AmecoPress. La autonomía económica y el conocimiento son los pilares necesarios para que se produzca una verdadera revolución en Egipto y las mujeres participen activamente en la vida política y se incorporen a todos los niveles del proceso de adopción de decisiones. Esa es la llave que Amany Asfour, presidenta de la Asociación de Empresarias Egipcias se empeña en entregar a la gente para abrir el cofre, aun cerrado, de la democracia y la igualdad.
¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentan las mujeres en Egipto?
Los retos son, tanto para mujeres como para hombres, acabar con la ignorancia y la pobreza. No habrá capacidad de elección mientras no se cambie esto. Si tú vas a un restaurante y te dan una carta extensa de platos ricos, pero no comprendes lo que dice la carta porque no puedes leerla y no tienes dinero para pagar los precios que marca, no puedes elegir. Eso es lo que está sucediendo en Egipto.
¿Y cuáles son los pilares para abordar estos retos?
Nosotras trabajamos con mujeres y jóvenes, de acuerdo a tres ejes: personalidad –conformación de valores, roles y conductas -, legislación y procedimientos para su implementación y el tipo de producto que podemos ofrecer a la sociedad. Pero todo esto ha de trabajarse de un modo integral, en donde la educación y, de manera especial, la familia tienen un papel fundamental. Para producir estos cambios es necesario trabajar con los Gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y los medios de comunicación, y de este modo, construir un circuito que vaya inclinando la balanza hacia la igualdad, la justicia social y la libertad
¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentan las mujeres en Egipto?
Los retos son, tanto para mujeres como para hombres, acabar con la ignorancia y la pobreza. No habrá capacidad de elección mientras no se cambie esto. Si tú vas a un restaurante y te dan una carta extensa de platos ricos, pero no comprendes lo que dice la carta porque no puedes leerla y no tienes dinero para pagar los precios que marca, no puedes elegir. Eso es lo que está sucediendo en Egipto.
¿Y cuáles son los pilares para abordar estos retos?
Nosotras trabajamos con mujeres y jóvenes, de acuerdo a tres ejes: personalidad –conformación de valores, roles y conductas -, legislación y procedimientos para su implementación y el tipo de producto que podemos ofrecer a la sociedad. Pero todo esto ha de trabajarse de un modo integral, en donde la educación y, de manera especial, la familia tienen un papel fundamental. Para producir estos cambios es necesario trabajar con los Gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y los medios de comunicación, y de este modo, construir un circuito que vaya inclinando la balanza hacia la igualdad, la justicia social y la libertad
Las egipcias estuvieron en la primera línea de la revolución en enero y febrero y lucharon codo con codo con sus compañeros en pro de un Egipto más libre y democrático. Sus esfuerzos, sin embargo, no se han traducido en las listas electorales de los partidos egipcios, laicos e islamistas, que en su mayoría han ignorado a las potenciales candidatas o las han relegado a los puestos más bajos en las papeletas. No se está facilitando la participación de las mujeres en esta transición.
¿Cómo se vive esa experiencia?
En el momento de la revolución todos estábamos de acuerdo, queríamos un cambio; salimos a las calles, nos identificamos con esa causa. Pero después nos volvemos a encontrar con la manipulación y con los prejuicios de una sociedad conservadora, que carece de conocimiento y formación. A veces cuesta entenderlo, pero se debe a lo que hemos hablado anteriormente: la ignorancia y la pobreza, desde ahí se controla a las poblaciones y se impide el ejercicio de la democracia. Nosotras, por ejemplo, damos y estudiamos junto a las mujeres y jóvenes un Manual sobre la Democracia, porque realmente, no se sabe lo que significa.
¿Crees que lo que sucedió en Egipto, la llamada primavera árabe, tiene relación con lo que luego pasó en las plazas de muchos países de todo el mundo? ¿Piensas que la gente de todo el planeta está buscando un cambio?
Sin duda, es una revolución de todo el mundo. La gente no está feliz en este mundo, muy pocos cuentan con la mayoría de los recursos, mientras la mayoría vive mal. Por eso la imagen de la famosa plaza Tahrir, llena de gente, se convirtió en un símbolo de poder y de cambio. Egipto fue una chispa que se extendió porque la gente quiere otra cosa.
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