viernes, diciembre 18, 2009

Una "subversiva" que no se muere: Mother Jones...

Por:Valerio Evangelisti / Nosotras en Red
El más difundido periódico de la izquierda estadounidense, ganador de premios prestigiosos por su calidad periodística, se intitula Mother Jones. Un homenaje, que se perpetúa, a uno de los más formidables personajes que la historia del movimiento obrero estadounidense haya jamás conocido.

Mother Jones, apodo de la irlandesa Mary Harris Jones, tuvo una vida larguísima, que consagró, a partir de la edad madura, a las luchas del proletariado y al apoyo de la ideología socialista. No sorprende la presencia de una mujer, en Estados Unidos, a la cabeza de las clases subalternas y de sus revueltas reivindicadoras. Sendos ejemplos fueron numerosos, de Elizabeth Gurley Flynn a Emma Goldman, a Emma Florence Langdon, amén de muchas otras más, menos conocidas, hasta llegar a nuestros días. Más bien, llama la atención la edad madura en la que Mother Jones se dedicó al activismo y la coherencia con la que defendió sus propias convicciones hasta los últimos días de su existencia, con más de noventa años. En un contexto político-social que definir “hostil” es un eufemismo.

La historia del movimiento obrero estadounidense, olvidada por muchos incluso en patria, ha sido dura y despiadada, alcanzando con facilidad y frecuencia picos vertiginosos de ferocidad. Un proletariado joven de formación y heterogéneo desde el punto de vista racial, continuamente remodelado por los siguientes flujos migratorios, tenía que enfrentarse con una clase patronal anglosajona igualmente de recién formación y totalmente sin escrúpulos, capaz de recurrir –en su caso, y en total impunidad- al homicidio, al linchamiento, a la matanza.

Existía, además, un enemigo más insidioso: una mentalidad difundida, de origen puritano, que veía en el éxito económico personal el equivalente de una virtud bendecida por Dios, y en quien lo contrastaba una matriz diabólica. Además del racismo, y una idea de patria inspirada a la concepción de pueblo elegido, con una misión civilizadora por cumplir no sólo en América, sino en el mundo entero.

Mother Jones se opuso a todo esto desde el momento en que su familia se quebrantó. Se inscribió a una familia más grande y universal que incluía a trabajadores de cualquier raza, y expresó repulsión hacia las guerras patrióticas de todos modos justificadas. Fue “mamá” para los mineros en huelga, para los niños obligados a oficios que los mataban, para los rebeldes antimilitaristas. Pero una mamá singular, que no predicaba la conciliación, sino el conflicto de clase. Desafió todos los estereotipos de su tiempo, del papel de la mujer al de mujer anciana, paralelo pero aún más constrictivo. Un juez la llamó “abuela” para burlarse y compadecerse de ella. Ella acogió el apelativo con orgullo: sí era “abuela”, pero para nada pacificada.
Tuvo que ver con alguaciles, vigilantes de cualquier especie, guardias nacionales, escuadrones antihuelgas, esquiroles, policía, cámaras de comercio, agencias de espionaje: la armada inmensa, con licencia para matar, que un Estado claramente faccioso podía echar a andar en contra de los explotados en revuelta. Mother Jones, en arrestada diversas ocasiones, vio en acción toda la potencia de una burguesía sin frenos en las fases, que compartió totalmente, del nacimiento de un movimiento obrero americano. Un movimiento capaz de resistir a la opresión y de intentar contraofensivas, a veces triunfadoras y a veces no: los Knights of Labor, la Western Federation of Miners, los Industrial Workers of the World...

Justo los IWW, o wobblies, marcaron la identidad de una mujer anticonformista, que la moral de aquel entonces hubiera querido ver, cuando no estaba detenida, condenada a tejer o al cuidado de los nietos. Los wobblies fueron los únicos, en su época, que se encargaron de un proletariado precario, móvil, multirracial, perennemente mutante. Expresión americana del sindicalismo revolucionario de origen europeo, luego transitados hacia el anarcosindicalismo, supieron hasta la primera guerra mundial adherirse a la composición de una clase que mutaba de forma y que a veces se confundía con los hoboes, la masa de los “vagabundos” sin raíces. Los interceptaba, gracias a una movilidad territorial típicamente americana, en sus desplazamientos geográficos y de identidad laboral repentinos y obligados. Braceros agrícolas, obreros de fábrica, desempleados, trabajadores ocasionales. Siempre del mismo proletariado de las mil lenguas se trataba, listo para desaparecer en un lugar y para reaparecer en otro. Pero tenían con ello, gracias a los IWW, un sindicato dúctil, capaz de adecuarse a cada contingencia, y, entre otros agitadores, a una “mamá” legendaria: precisamente a Mother Jones.

El declino, para los wobblies, surgió con la primera guerra mundial. Hostiles a una participación estadounidense al conflicto, y fieles a la idea de que un trabajador jamás deba disparar a otro trabajador, se volvieron blancos de campañas de odio cada vez más vehementes. Sus dirigentes, señalados por la prensa como objetivos aliados del enemigo, fueron encerrados, linchados en las formas más horribles, condenados a muerte o a largas detenciones. La caza al wobbly se volvió el deporte favorito del American Legion, del Ku Klux Klan, de grupos de acomodados, por no mencionar a las fuerzas del orden “regulares”. Adherirse al sindicato se volvió sinónimo de traición.
Mother Jones vio quebrarse todo aquello en lo que creía, y la reaparición de formas esclavistas de trabajo, bajo el pretexto del “esfuerzo bélico” y de la consiguiente, indispensable “unidad nacional”. Cuando fue demasiado anciana para participar en persona a la actividad de quienes todavía resistían, se puso a escribir, para entregar a los que vendrían después el recuerdo de su propia experiencia. Jamás había sido una ideóloga. Sus memorias, publicadas en 1925, son más que nada una recopilación de episodios, de bocetos dramáticos, trágicos o conmovedores, de narraciones de actos de coraje. Testimonio de una pasión que la “mamá” de los explotados cultivó hasta la muerte.

Otro movimiento obrero surgió sucesivamente en Estados Unidos, y los mineros de Mother Jones se tomaron, en los años treinta, sus revanchas, con luchas de alcance heroico. Se desencadenaron diversas problemáticas, el sistema a veces pareció abrirse y otras veces se encerró como erizo. La clase obrera permaneció excluida de todo poder de decisión, y sin embargo ciertas temáticas suyas, como la igualdad racial o la liberación femenina, se afirmaron en el dificilísimo contexto americano.
El nombre de Mother Jones siguió circulando, aunque sumisamente, hasta Seattle 1999 y más adelante. En 2007 un musical dedicado a ella fue puesto en escena por un grupo de estudiantes de bachilleres de Connecticut. La “abuela” de los movimientos antagonistas de Estados Unidos no se decide a morir del todo, entra incluso en la épica. Buena señal. Significa que hasta en Estados Unidos no todo está perdido.

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