Artemisa Noticias ¿Una forma de conciliar trabajo y familia o un mecanismo de subsistencia? Cualquiera sea el caso, el trabajo por cuenta propia significa que las mujeres que lo realizan están desprotegidas legalmente en su condición de trabajadoras y madres, actuales o futuras.
El trabajo por cuenta propia presenta ciertas particularidades con respecto a la vinculación laboral, ya que la persona que lo desarrolla no es empleada en relación de dependencia pero tampoco tiene empleados o empleadas a su cargo.
A su vez, el cuentapropismo como modalidad de contratación puede subdividirse en dos modalidades diferentes: en primer lugar, las mujeres profesionales independientes y las emprendedoras o cuenta propia especializadas (técnicas), para quienes esta es una forma de trabajo con relativa autonomía.
Por otra parte, se encuentra el autoempleo, conformado por ocupaciones de baja calificación tales como: transportes informales, servicios personales varios, arreglos de todo tipo, y trabajos eventuales. Este último caso, se refiere a ocupaciones inestables, con ingresos y/o rutinas laborales irregulares, como podría esperarse de un trabajo asalariado en negro en una pequeña unidad informal2.
Tal como se puede observar en el gráfico 1, la mayoría de las mujeres que trabajan por cuenta propia lo hacen en la precariedad (el 47,9% son cuentapropistas de subsistencia), el 35,6% son trabajadoras independientes o emprendedoras de su propio establecimiento, y sólo el 16,5% son profesionales independientes.
El trabajo por cuenta propia presenta ciertas particularidades con respecto a la vinculación laboral, ya que la persona que lo desarrolla no es empleada en relación de dependencia pero tampoco tiene empleados o empleadas a su cargo.
A su vez, el cuentapropismo como modalidad de contratación puede subdividirse en dos modalidades diferentes: en primer lugar, las mujeres profesionales independientes y las emprendedoras o cuenta propia especializadas (técnicas), para quienes esta es una forma de trabajo con relativa autonomía.
Por otra parte, se encuentra el autoempleo, conformado por ocupaciones de baja calificación tales como: transportes informales, servicios personales varios, arreglos de todo tipo, y trabajos eventuales. Este último caso, se refiere a ocupaciones inestables, con ingresos y/o rutinas laborales irregulares, como podría esperarse de un trabajo asalariado en negro en una pequeña unidad informal2.
Tal como se puede observar en el gráfico 1, la mayoría de las mujeres que trabajan por cuenta propia lo hacen en la precariedad (el 47,9% son cuentapropistas de subsistencia), el 35,6% son trabajadoras independientes o emprendedoras de su propio establecimiento, y sólo el 16,5% son profesionales independientes.
Esta diferenciación es importante porque el acceso a la posibilidad de trabajar en forma independiente puede estar asociado a la creatividad, la innovación y, por ende, a la mayor autonomía y desarrollo subjetivo de la persona (Guzmán Acuña, 2006). Lo cual, representa una clara diferencia con respecto al trabajo de subsistencia, en el que la precariedad es mayor.
La definición de 'trabajo por cuenta propia' refiere, entre otras cosas, a una modalidad de contratación en la que no rigen las asignaciones o beneficios de una relación asalariada. Ello afecta especialmente a las madres, porque pese a que el cuentapropismo es un mecanismo que les permite conciliar 'trabajo y familia' las excluye de los beneficios sociales establecidos en la normativa laboral. Al respecto, en la Argentina sólo las asalariadas registradas están amparadas por la ley al momento de la maternidad, es decir, gozan del fuero maternal, la
licencia por maternidad, la protección y la estabilidad del empleo, el permiso de lactancia, entre otros (Lupica, 2010).
El empleo por cuenta propia y su falta de protección, en especial para las madres, comenzó a ganar terreno en el escenario internacional. Recientemente, Manuela Tommei -encargada del Programa sobre las Condiciones de Trabajo y Empleo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)- resalta la importancia de atender esta cuestión: 'un número de resoluciones adoptadas por la Conferencia Internacional del Trabajo, que exhorta a la extensión de la protección de la maternidad a todas las mujeres empleadas, con especial atención a los grupos
vulnerables como las mujeres que trabajan por cuenta propia'.
Por su parte, en nuestro país, Busso (2004) destaca que el cuentapropismo de subsistencia así como la informalidad en general han afectado particularmente a las mujeres, en especial a las jefas de hogar con responsabilidades familiares. Destaca el caso particular de las mujeres cartoneras del llamado Tren Blanco que circulara por las vías de la línea Mitre, Ramal León Suárez. Las tres delegadas de este grupo de trabajadoras de subsistencia eran mujeres, jefas
de hogar (2004:33)
En suma, son pocas las madres que trabajan de manera autónoma en trabajos calificados (profesionales) para conjugar su maternidad y el desarrollo laboral. Por el contrario, para la mayoría de ellas, el trabajo cuenta propia es sinónimo de precariedad laboral, el cual se caracteriza por la incertidumbre y la subsistencia diaria.
Reflexiones Finales
En cualquiera de los casos considerados, el cuentapropismo debe ser introducido como tema de interés en la agenda de políticas públicas porque se trata de un fenómeno en crecimiento, que perjudica en especial a las mujeres al estar desprotegidas legalmente al momento de su maternidad. Aún cuando se trata de mujeres que gozan de niveles de ingreso que les permiten acceder a servicios privados de salud y de cuidado, es importante señalar que ellas no gozan
de los derechos laborales de fuero maternal, licencias por maternidad y tiempo de lactancia, entre otros.
En este sentido, Tomei destaca que 'en un número de países miembros de la OIT, incluyendo España, Finlandia, Libia, Portugal y Suecia, las trabajadoras por cuenta propia -más allá de su calificación- ya están incluidas dentro del alcance de los beneficios de maternidad. Estas extensiones tienen un impacto muy positivo en la salud y productividad de estas mujeres trabajadoras'.
Es recomendable analizar las posibilidades de adoptar ese tipo de medidas en nuestro país, y vincular con mayor énfasis a las políticas sociales con las laborales para la atención de un grupo de mujeres en el que se combina la vulnerabilidad social y la precariedad laboral: las trabajadoras por cuenta propia en actividades de subsistencia.
En la mayoría de los casos, son madres con hijos a su cargo que necesitan trabajar pero no cuentan con las herramientas o credenciales necesarias para acceder a puestos de mayor calidad. Mejorar sus oportunidades laborales en el presente acarrea beneficios para sus hijos en el futuro. Se trata pues de una
inversión ineludible para el desarrollo y el bienestar social.
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