http://www.180.com.uy/articulo/12926?pag=1 y Legado Afro
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