viernes, abril 24, 2009

Cambio Climático: Mujeres las grandes olvidadas...

Por: Zoraida Portillo
Las mujeres son las grandes ausentes de los estudios sobre los efectos del cambio climático, a pesar de que serán ellas uno de los segmentos de la población que más sentirán los impactos.

El pasado 17 de febrero se presentó en esta ciudad un importante estudio del Banco Mundial, titulado "Desarrollo con menos carbono: respuestas latinoamericanas al desafío del cambio climático", en el que se hacen importantes predicciones sobre lo que podría ocurrir en la región en las próximas décadas, de persistir las malas prácticas medioambientales.

Y aunque se habla de las poblaciones vulnerables y se hacen agudas precisiones acerca de lo que la población debería hacer para mitigar los efectos sobre su vida diaria, no hay una mención explícita a las mujeres.

Esto no es una novedad. Otros estudios presentados en los últimos tiempos sobre el tema, provenientes de organismos internacionales, regionales o nacionales, tampoco se han preocupado de revelar cuál será el impacto de estos apocalípticos cambios que se vaticinan sobre la vida cotidiana de las mujeres.

Walter Vergara, especialista en cambio climático del Banco Mundial, intenta una explicación sobre el por qué de esta omisión. "El impacto (del cambio climático) sobre las poblaciones vulnerables (de América Latina y el Caribe) es tan grande que hasta ahora no se ha hecho una distinción", declaró a SEMlac.

Pero si el impacto va a ser tan grande como se dice, la omisión es mucho más grande porque, obviamente, dentro de las poblaciones vulnerables están las mujeres y las niñas y niños.

En un continente como el nuestro, donde la pobreza, la inequidad y el analfabetismo tienen rostro de mujer, resulta indispensable conocer qué ocurrirá con este sector de la población de cumplirse alguno de los vaticinios de los especialistas y de qué manera las mujeres podrán ser capaces de revertir los impactos.

Algunas de las predicciones del estudio del Banco Mundial son: derretimiento de los nevados andinos; mayor incidencia de enfermedades tropicales, como el dengue y la malaria, en diversas regiones; muerte de los arrecifes corales en el Mar Caribe; reducción de los bosques amazónicos; desaparición de los pantanos del Golfo de México; colapso de la producción agropecuaria si no se hacen modificaciones tecnológicas. En suma, el Apocalipsis para la región.

No hace falta ser especialista para darse cuenta de que serán las poblaciones más pobres, y dentro de ellas las mujeres, las que se enfrentarán a las peores situaciones.

"La tendencia de los impactos del cambio climático es que refuerza el empobrecimiento de las mujeres", señaló recientemente en una entrevista Susan McDade, residente en Cuba del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Esa es una de las pocas referencias al tema de género y cambio climático que se encuentran en la prensa internacional.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido que las mujeres "suelen depender de los recursos naturales más que los hombres, de forma que, cuando los recursos se ven directamente afectados por el cambio climático, los medios de vida de las mujeres también resultan perjudicados.

Aquellas estrategias de adaptación que no tengan en cuenta las diferencias de recursos y vulnerabilidad entre hombres y mujeres tienen pocas posibilidades de éxito".

Según el estudio del Banco Mundial, los glaciares de la Cordillera de los Andes desaparecerán en 20 años. Ello tendrá un terrible impacto negativo sobre la población andina, precisamente una de las más pobres y desamparadas de la región.

El mayor impacto de la desglaciación será sobre el suministro de agua. Ya hoy, por efecto del derretimiento de importantes glaciares de los Andes peruanos, por ejemplo, ha habido una disminución de 12 por ciento en el suministro de agua para la costa. Se han perdido, ni más ni menos, 7.000 millones de metros cúbicos. ¿De qué manera ha impactado esta pérdida en la vida de las mujeres? No hay estudios que lo revelen.

Otro dato importante del informe del Banco Mundial tiene que ver con el costo de los desastres naturales: 325 millones de dólares entre 2000 y 2004.

Todo indica que la ocurrencia de estos desastres aumentará progresivamente, pues desde los años noventa han pasado de uno cada cuatro años a uno cada tres años actualmente. ¿Cuántos de estos desastres han impactado directamente sobre la vida de las mujeres?, ¿cuál ha sido el costo económico?

En estos días, el Perú se enfrenta a los deslizamientos y avalanchas en diversas partes del país. Los expertos señalan que son indicios de lo que se viene a causa del cambio climático, aunque estos desastres naturales ocurran año tras año desde hace más de cinco décadas, casi siempre en los mismos lugares, pese a lo cual las poblaciones continúan construyendo sus precarias viviendas en las mismas áreas. ¿Son ellos los culpables o las autoridades que se hacen de la vista gorda, a pesar de tratarse de una tragedia anunciada?

En ese contexto, no es causal que la primera víctima mortal de las avalanchas de piedra y lodo este año en el Perú haya sido una jovencita de apenas 15 años, y la segunda, un bebé. Una macabra comprobación de la vulnerabilidad de estos sectores de la población.

Para los expertos, las dos palabras claves frente al cambio climático y los desastres naturales son "adaptación" y "mitigación". Ambas requieren de decisiones políticas. En ambas, las mujeres tienen mucho qué decir, "pero no se nos incluye", señaló Ana María Galdós, dirigente barrial de un asentamiento humano, mientras escuchaba atentamente la relación de desastres que se avecinan.

"La interrogante, sin embargo, no debe ser cómo prevenir que las mujeres seamos víctimas del medio ambiente, sino cómo podemos ganar una voz y un voto sobre nuestro propio entorno. El cambio se dará sólo si las mujeres somos incluidas en la planificación y gestión ambientales", dice Catalina Hintchey, coordinadora del Programa Mujer y Hábitat del Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos.

Ricardo Giesecke, coordinador Regional de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), uno de los oradores de la reunión convocada por el Banco Mundial, exhortó a "elaborar una estrategia nacional con políticas de adaptación y mitigación sin remordimientos".

Fue muy explícito en señalar la necesidad de implantar políticas nacionales de ahorro de energía, por ejemplo, "en todos los sectores de consumo, incluidos el doméstico y residencial". Y, ciertamente, dijo a SEMlac, las mujeres tienen mucho que aportar porque la mejora de la eficiencia en una casa no se puede medir, pero sí en tres millones de casas que ahorren energía. "Los ciudadanos y principalmente las mujeres tienen un rol importante que cumplir", añadió.

Por su parte, Vergara también reconoció que se requieren programas dirigidos especialmente a las mujeres, para incluirlas en los planes de ahorro de energía y agua, principalmente. Todo un reto porque, a diferencia de otros proyectos, tendrá que estar dirigido a aquella de ingresos altos, para instarlas a no malgastar estos recursos.

No cabe duda de que el cambio climático constituye un nuevo reto para la equidad de género: las políticas que se adopten para hacer frente a sus impactos deben incluir a la población femenina, pero no victimizándola, sino como una fuerza emergente, capaz de brindar soluciones a la mitigación de los mismos.

RECUADRO


· Las estadísticas demuestran que mueren más mujeres que hombres como consecuencia de los desastres naturales.

· El 90 por ciento de las 140.000 víctimas del ciclón que azotó Bangladesh en 1991 fueron mujeres.

· El tsunami de 2006 mató a tres mujeres por cada hombre.

· Está demostrado que el trabajo doméstico aumenta sustancialmente después de un desastre natural, resultado de lo cual muchas jóvenes abandonan sus estudios para ayudar con las tareas domésticas.

· Son las mujeres las encargadas de buscar y transportar agua en los medios rurales y urbano-marginales. A medida que el líquido se vuelve más escaso, la carga de trabajo para ellas se incrementa, con lo cual la asistencia a la escuela de niñas y jóvenes disminuye en proporción directa al aumento de la distancia para buscar agua.

· Las mujeres de América Latina tienen menos acceso a la tierra que los hombres y cuando acceden a ella, por lo general son terrenos de mala calidad.

· En las poblaciones ribereñas se enseña a nadar a los niños, pero no a las niñas, en consecuencia, cuando hay un tsunami o un desborde, mueren ahogadas más mujeres que hombres.
Fuente: SEMlac

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