Casi 25 por ciento de las latinoamericanas y caribeñas -entre los 15 y 19 años de edad- pierden el sosiego en su juventud a raíz de embarazos tempranos, gran parte de las veces no deseados.
En Bolivia, dos de cada 10 adolescentes están embarazadas y al menos 18 por ciento de las comprendidas en estas edades son madres o están grávidas, lo que equivale a un millón 200 mil obligadas a enfrentar los retos de la maternidad, por lo general sin el espaldo del progenitor.
Según la Encuesta Nacional de la Adolescencia y la Juventud, de 2008, los clasificados como tal representan un tercio de la población en las 17 ciudades más importantes del país, pese a lo cual 40 por ciento sigue por debajo de los logros educativos adecuados para su edad.
La insuficiente oferta de estudios superiores conspira con esos resultados negativos para ambos sexos, pero en el caso del 49 por ciento de las chicas se suman a las impedimentas para proseguir en las aulas la reproducción y el cumplimiento de obligaciones relacionadas con la esfera doméstica.
De este modo, las adolescentes y jóvenes frenan sus oportunidades en el mercado laboral y ello las condiciona a realizar trabajos de baja calificación e ingresos por el resto de sus vidas.
Datos del Ministerio de Salud y Deportes señalan que 70 por ciento de los embarazos tempranos son indeseados y responden a la ineficiente educación recibida o a actos de violencia sexual pocas veces denunciada.
Las menores de edad grávidas que nunca accedieron a la educación pública o privada suman cuatro veces más que las matriculadas en la enseñanza secundaria y superior, en tanto repercute también en el asunto la doble moral y la falta de comunicación con los padres.
En ocasiones, los embarazos no deseados en edades tempranas resultan de violaciones perpetradas por parientes, personas cercanas al núcleo familiar o desconocidos, ante lo cual muchas prefieren callar por prejuicios y buscar alternativas de solución favorables al desarrollo individual.
La legislación boliviana permite la interrupción de los embarazos para salvar la vida de la madre, preservar la salud física o en casos de violación o incesto.
Derechos sexuales y reproductivos
Una propuesta de Ley Marco sobre Derechos Sexuales y Reproductivos fue aprobada por el legislativo el 14 de mayo de 2004, por unanimidad, para solucionar la dispersión de las normas vigentes al respecto.
Sin embargo, el proyecto fue devuelto para su "revisión" por el ex Presidente Carlos Mesa (2003-2005), como respuesta a la oposición de las iglesias Católica y Evangélica, y otras fuerzas conservadoras.
La definición con respecto al tema quedó en manos del gobierno de Evo Morales, que concretó la conformación de un Estado laico respetuoso de la práctica religiosa, la educación y la salud pública, en particular la relacionada con las mujeres.
El Artículo 66 de la Constitución Política del Estado, aprobada en 2009, definió que "se garantiza a todas las mujeres y a los hombres el ejercicio de sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos", mas la práctica demostró la necesidad de retomar y legislar sobre el particular.
Junto a otros proyectos destinados a promover el cambio social, la descolonización y el desarrollo en materia económica en el país, los parlamentarios bolivianos propulsan una ley reguladora sobre la problemática con un enfoque formativo-preventiv
A su vez, prosiguen las campañas para hacer más expedita la instrucción en materia sexual y se amplían los espacios a donde pueden acudir los interesados en evacuar dudas o resolver situaciones de salud vinculadas a ello.
Frenar la problemática desde el Estado
El Ministerio de Salud y Deportes, a través de la Resolución Ministerial 0941, estableció que la atención al tema debe ser permanente, aunque se intensificará la cuarta semana de septiembre de cada añ
De acuerdo con el director General de Servicios de Salud, Jhonny Vedia, el bienestar de adolescentes y jóvenes constituye un desafío impostergable para el gobierno, por lo cual establecerán mecanismos tendientes a que estos ejerzan sus derechos con equidad.
La atención diferenciada a los comprendidos entre los 12 y 20 años de edad alcanzará el desarrollo de acciones preventivas y promocionales de la salud, a partir de alianzas intersectoriales y con redes sociales que viabilicen restablecer el diálogo generacional e intercultural.
El compromiso de las autoridades bolivianas del sector implicará mejorar los sistemas de información estadística con el fin de elaborar estrategias eficaces de reducción de los índices de embarazos.
Otra disposición con similares propósitos persigue fortalecer el Plan Nacional de Salud Integral para la Juventud y Adolescencia, que brinda atención diferenciada, oportuna y preventiva en todos los establecimientos de las redes de servicios del sistema sanitario nacional.
Actores sociales involucrados
La familia juega un papel esencial en la educación de las futuras generaciones en todos los sentidos y, por supuesto, también en cuanto a la prevención de los embarazos tempranos.
Poco puede ganarse con la labor del Estado si no logra involucrarse a este importante núcleo de reproducción de valores y estilos de vida, para lo cual las autoridades cuentan con el respaldo de agrupaciones sociales y comunitarias.
La expansión de los servicios de salud diseñados para brindar seguridad sexual a los adolescentes forma parte de las estrategias diseñadas, pero quedan factores de tipo cultural que siguen impactando.
Desde tiempos ancestrales, con tal de garantizar la reproducción, las mujeres iniciaban a muy temprana edad su vida sexual y ello no cambió del todo en el país.
El Servicio Universal Materno Infantil ofrece servicios de anticoncepción a todas las féminas, incluyendo las adolescentes, pero estos métodos habían sido desconocidos por ellas hasta el momento.
La mentalidad machista legada incentiva a multiplicar la especie sin medir las consecuencias, amparados por una lógica que les aplaude muchas veces el procrear y los aleja de dispositivos preventivos contra el embarazo.
Sólo los más concientes procuran incursionar de forma precoz en el ámbito laboral y generar ingresos para el bebe y su mamá, casi siempre luego de abandonar los estudios.
Las chicas, por su parte, terminan por lo general relegadas al ámbito hogareño y a la crianza de la criatura, cuando no tienen que salir a buscar el sustento para ambos por la desidia del progenitor o el rechazo familiar.
Existen casos donde las embarazadas son expulsadas de sus familias y tienen que vivir con adolescentes y trabajar, lo cual provoca una serie de desequilibrios emocionales en ambos miembros de la pareja.
Las madres menores de 20 años suelen provenir de los sectores sociales menos favorecidos en el orden económico, haber afrontado más dificultades para acceder a la instrucción y, en cientos de casos, apenas haber recibido esta.
Pese a los esfuerzos del Estado por transformar el panorama social, tales situaciones redundan en la recirculación de la pobreza y de la desigualdad, y obligan al diseño constante de estrategias para contrarrestar una de las principales causas de la pérdida de la frescura en las jóvenes bolivianas.
Fuente: PL
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