domingo, abril 26, 2009

“La mujer está ahora más esclavizada a su propio cuerpo porque ha de ser eternamente atractiva”

La socióloga Delfina Mieville señala que “aunque la mujer hoy es más independiente, trabaja y es asertiva… en el fondo es cuando más esclavizada está a su propio cuerpo, porque ha de ser eternamente bella, eternamente joven y, sobre todo, eternamente gustable y activa sexualmente por el placer de otro”.

De ser “muñecas de trapo que cumplían pasivamente sus obligaciones matrimoniales”, las mujeres han pasado a tener otro tipo de deuda con la sociedad. Se les permite ser trabajadoras, independientes “pero no pueden dejar de ser ¿guapas y atractivas”?, aseguró la socióloga.

Mieville considera que el discurso del sistema patriarcal sigue vigente y todavía hoy “la mujer es mujer sólo cuando es deseada por un hombre”. Y al margen de sus propios deseos, “siempre es representada a través de una mirada masculina”. Pero se pregunta si es que la ha perdido o si nunca ha tenido una mirada propia y qué es lo que la mujer desea realmente. “¿Existe un deseo femenino o es sólo una víctima del deseo masculino?.”

Para analizar estas cuestiones la socióloga se apoyó en varias películas de cine, en las que la conducta sexual de los protagonistas rompe con estereotipos.

Como propuesta “subversiva” para cambiar el sistema, del que la mujer es al mismo tiempo “víctima y reproductora”, Delfina Mieville propone que ésta se apropie de lo erótico y de su cuerpo para su placer emocional, físico, intelectual y espiritual. “Yo soy un cuerpo y decido qué hacer, al margen de que tenga con quien compartirlo”.

“Defiendo una reapropiación de lo erótico y del cuerpo, y una consiguiente canalización de ésta hacia el objeto y/o sujeto que ella, como energía erótico-sexual independiente, elija. Una mujer que también desea hacia fuera, pero elige y es consciente de su deseo en primer lugar”.

En definitiva, lo que Mieville propone es recuperar el poder perdido sobre una misma. “La readquisición del cuerpo, de la energía sexual y del deseo es un acto en sí de subversión que ha de actuar en cómo somos representadas. Por lo tanto, pretendo un empoderamiento de lo corpóreo y de la imagen.”span>

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