Iraida, antes de abordar el tema del género, que es lo que nos interesa en esta ocasión, quisiéramos que nos hablaras un poco de ti.
Iraida Vargas: Estudié en Venezuela todos mis estudios de pre-grado y me gradué en la Universidad Central de Venezuela de Antropólogo, como decían entonces, fueses mujer u hombre.
Fue cuando la Escuela de Antropología aún no existía y estaba fusionada con la Escuela de Sociología, de manera que si bien tengo el título de Antropóloga soy de alguna manera también Socióloga.
"El agente dominador se encarga de forjar la ideología de la dominación, la cual una vez aceptada por el agente a ser dominado, viene reproducida y perpetuada por este último. Esto se pone claramente en evidencia cuando vemos las actuaciones de las personas de los estratos menos favorecidos que de repente hablan de una manera totalmente alienada, desde el discurso de la dominación, hacen razonamientos como si fueran unos capitalistas, dicen que no quieren a Chávez porque le van a quitar lo que tienen o que no le gusta porque es negro y ordinario, no obstante que ellos tienen un color de piel equivalente y cosas por el estilo. Esa es la ideología de la dominación, si bien es acuñada mediante distintos sistemas de socialización por el agente dominador, es reproducida por el agente dominado sin que siquiera se de cuenta. Y eso pasa también el caso de las mujeres, como seres dominados al fin, que reproducen el machismo de esta forma."
Cuando comencé la universidad me di cuenta inmediatamente que quería trabajar en el área de Historia, afortunadamente muy pronto se fundó la Escuela de Antropología y así tuve el privilegio de estar en ella muy temprano, justo a comienzo de su proceso de creación. La Escuela fue fundada con una fuerte influencia norteamericana, especialmente enmarcada en la política de penetración que tenían los estadounidenses dentro de todas las áreas del conocimiento, en las instituciones y universidades latinoamericanas. En la Escuela de Antropología pretendían formar los antropólogos que les eran necesarios a las trasnacionales como la Shell, la Creole etc. para conocer nuestras realidades y formar gente que les fuera favorable.
Por otro lado y a pesar de ese sesgo, también existía un conjunto de profesores que me marcaron profundamente, gente muy combativa como Federico Britto Figueroa, el maestro Miguel Acosta Saignes, Rodolfo Quintero y otros. Sobre todo ellos tres fueron muy importantes en mi formación. Estamos hablando de comienzos de los 60, me gradué en el 64. Fue una época cuando Venezuela era un desastre en términos políticos, había mucha represión, mucho enfrentamiento, los movimientos estudiantiles eran muy extendidos y combativos, los estudiantes manejábamos la consigna de “Estudiar y luchar”, nadie se dedicaba solamente a estudiar, casi todos estábamos comprometidos con las luchas políticas y sociales, en fin, fue una época muy significativa y eso tenía su correlato en el conjunto de profesores que, como dije, tuve el privilegio de tener.
Cuando terminé mis estudios de Antropología en la UCV, realicé mi post-grado en Europa. Primero en el Instituto de Altos Estudios de La Sorbona en París sobre técnicas auxiliares de la Arqueología y luego en Leiden, Holanda, donde terminé el post-grado en Arqueología. Sin embargo mi formación de post-grado incluye también estudios realizados en Estados Unidos, en el Instituto Smithsoniano de Washington, para los cuales me gané una beca. Finalmente me doctoré en Historia en la Universidad Complutense de Madrid.
En Venezuela me dediqué a la investigación y a la docencia. En la UCV fui profesora activa desde mediados de los 60 hasta 1991 cuando me jubilé; no obstante, sigo en contacto con la universidad: soy profesora Titular Jubilada, imparto cursos de post-grado en varias universidades nacionales, como la Universidad de Los Andes, ULA, sigo asesorando tesis de pre-grado y post-grado, doy conferencias, participo en seminarios y escribo mucho, no sólo acerca de las investigaciones realizadas en aquellos años, sino sobre investigaciones más recientes.
En los actuales momentos estoy involucrada en dos proyectos vinculados a dos instituciones nacionales: el Museo Arqueológico de la ULA y el Museo Arqueológico de Quíbor, en ambos casos ex estudiantes míos están haciendo una extraordinaria labor y yo, junto a mi esposo, el Prof. Mario Sanoja, continuamos trabajando con ellos, no sólo como asesores sino también participando en su formación de post-grado y en los mismos procesos de investigación. Por otra parte, estoy trabajando en la investigación de dos temas que están básicamente orientados hacia: el asunto del género en Venezuela, y el otro sobre la participación popular. Sobre estos dos temas he producido varias obras, además de dar conferencias, justamente mi más reciente publicación es el libro: “Resistencia y participación. La saga del pueblo venezolano” publicado por Monte Ávila el pasado mes de octubre.
EN: Ya que mencionas a tu esposo, el Prof. Mario Sanoja, una manera interesante para entrarle al tema del género es que nos comentes sobre tu experiencia de trabajar muy estrechamente con él ya que es notorio que juntos han publicado diversos libros y escrito innumerables artículos. ¿Cómo ha funcionado esta relación profesional e intelectual y cómo ha influido sobre la relación de pareja a lo largo de los años?
I.V.: La experiencia de trabajar con mi esposo, si se me perdona la falta de modestia, diría que ha sido exitosa fundamentalmente porque ha estado basada en el respeto mutuo. En el pasado, siendo más joven, me enfurecía cuando la gente decía que era mi esposo quien trabajaba y que yo me lleva los méritos también por ayudarlo, era injusto, porque yo trabajaba y trabajo tanto como él. Sin embargo ahora si alguien piensa o dice eso le resto importancia porque al fin y al cabo entre nosotros sabemos como es la verdad.
En cualquier caso el éxito de nuestra relación ha estado basado en respetarnos como intelectuales y como personas. En algunos libros aparezco yo como primera autora porque a mí se me ocurrió la idea y he trabajado más que Mario, pero en otros casos es a la inversa. Afortunadamente hemos logrado una combinación muy balanceada, yo soy una persona mucho más apasionada que mi marido, soy muy combativa, él es mucho más sereno, más tranquilo, siempre lo ha sido y creo que eso ha creado un buen equilibrio.
Mucha gente nos pregunta cómo hacemos para escribir los libros, indudablemente no hay recetas, a veces cuando mi apasionamiento supera ese balance yo escribo por mi lado y él por el suyo y después lo juntamos. Otras veces cuando la serenidad de Mario pasa a transformarse en una cierta apatía, entonces los escribimos a cuatro manos, un párrafo él y uno yo, así un poco como para estimularlo.
Creo que trabajar juntos ha sido parte fundamental de nuestra vida como pareja, es parte de nuestro proyecto de vida y lo fue desde que nos unimos, de manera que no hubo desavenencias. Por supuesto que no ha sido fácil dentro de una sociedad tan sesgada por el androcentrismo, yo he sido golpeada en la relación pero no por culpa de Mario.
Para poner unos ejemplos, en una oportunidad al sacar la segunda edición de un libro que yo escribí con la ayuda de Mario, eliminaron por completo mi nombre como autora dejando únicamente el de mi esposo que era en realidad el coautor. Ante mis protestas la gente de la editorial me dijo: “Iraida. ¿Por qué haces de eso un problema?”, o cuando en algún evento en donde se hablaba de nuestros libros se oía a la gente decir “…. los libros de Mario.., …porque Mario hizo.., ….porque Mario dijo...” etc., como si yo no hubiese existido, claro que no escribo para que me estén alabando, pero tampoco me gusta que no se me reconozca el trabajo. Afortunadamente repito eso no ha afectado la vida de pareja porque todas las agresiones y las incomprensiones han venido de afuera y no entre nosotros.
EN: ¿Cómo ves el tema del género en Venezuela, hay patrones únicos o los problemas son los mismos o muy similares a los del resto de América Latina y del mundo?
I.V: Yo diría que sí hay aspectos que nos singularizan, y obviamente existen otros que nos unen a los demás países latinoamericanos y del mundo.
Por lo que concierne Venezuela, las particularidades tienen sus orígenes en nuestro proceso histórico que, si bien nadie podría decir que haya sido radicalmente diferente al de otros países de América Latina, sin embargo tiene ciertos procesos particulares que dan cuenta de nuestras diferencias.
Si nos vamos atrás en la historia, remontando a la época anterior a la invasión europea, al período prehispánico, en el territorio que hoy corresponde a nuestro país las mujeres han tenido una participación pública más notoria que en otros países latinoamericanos. Debido a las características de nuestras sociedades prehispánicas en Venezuela, las mujeres tenían una actuación pública relevante en el ámbito de la vida tribal indígena que era comunitaria, por lo general se tiende a pensar y a creer - y sabemos las razones del porque - que la actuación pública de los hombres era la fundamental y que las mujeres no participaban de ella.
Las mujeres tuvieron un rol paritario inclusive en la guerra. Las guerras no eran actuaciones de hombres guerreros contra otros hombres guerreros, imagen que nos han metido en la cabeza; sino que también las mujeres participaban activamente en ellas, y no sólo preparando curas, lo cual también hacían, o los alimentos, o ayudando a los hombres, sino que iban también a combatir. Esta es una característica venezolana que, si nos vamos a Perú, a México, Guatemala, o a Bolivia, casi no existe. Las mujeres aquí podían dirigir incluso sus propios grupos de combate, eran expertas en el uso del arco, la flecha y las macanas, eran las que preparaban los venenos que iban en las puntas de las flechas y las jabalinas, es decir, tenían una participación activa. Nadie pensaba en aquel entonces que el problema de la guerra era sólo de los hombres y que solamente ellos salían a dirimir los conflictos. Ciertamente, había un grupo importante de mujeres que se quedaban en las comunidades porque era la garantía de la sobrevivencia, porque también hacían el trabajo que estaba relacionado con el cuidado de los niños, de los ancianos, de los enfermos, y de otras mujeres parturientas y embarazadas. Y aún cuando yo en particular no creo en los atavismos, porque las cosas no nos llegan hasta el presente sin ninguna modificación, sin embargo han sido rasgos particulares de nuestras poblaciones autóctonas.
Luego, cuando uno analiza, las fuentes escritas del período colonial se da cuenta que la imagen que uno tenía de las mujeres encerradas en sus casas atendiendo niñitos y enfermos pues no es tan cierta. Las mujeres de aquella época eran vendedoras ambulantes, trabajadoras y cumplían un gran número de roles productivos.
EN: Y también hubo importantes actuaciones durante la época independentista basta recordar a Josefa Camejo, Luisa Cáseres de Arismendi, Juana Ramírez, Cecilia Mujica etc…
I.V: Sí, pero apartando las individualidades, siempre ha existido en nuestro país una participación por parte de los colectivos femeninos en la vida pública, sea para expresar opiniones, (no siempre o mejor dicho, casi nunca tomadas en cuenta) o sea para actuar en algunos ámbitos de la vida pública, aún sin tener mayor poder de decisión, pero aún así, ha sido algo poco común en otras partes de América Latina. De manera que no me sorprende que en el proceso político, histórico y social que estamos viviendo actualmente en Venezuela haya una fuerte presencia de las mujeres, tanto a favor del proceso bolivariano como en contra. Sea de derecha como de izquierda. Porque sí nos ponemos a ver con detalles el grupo mayoritariamente más combativo es el femenino.
Hace un par de años en evento donde participé y al cual asistía también el Presidente Chávez, una chica portuguesa le preguntó, cómo se sentía con tanto apoyo femenino, porque a ella le había llamado la atención este hecho característico de nuestro proceso revolucionario, él respondió que estaba conciente de esta realidad que además lo enorgullecía. De hecho hay una parte importante del discurso del presidente que va dirigida a las mujeres y en apoyo a la problemática femenina.
El sentimiento revolucionario y el apoyo femenino mayoritario a la Revolución Bolivariana es una realidad. Para ninguno de los que vivimos en este país es un secreto que fue gracias a la capacidad combativa de las mujeres que cuando el golpe de Carmona en el 2002, se lograra esa victoria tan importante, ya que las mujeres salieron masivamente a la calle a denunciar el golpe de estado. Seguidamente la capacidad de resistencia tan impresionante de las mujeres durante el la huelga insurreccional y el sabotaje petrolero, fue lo que permitió que durante tres meses se aguantara una situación tan difícil de escasez, y cuando digo “las mujeres” no es por capricho, no es una vacua exaltación al género, lo digo porque las investigaciones sociológicas y antropológicas sobre la conformación de las familias populares en Venezuela, ha demostrado que son eminentemente matricéntricas, las dirigidas, sostenidas y que crecen gracias a las mujeres.
En América Latina las familias matricéntricas han sido las que han venido creciendo numéricamente a partir del siglo XIX, sobretodo en los sectores más empobrecidos.
Esta situación es precisamente la que hace que la pobreza sea además un problema de género y un grave asunto social ya que las mujeres se encuentran solas para criar a sus hijos sin la ayuda de los hombres. En Venezuela el fenómeno es particularmente marcado.
EN: Esa situación ha llevado a que en Venezuela haya una gran cantidad de mujeres muy capacitadas en todas las clases sociales, mujeres que saben cómo proveer por sus hijos, pero eso nos conduce a otra reflexión: que si bien la sociedad venezolana es prominentemente matricéntrica también persiste en ella un marcado machismo. Entonces uno se pregunta ¿De quién es la culpa que este fenómeno tan dañino se siga reproduciendo?
I.V.: En 2006 publiqué un libro que se llama “Historia. Mujer, Mujeres” publicado por el Ministerio para la Economía Popular que ahora está siendo reeditado por la Red de Bibliotecas de los Consejos Comunales, ahí analizo cómo se reproducen los valores del machismo y cuáles son los agentes encargados de su reproducción. En situaciones de dominación, el agente reproductor de la ideología de la dominación no es solamente el sujeto dominador sino también, y dirá que con más fuerza, el propio sujeto dominado.
El agente dominador se encarga de forjar la ideología de la dominación, la cual una vez aceptada por el agente a ser dominado, viene reproducida y perpetuada por este último. Esto se pone claramente en evidencia cuando vemos las actuaciones de las personas de los estratos menos favorecidos que de repente hablan de una manera totalmente alienada, desde el discurso de la dominación, hacen razonamientos como si fueran unos capitalistas, dicen que no quieren a Chávez porque le van a quitar lo que tienen o que no le gusta porque es negro y ordinario, no obstante que ellos tienen un color de piel equivalente y cosas por el estilo. Esa es la ideología de la dominación, si bien es acuñada mediante distintos sistemas de socialización por el agente dominador, es reproducida por el agente dominado sin que siquiera se de cuenta. Y eso pasa también el caso de las mujeres, como seres dominados al fin, que reproducen el machismo de esta forma.
EN: El machismo lo observamos también en los estratos sociales en los cuales hay mujeres con un nivel de instrucción elevado ¿Qué se podría hacer para comenzar a revertir ese fenómeno?
I.V.: El problema radica en la crisis de valores en la cual estamos sumergidos y la solución pasa por cambiar estos valores negativos, eso se dice muy rápido, pero son creencias que nos han inoculado durante quinientos años de los cuales doscientos de capitalismo. Antivalores que atentan contra nuestra propia soberanía, contra nuestro propio ser como latinoamericanos y como mujeres. Los antivalores del capitalismo están metidos en nuestras mentes, y la única forma de eliminarlos es transformando a la sociedad de una manera integral, fundamentalmente su sistema educativo, porque no se puede haber una coexistencia pacífica de valores y antivalores. En mi opinión, no ha habido hasta ahora en Venezuela por parte del Estado una política orgánica, bien estructurada para que eso suceda. Hay mejoras, tendencias dirigidas a resolver esos problemas, por supuesto, pero no ha habido un verdadero proceso de revolución de los valores.
EN: ¿Qué opinas sobre la reciente creación del ministerio para tratar asuntos específicos de la mujer? Por cierto ya existió en la IV República, durante el gobierno de Luis Herrera Campins y después fue eliminado.
I.V: En mi opinión el Estado venezolano actual, hasta ahora no ha tenido una política orgánica con respecto al tema del género. Se han creado algunas instituciones dirigidas a las mujeres, algunas muy eficientes, como el Banco de la Mujer, el Instituto Nacional de la Mujer que hacen una buena labor pero actúan descortinadamente. No ha existido hasta ahora un ente coordinador que genere una política de Estado con respecto al género y que además pueda tomar posición cabal con respecto a este problema puesto que este no es un asunto que se puede diluir en el problema de la dominación, de la exclusión general, pues tiene sus especificidades.
Siempre cuento una experiencia muy negativa que tuve en una oportunidad durante un evento de la Misión Madres del Barrio. Fui invitada a dar una charla a un grupo de más de mil mujeres, con ellas establecí una relación maravillosa porque lo que yo les estaba diciendo lo reconocían como parte de su proceso de dominación, tenía eco entre ellas y no necesitaba ningún tipo de traducción. Sin embargo pude observar cómo algunos funcionarios y funcionarias de un ente oficial, maltrataron a estas mujeres, cómo las menospreciaban, cómo a lo sumo tenían una actitud condescendiente hacia ellas, de cómo no había convicción en su manera de actuar, cómo proyectaban sus valores androcéntricos hacia ellas.
Así es muy difícil implementar cualquier programa, incluso si el Presidente Chávez tiene la mejor voluntad política, que la ha manifestado en distintas oportunidades, aún cuando tenga toda la intención de resolver el problema del género, eso no basta si las personas encargadas de llevar a cabo las órdenes y las ideas las sabotean voluntaria o involuntariamente, si estas no tienen conciencia de lo que están haciendo. Incluso, hablé con uno de estos funcionarios que se había dirigido a un grupo de mujeres de una manera muy desagradable, por decir lo menos, y le pregunté por qué había hecho eso y me él me contestó: “¿Por qué, qué hice?”, es decir, él no se había percatado de la forma como les había hablado...
EN: Sí, es un problema cultural que solo se podrá resolver a largo plazo...
I.V: Cultural y educativo. Por ejemplo, no debe haber ninguna Escuela Bolivariana, donde el problema del género no sea tratado. No debe haber un Pre-escolar, un Simoncito donde se le diga a los niños que los varones no lloran y que las niñas deben juegan con muñecas y cosas por el estilo, porque ahí es donde se forman los valores. Sino, no estamos haciendo nada creando ministerios o medidas paliativas al problema del género.
El problema del género es un problema que está enraizado en nuestras mentes, en nuestra cultura, que trasciende el problema de la clase. Por ejemplo, el asunto de la violencia doméstica no es un problema que se puede decir que se da solamente en los sectores populares porque son mujeres y hombres sin educación, no. He visto maltratos espantosos en las clases sociales más altas. Es un problema que tiene que ser abordado de una manera específica y tiene que ser resuelto por mujeres o en todo caso por mujeres y por hombres feministas, con conciencia...
EN: El problema de género afecta a toda la sociedad y no solamente a las mujeres que en todo caso representan al 50% de la población. Afecta también a los hombres.
I.V.: Así es. Porque este problema contribuye a que el hombre sea dominado también. Siempre digo que los hombres más machistas son los hombres más débiles porque son inseguros, que no se sienten capaces de tener una relación de igual a igual y de tratar de igual a igual a una persona del género femenino. El problema del género es un asunto que tiene muchas especificidades que obedecen a razones históricas y étnicas, aun cundo en casi la totalidad del mundo tenemos la misma estructura de clase porque el capitalismo es el sistema imperante y todos vivimos, jerarquizados, estratificados, separados etc. pero como dije anteriormente, cada país tiene sus especificidades.
EN: Además en occidente vivimos bajo la fuerte influencia del modelo patriarcal judío-cristiano, que en nada ayuda...
I.V.: Claro. En cualquier caso, la política que debería desarrollar un determinado Estado tiene que abordar el problema del género desde tres ejes fundamentales: desde la perspectiva de lo étnico, desde la composición de las clases sociales y desde el proceso histórico que dio origen a esa población específica y a partir de allí, poder trabajar las particularidades en el marco de estos ejes.
EN ¿Qué ocurre con los movimientos feministas en nuestro país?
I.V.: Los movimientos feministas en Venezuela son de muy reciente data y obviamente no se pueden desvincular de lo que sucede en otras partes de América Latina. Desde un punto de vista histórico diría que, si bien hubo feministas en el siglo XIX fue como individualidades y no como un movimiento orgánico. A partir de lo que he investigado, puedo decir que los movimientos feministas como tales comenzaron de manera incipiente durante los años de 30 del siglo pasado, cuando un grupo importante de mujeres, en términos de su figuración como individuos, todas ellas de clase media, o clase pudiente, se preocuparon porque las mujeres accedieran al derecho al voto, además se enfocaron sobretodo en mujer en su rol de madre, de que tuviera una buena alimentación, del cuidado de los hijos, de la higiene, etc. pero realmente no era un movimiento reivindicativo de la mujer en la sociedad, y no tuvo una proyección a nivel nacional que pudiésemos decir que fue significativa, de toda forma han sido pioneras, y ciertamente su actuación fue importante, no lo desmerezco pero ese grupo de mujeres no pasó de ahí.
Recientemente, en Venezuela hay una aparición muy grande de grupos y grupúsculos lo que disminuye las posibilidades de que estos movimientos se unan en un proyecto orgánico común. Estuve investigando para escribir un artículo para una revista extranjera, y pude registrar más de 50 grupos activos de mujeres feministas que están haciendo diferentes trabajos, pero no hay coordinación entre ellos también debido a la polarización que se vive en el país. Por lo general son grupos vinculados al mundo académico, lo cual no es malo en sí, pero con muy poca relación con las bases, con la gran mayoría de las mujeres que realmente están sufriendo los problemas de género.
EN: Uno tiende a creer que los movimientos feministas se identifican con la izquierda porque la derecha representa al conservadorismo. Es difícil pensar en una mujer progresista, que quiera avances en torno a los temas de la mujer, que se identifique con la derecha, obviamente cuando se habla de los problemas de género forzosamente uno se topa con temas tan álgidos como el aborto, las reivindicaciones laborales, la liberación sexual etc. asuntos sobre los cuales la derecha ha sido siempre muy retrógrada y reaccionaria.
I.V.: Si, si bien se pudiera decir que el feminismo pudiera ser un proyecto común suficientemente aglutinante, bajo mi punto de vista el problema feminista, no es solamente un problema de género, sino que está ligado a la liberación de los sectores oprimidos independientemente de que sean mujeres u hombres.
Entonces no hay una posibilidad de unión para personas que defiendan tesis tan diferentes, o por lo menos que no sientan que hay opresión a nivel general, o que argumenten, como muchos lo hacen, de que el problema de la liberación de los oprimidos es un problema de voluntad, de deseo de superación individual.
Si se leen algunas revistas especializadas sobre el tema, la mayoría de las mujeres que escriben en ellas son de derecha y abordan el tema de la liberación femenina como un problema teórico, académico sin vincularlo con la realidad. Comparto lo que expresó Antonio Gramsci, que si identificamos y analizamos un determinada realidad, un problema, es para producir una transformación, para hacer algo para cambiar las cosas, y en este proceso de transformación evidentemente van a aparecer fuerzas retrógradas que van a tratar de impedirlo, porque esa realidad obedece a los intereses de esas mismas fuerzas. Por eso en verdad no entiendo a este tipo de mujeres.
Siguiendo este razonamiento, sólo la derecha en el sentido más tradicional del concepto, puede estar en contra del proceso de cambio que se está dando en nuestro país. En cualquier caso, independientemente de que yo apoye una u otra posición, la cuestión es que esto afecta a la unión de los movimientos feministas nacionales.
Hace poco trabajando en un artículo que me pidieron sobre marxismo y feminismo, consulté una bibliografía muy extensa de marxistas-feministas alrededor de todo el planeta y todas insisten en señalar, desde las posiciones más radicales hasta las más moderadas, esto que hemos estado conversando: que si somos feministas es porque tenemos una línea para la acción y ofrecemos conocimientos que sirvan como guía para la sociedad.
EN: ¿Y si comparamos en este sentido a Venezuela con el resto del mundo?
I.V.: Existen diferencias con otros países de América Latina donde hay más cohesión entre lo que propone el mundo académico y los movimientos de base que utilizan este conocimiento para la acción.
Hay un movimiento que a mí particularmente me apasiona. Estuve en octubre pasado en un evento internacional a nivel mundial en República Dominicana, el V Encuentro de Sociedades Científicas, allí hubo una mesa dedicada a la cuestión del género y en una de las actividades que se desarrolló tuve el privilegio de participar en una videoconferencia con la Premio Nobel de Física, la hindú Vandana Shiva, quien es feminista. Pude conversar con ella a través de la videoconferencia y me parece que toca puntos importantes que deben ser tomados en cuenta. Ella defiende la tesis del ecofeminismo y tiene unas ideas extremadamente interesantes que creo serían sumamente beneficiosas para Venezuela.
Shiva y sus seguidores y seguidoras, plantean que la economía de mercado es patriarcal y destructiva que ha separado a la mujer del hombre y a su vez a la humanidad de la conservación del planeta y de la especie. Proponen una feminización del hombre y una humanización de la economía, en este sentido hablan de una economía de la mujer en sustitución de la economía de mercado y proponen una serie de medidas para humanizar.
Ella es una mujer combativa y accesible, a diferencia de lo que siempre se piensa de las científicas, que somos gente que estamos separadas de la realidad, participa en diversos movimientos contestatarios, al punto tal que logró que la trasnacional más grande del planeta, la McDonal’s, saliera de la India y de Pakistán. La otra posición que me parece interesante que es el socialismo feminista...
EN: Muy importante, no puede haber socialismo sin feminismo y viceversa.
I.V.: ¡Pero por supuesto! Si el socialismo es la negación de la exclusión y de la dominación, no puede estar sometido y excluido el 50 por ciento de la sociedad. Si hay socialismo tiene que ser un socialismo feminista, sino, no es socialismo.
EN: Hasta que llegue el día en que no tendremos que usar más la palabra “feminismo”, porque ya no hará falta.
I.V: Al igual que no tendremos que usar más las palabras como: racismo, exclusión, pobreza y sobre todo capitalismo, esa vergonzosa palabra que por definición es dominadora, controladora, expoliadora y todos los “oras’” que se nos ocurran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario