Aún recordamos cómo con estupor, bronca y dolor nos enteramos hace casi un año del Golpe de Estado en Honduras. De la incredulidad se pasó a la certeza cuando se empezaron a recibir los primeros mensajes de las compañeras feministas hondureñas. Ellas lo confirmaban y a la vez ya estaban resistiendo, ellas estaban empezando el contra golpe para hacer saber al mundo lo que estaba sucediendo.
Conversamos con a la activista hondureña Gilda Rivera perteneciente al Centro de Derechos de Mujeres y también a la coalición Feministas en Resistencia, y le pedimos que nos diera un panorama de cómo es la situación a casi un año del Golpe y cómo el mismo impacta en la vida de las mujeres de este país centroamericano.
El próximo 28 de junio de 2010 hará un año del golpe de Estado político militar perpetrado en contra del gobierno de Manuel Zelaya por los grupos de poder de Honduras, las fuerzas armadas, la cúpula de las iglesias y los dueños y representantes de los principales medios de comunicación. Como nos ha dicho Gilda Rivera “este hecho violento evidenció que las élites dominantes hondureñas y sus aliados internacionales –las ultraderechas latinoamericanas y estadounidenses, entre otros- no están dispuestas a aceptar las más mínimas transformaciones que permitan una mejoría en las condiciones de vida de la mayoría de la población especialmente de la históricamente excluida”.
Gilda continúa: “apenas se supo del golpe de Estado, miles de personas se reunieron frente a la Casa Presidencial exigiendo el regreso inmediato del presidente Zelaya, el cese de la violencia y represión, el castigo a los responsables y la condena de la comunidad internacional a este atropello y agresión entendiendo que lo que se estaba viviendo en Honduras era apenas el principio de lo que podría ser una larga serie de agresiones a los nuevos procesos democráticos latinoamericanos”.
El avance a estampidas de la derecha en muchos países de la región agitaron algunos fantasmas, pero más allá de los fantasmas, esto ya estaba pasando en uno de nuestros países.
Desde el día del golpe y por más de 180 días, cientos y cientos de hombres y mujeres de diferentes edades, diferentes niveles económicos y sociales, con opciones políticas y sexuales diversas, se movilizaron, realizaron actos de resistencia, de denuncia, enfrentando a las fuerzas de la dictadura político militar instalada en el Estado, que no dudó en utilizar todas sus armas y violencia en contra de esta población en resistencia. “Esto ha significado, nos dice Gilda, cientos de personas torturadas, perseguidas y encarceladas, asesinatos políticos, violaciones sexuales contra mujeres, criminalización de la protesta social, entre otras violaciones a los derechos humanos”.
Como señalamos más arriba, las primeras comunicaciones más directas las fuimos recibiendo de compañeras feministas y es que justamente una de las poblaciones que desde el primer momento se destacó en sus acciones de resistencia, resistiendo con sus voces, sus cuerpos y su pensamiento crítico, fueron las mujeres, entre ellas muchas feministas. De esa resistencia surgió la coalición “Feministas en Resistencia” integrada por “mujeres jóvenes, maduras, ancianas, negras, indígenas, mestizas, blancas, mujeres habladoras y silenciosas, campesinas, obreras, estudiantes, intelectuales. Mujeres que caminan y resisten. Nosotras que hemos llorado y reído en esta propuesta de construcción de la Matria: Honduras, como le llamamos” (Tomado del calendario 2010, “Mujeres y Feministas en Resistencia”).
Según nos acota Gilda: “esta población, mujeres y hombres, se encuentra articulada en el Frente Nacional de Resistencia Popular que hoy está demandando la refundación del Estado hondureño y la construcción de una democracia participativa, exigiendo la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que permita el surgimiento de un nuevo pacto social para todas y todos los hondureños”.
AWID: Ha casi un año del golpe y por los procesos vividos en Honduras, de lo que menos se puede hablar es de una verdadera democracia ¿verdad?
Gilda Rivera: A fines de noviembre la dictadura político militar concretiza la farsa de elecciones “democráticas”, como un intento de “lavar” el golpe de Estado, en un contexto de terror como resultado de la represión, la militarización, los toques de queda, allanamientos de moradas y de oficinas, arrestos y un decreto de emergencia que suspendió las garantías constitucionales de la población del país durante más de un mes, y con la renuncia masiva de candidatos y candidatas de diferentes partidos a puestos de elección y además sin observadores internacionales imparciales y acreditados de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos.
En enero de 2010 tomó posesión un “nuevo” gobierno, liderado por Porfirio Lobo Sosa, cuestionado en su legitimidad de origen y que asume el discurso de la “reconciliación” pero sin reconocer el golpe de Estado y la necesidad de deducir responsabilidades e impartir justicia frente a lo acontecido en el país. Simulando un gobierno de integración, Lobo Sosa, ha distribuido cargos en el Estado a representantes de los distintos partidos políticos que en su mayoría fueron partícipes del golpe de Estado. Además, ha colocado en cargos públicos estratégicos, como las comunicaciones del Estado, a la cúpula militar que encabezó las acciones violentas contra el presidente Zelaya y contra la población hondureña, lo que constituye un grave retroceso democrático ya que ha fortalecido los niveles de militarización del país.
Presionado por el aislamiento nacional e internacional que hereda del régimen de facto, necesitando los recursos de los organismos y de la cooperación internacional ya que además recibe las arcas del Estado completamente vacías, Lobo Sosa trata de impulsar diversas acciones, algunas de las cuales son parte de los acuerdos internacionales que se alcanzaron entre los representantes de Zelaya y el régimen de facto, como un intento de la comunidad internacional para que Honduras avanzara en la solución a la crisis política generada con el golpe de Estado.
En ese marco se decreta una amnistía política, que no era parte de los acuerdos suscritos y que además solo ha beneficiado a los militares implicados en el golpe de Estado. Se crea unilateralmente una Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional que no ha escuchado ni ha tomado en cuenta la voz de las víctimas de esta triste etapa de la historia de Honduras y que además está integrada por algunas personas que no solo no condenaron el rompimiento constitucional sino que lo avalaron y lo justificaron.
AWID: ¿Podrías decirnos acerca cuál es la situación de los derechos humanos en Honduras?
Gilda Rivera: En los últimos meses se ha producido un mayor resquebrajamiento en el respeto a los derechos humanos, aumentando aceleradamente las violaciones graves, sistemáticas y selectivas.
En su informe de junio de 2010, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, expresa que durante la visita realizada en mayo de 2010, constató que continúan las violaciones a los derechos humanos en el contexto del golpe de Estado, recibiendo información sobre el asesinato de varias personas, entre ellas periodistas (9 desde enero a la fecha de este artículo) y defensores y defensoras de derechos humanos; amenazas y hostigamientos contra defensoras y defensores de derechos humanos, periodistas, comunicadores sociales, maestros, sindicalistas y miembros de la Resistencia.
La CIDH considera que las denuncias recibidas podrían responder al mismo patrón de violencia originado en el contexto del golpe de Estado. Pero además, constata la continua impunidad por las violaciones a los derechos humanos, impunidad facilitada por las decisiones de la Corte Suprema de Justicia debilitando el estado de derecho. Entre estas acciones de la Corte de Justicia está el sobreseimiento definitivo a los militares acusados de participar en el golpe y el despido de tres (3) jueces y una (1) magistrada que asumieron una postura crítica y de denuncia del golpe de estado.
AWID: ¿Cómo ha impactado el golpe de estado sobre el cuerpo y los derechos humanos de las mujeres?
Gilda Rivera: El impacto del golpe de estado y la continuación del mismo a través de un régimen supuestamente democrático ha significado un evidente retroceso en la institucionalidad formal alcanzada como parte de esa apuesta de construcción de una democracia, especialmente en lo relacionado al respeto y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres.
El cuerpo de las mujeres se convierte en un campo de batalla, en un botín de guerra. El uso de la violación y otras agresiones sexuales como armas de guerra es la forma más conocida y brutal en la que los conflictos han marcado de forma indeleble la vida de las mujeres. Los cuerpos de las mujeres son tratados como territorios a conquistar y demostrar poder, los motivos por los cuales las mujeres son violentadas sexualmente son diversos: sembrar terror en las comunidades en resistencia, vengarse de los adversarios, acumular “trofeos de guerra”, demostración del poder y dominio sobre las mujeres.
Hasta fines de octubre de 2009, se habían recibido 10 denuncias de violaciones sexuales cometidas por miembros de los cuerpos represivos del estado. Las organizaciones de derechos humanos han seguido conociendo y atendiendo graves agresiones y violaciones de derechos humanos cometidos contra mujeres, defensoras de derechos humanos y activistas de la resistencia popular. Hay acciones permanentes de persecución política, amenazas de muerte, intentos de secuestros, atentados con disparos, intervención de las llamadas telefónicas, entre otras acciones, contra activistas mujeres. Otro de los grandes retrocesos que enfrentan las mujeres a partir del golpe de Estado es el debilitamiento de la institucionalidad formal que se había alcanzado como resultado de las acciones de presión e incidencia del movimiento de mujeres y feministas y de los compromisos internacionales asumidos por los distintos gobiernos. Para el caso, durante el régimen de facto la dirección del Instituto Nacional de la Mujer, INAM, fue asumida por una mujer que lo utilizó para fortalecer el golpe de Estado e impulsar acciones en contra de las mujeres y de las feministas. Actualmente se tiene una nueva Ministra del INAM que está respondiendo fundamentalmente a los intereses de su partido político y con la cual el movimiento feminista no tiene ninguna relación.
Además, se dan retrocesos legales como la prohibición del uso y distribución de las Pastillas Anticonceptivas de Emergencia, mediante acuerdo ejecutivo de la Secretaría de Salud en el marco del régimen de facto bajo el argumento de que son abortivas. La CIDH en su último informe retoma este acuerdo ejecutivo expresando su preocupación sobre las implicaciones del mismo en la vida de las mujeres.
Por otra parte, se ha fortalecido la desconfianza de las mujeres en el sistema de administración de justicia ya que ha sido evidente la parcialización del mismo con los responsables del golpe de Estado, además las mujeres reconocen el papel de la policía que se ha dedicado a reprimir a la población.
AWID: ¿Qué podrías decir acerca de cómo ha efectado a los derechos de la comunidad LGTBI?
Gilda Rivera: La Organización Cattrachas reporta que 18 miembros de esa comunidad principalmente trans femeninas y hombres homosexuales han sido asesinados a raíz del Golpe de Estado. Algunos de estos casos han tenido claras vinculaciones políticas como el del activista de los derechos humanos de la diversidad sexual Walter Trochez.
AWID: Desde que se supo acerca del Golpe hubo un fuerte apoyo desde organizaciones y grupos de mujeres de la región. ¿podrías reflexionar un poco acerca de esa solidaridad a nivel internacional?
Gilda Rivera: La solidaridad internacional ha sido vital para que el golpe de Estado y la violación a los derechos humanos de la población sea parte de la agenda de organismos como la CIDH y las Naciones Unidas y para que el gobierno de Pepe Lobo no haya sido reconocido plenamente por diversos países latinoamericanos hasta que no asuma compromisos claros con el respeto a los derechos humanos de la población y el castigo a los responsables del golpe de estado.
Las FeR hemos contado con una gran solidaridad y acompañamiento de feministas y organizaciones de mujeres de todo el mundo especialmente las latinoamericanas. Las feministas sabemos que estas acciones militares no solo reducen la democracia formal sino que hay un impacto específico de empeoramiento de la situación y condición de vida de las mujeres. Es por eso que fortalecer la articulación con el movimiento feminista latinoamericano es una necesidad urgente a atender. Honduras es solo la continuidad de las agresiones de las ultraderechas transnacionalizada y los fundamentalismos.Las feministas latinoamericanas tenemos la gran responsabilidad de contribuir a crear una nueva lógica de relacionamiento social, una nueva lógica basada en la dignidad humana, en la justicia social y en el respeto a todas y todos.
AWID: ¿Cuáles son para las Feministas en Resistencia los retos y las perspectivas a corto y mediano plazo?
Gilda Rivera: Para las Feministas en Resistencia (FeR) el nuevo contexto nacional se presenta complejo, difícil y con múltiples desafíos e interrogantes. Por una parte, al no darle legitimidad y no reconocer al gobierno de Pepe Lobo, el margen de actuación frente al Estado de las FeR es muy limitado. Los retrocesos en el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres son muy sensibles, sin embargo se puede seguir retrocediendo y perdiendo mucho más. Surge la interrogante ¿cómo enfrentamos los retrocesos y qué hacer para no seguir retrocediendo mucho más? ¿Cómo emplazamos a este gobierno si no lo reconocemos?
Por otra parte, los grupos fundamentalistas religiosos y de otros tipos se han posicionado en las instancias del Estado y hoy se muestran decididos a impulsar cualquier acción que les permita controlar la vida y el cuerpo de las mujeres. Sus mensajes no son nuevos, sin embargo, en un contexto donde la institucionalidad no existe o se encuentra resquebrajada es mucho más fácil actuar en contra de los derechos humanos de las mujeres aún aquellos parte de las leyes nacionales y de los compromisos asumidos por el Estado hondureño.
Estos grupos amparados en las iglesias, en el Congreso Nacional, en las instituciones del Estado, con mensajes “pro-familia”, por “la democracia” y por “la paz”, tienen identificadas a las feministas y a sus organizaciones que han estado al frente de estas luchas y sus ataques pueden ser letales.La violencia y la militarización de la sociedad hondureña es un terreno propicio para cualquier violación a los derechos humanos de las mujeres incluyendo el derecho a vivir.
El Frente Nacional de Resistencia Nacional surge como el espacio aglutinador de ese descontento social, sin embargo, su capacidad organizativa, de visión y construcción de un proceso político transformador a mediano y largo plazo es todavía limitada. Aunque discursos como el respeto a la diversidad sexual o el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y a una vida libre de violencia tienen más espacio en esta instancia, no se ha logrado cambiar pensamientos y prácticas hegemónicas patriarcales y androcéntricas.
Sin embargo, pese a los retrocesos y el dolor que provoca lo vivido en los últimos meses, también se han abierto oportunidades escasamente experimentadas en el contexto hondureño posibilitando el surgimiento de nuevos sujetos y sujetas políticas, que hoy están demandando cambios profundos que permitan disminuir y eliminar desigualdades, opresiones, exclusiones y discriminaciones históricas.
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