Fuente: Insurrectasypunto
Lesbianas y Feministas por la descriminalización del aborto
La línea “Aborto: más información, menos riesgos”, desde hace un año, nos ha permitido hablar en público de lo que pasa cuando las mujeres abortan masivamente de manera clandestina.
500.000 mujeres por año pasamos a la clandestinidad cuando decidimos abortar. Y pasar a la clandestinidad nos hace cuerpos subversivos que deben ser invisibilizados: 80.000 mujeres por año internadas por abortos inseguros. En los últimos 27 años, más de 3000 muertas, y nuestro reclamo político enterrado: 46 proyectos de legalización del aborto, cajoneados.
“Yo estoy a favor de la vida”. “Yo estoy de acuerdo si la mujer fue violada”. “Que primero un psicólogo o un médico las trate de convencer de que lo tengan”. Porque según los cuentos infantiles y las novelas en los que nos gusta creer no hay aborto, la maternidad siempre es deseada y parir nos hace mujeres. Y según esos cuentos el cuerpo resignado a la maternidad obligatoria siempre es de otra: de la mucama, de la adolescente, de la puta, de la lesbiana, de la ama de casa, de la soltera cuarentona, de la hija del vecino, de la presa. Según este discurso público, nadie es forzada a la maternidad en primera persona, pero tampoco nadie aborta. Las mujeres que abortan no existimos. La clandestinidad nos hace desaparecer.
Pero según el Ministerio de Salud de la Nación, el aborto clandestino es una experiencia que en promedio cada mujer vive dos veces en su vida. Nunca más, es una advertencia. Es un llamado a abandonar la fantasía de que el aborto no existe y que el mundo es como en los cuentos. 1.000 millones de pesos es el precio de la extorsión para abortar sin enfermar, pero, aunque caro, ningún aborto clandestino sucede libre de miedo, violencia y un destino incierto. Quienes no pueden pagar viven tortura, humillación y muerte cuando necesitan recurrir al hospital, donde son hostigadas, violentadas y denunciadas por quienes están “a favor de la vida”, de la obediencia debida. Nunca más al terrorismo de Estado que nos condena a la clandestinidad, al disciplinamiento de la tortura y al silencio.
500.000 mujeres por año pasamos a la clandestinidad cuando decidimos abortar. Y pasar a la clandestinidad nos hace cuerpos subversivos que deben ser invisibilizados: 80.000 mujeres por año internadas por abortos inseguros. En los últimos 27 años, más de 3000 muertas, y nuestro reclamo político enterrado: 46 proyectos de legalización del aborto, cajoneados.
“Yo estoy a favor de la vida”. “Yo estoy de acuerdo si la mujer fue violada”. “Que primero un psicólogo o un médico las trate de convencer de que lo tengan”. Porque según los cuentos infantiles y las novelas en los que nos gusta creer no hay aborto, la maternidad siempre es deseada y parir nos hace mujeres. Y según esos cuentos el cuerpo resignado a la maternidad obligatoria siempre es de otra: de la mucama, de la adolescente, de la puta, de la lesbiana, de la ama de casa, de la soltera cuarentona, de la hija del vecino, de la presa. Según este discurso público, nadie es forzada a la maternidad en primera persona, pero tampoco nadie aborta. Las mujeres que abortan no existimos. La clandestinidad nos hace desaparecer.
Pero según el Ministerio de Salud de la Nación, el aborto clandestino es una experiencia que en promedio cada mujer vive dos veces en su vida. Nunca más, es una advertencia. Es un llamado a abandonar la fantasía de que el aborto no existe y que el mundo es como en los cuentos. 1.000 millones de pesos es el precio de la extorsión para abortar sin enfermar, pero, aunque caro, ningún aborto clandestino sucede libre de miedo, violencia y un destino incierto. Quienes no pueden pagar viven tortura, humillación y muerte cuando necesitan recurrir al hospital, donde son hostigadas, violentadas y denunciadas por quienes están “a favor de la vida”, de la obediencia debida. Nunca más al terrorismo de Estado que nos condena a la clandestinidad, al disciplinamiento de la tortura y al silencio.
La línea “Aborto: más información, menos riesgos”, desde hace un año, nos ha permitido hablar en público de lo que pasa cuando las mujeres abortan masivamente de manera clandestina. 5000 personas ya llamaron para informarse sobre aborto seguro y nos contaron sus formas de rebelarse contra esta imposición. Con ello construimos lucha y memoria para desafiar la enfermedad, la denuncia y la tortura. Aborto inseguro Nunca Más.
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