Puerto Rico.-
Compañeras y Compañeros:
La compañía Playboy ha hecho su fortuna a expensas de la comercialización del cuerpo de las mujeres y de su sexualidad, en una sociedad donde se combinan, el sistema patriarcal y el modelo económico capitalista y cuyo nefasto resultado es que la imagen de la mujer sea una de las fuentes de mayor lucro mercantil para las grandes empresas y transnacionales. Es importante que hagamos sentir nuestro descontento ante esta recurrente explotación y trato deshumanizante hacia las mujeres.
Las actividades y productos de Playboy son símbolos de la cruda comercialización capitalista de la imagen femenina. Esta marca cumple 50 años de ejercer su violencia sexista, a través de la repetición de imágenes y modelos de conducta misóginos, los cuales se han popularizado alarmantemente, al punto de que miles de jóvenes en edad escolar, lucen "orgullosamente" entre sus accesorios, todo tipo de parafernalia con el símbolo del famoso conejo, ícono de la compañía.
La triste consecuencia de esto, es que legitima la violencia contra la dignidad de las mujeres y convierte el esquema de "mujer objeto" en algo "normal" para las generaciones que se forman ahora. Lamentablemente, esto contribuye a perpetuar en las jovencitas un autoconcepto de minusvalía, ya que se impulsa la idea de que su principal función en la vida es "complacer", "agradar" y ser "sexualmente atractivas" en beneficio de los hombres y en detrimento de ellas mismas.
Así, se perciben a sí mismas en una posición social secundaria a la de los varones, en general, a quienes no se los presiona para proyectarse como seres serviles, ni ansiosos de la aprobación ajena. A través del refuerzo de imágenes, publicidad y actitudes sociales, las jóvenes aprenden a sentir que su mayor "valor" es su apariencia y que su cuerpo es la vía para alcanzar cualquier objetivo, en contraposición con los varones, que según el mensaje que proyectan dichos medios, ellos poseen "otros méritos" que no dependen de su apariencia y por lo tanto tienen diversas alternativas para alcanzar el "éxito", que no necesariamente giran en torno a su atractivo sexual. Con la insistencia y prevalecencia histórica de modelos de conducta como el que presenta la revista y los productos Playboy, tenemos como resultado la desmoralización de las jovencitas, quienes tienen el potencial para ser personas de gran provecho social, pero a menudo se encuentran tan inmersas y orilladas por la publicidad sexista y mercantil y por las expectativas sociales, que dan por sentado que esa conducta es "lo que se espera de ellas" y terminan como cómplices de su propia opresión.
Playboy es una empresa norteamericana y capitalista cuyo objetivo es importar e imponer un "sueño americano" basado en la degradación de los valores humanos básicos, que todas las mujeres merecen: el respeto, la dignidad, el trato equitativo y la no violencia.
Ante todo esto, debemos decir NO.
-No permitamos que nuestras jovencitas y jovencitos se lleven la impresión de que la violencia contra la mujer es motivo de celebración y "diversión" .
-No apoyemos que las adolescentes de hoy, mujeres del futuro, contemplen compañías como Playboy, como una "opción laboral deseable" para satisfacer sus necesidades económicas.
-No contribuyamos a perpetuar la imagen de la mujer como un "ser domesticado", al servicio ajeno y sin necesidades propias de crecimiento social e intelectual.
-No aceptemos que se envíe el mensaje equivocado a las jovencitas de que la explotación de su sexualidad es "glamorosa y deseable".
-Recordemos que todo esto contribuye a que la mujer sea contemplada como una "herramienta" de satisfacción masculina y por ende una extensión de los "bienes, privilegios y posesiones materiales" del hombre.
-No permitamos que nuestros hijos y nuestras hijas vean tal atropello sexista, como algo legítimo y aceptable.
Por todo lo antes expuesto, nos unimos a la actividad con un PIQUETE por parte de todas y todos aquellos a quienes nos interesa rescatar la dignidad de las mujeres de ahora y proteger el sentimiento de autovalía y la autoestima de nuestras hijas, las niñas y jóvenes de hoy, y mujeres del futuro.
Muchas Gracias.
María del Mar Vázquez Rodríguez
San Juan, Puerto Rico
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