Norma Loto (SEMlac).- Avances y retrocesos del feminismo fue el nombre de uno de los foros más interesantes del II Congreso Internacional Feminista, realizado en esta capital, a sala repleta y con alocuciones en las que abundaron las críticas, la autocrítica y un poco de optimismo. En resumen, tuvo todos los ingredientes que ayudan a la construcción de futuras acciones del movimiento.
A simple vista, parecía que estaban las de siempre: las mujeres que desde hace décadas vienen luchando por los derechos de las mujeres. Pero no, esa sala también tenía a la nueva generación, las jóvenes que de a poco —casi celosamente— están recibiendo el legado de una lucha a la que aún le falta ganar varias batallas.
Nina Brugo, abogada feminista de Argentina, tuvo una opinión tajante pero real: "Debemos ser autocríticas y reconocer que nos hemos dormido". La abogada se refirió a las batallas por los derechos ganadas por el movimiento feminista en Argentina, pero que luego son administradas por una justicia conservadora.
"El poder patriarcal de la iglesia copó el poder judicial y quienes administran las políticas de familia pertenecen, generalmente, al Opus Dei. Es decir, estamos luchando por leyes que son interpretadas al revés", dijo Brugo.
"No sólo eso, sino que también (los enemigos) están en los Encuentros Nacionales de Mujeres, donde expresamos nuestros derechos y ellos están tratando de incursionar en ese espacio. El enemigo no se duerme, siempre está pensando en cómo puede desterrar nuestros avances".
La feminista aludía a los Encuentros Nacionales de Mujeres que, desde 24 años atrás, se vienen realizando en este país y que últimamente han sido intervenidos por militantes conservadoras.
Respecto a este aspecto, una militante de la provincia de Tucumán (1.270 kilómetros al norte de Buenos Aires), lugar donde se realizó la última edición de estos encuentros, comentó a las presentes: "En Tucumán, el Opus Dei ha copado los estamentos legales y otros espacios. El Encuentro Nacional de Mujeres, realizado en esa provincia en 2009, evidenció mucha saña por parte de la iglesia".
"Cuando pasamos (las mujeres que concurrieron al Encuentro) por la Iglesia San Francisco —continuó— en las escalinatas había hombres y jóvenes rezando el rosario al vernos pasar. No sólo eso, sino que se mandó a un monaguillo a doblar la campanas cuando nosotras caminábamos por las calles".
Comentó que representantes de la iglesia de esa provincia intentaron convencer a la población de la principal causa por la que no debía realizarse el Encuentro Nacional de Mujeres.
El mensaje de la curia, "desde siete meses antes de realizarse esa reunión, fue: vendrán unas mujeres locas que mataron a sus hijos y después se los comieron".
Avances incompletos
Respecto a los avances, hubo críticas en torno al papel de los estados de la región que no respetan las leyes de equidad. "Las políticas públicas no son tan completas, no siguen lo que está escrito en la leyes. Falta eficiencia en la implementación de esas políticas", dijo una representante de Chile.
Fue en esa misma línea el comentario de Graciela Bianchi, funcionaria del Consejo Provincial de la Mujer de Río Negro (provincia ubicada en el Sur de la Argentina), quien manifestó su preocupación en cuanto al avance real en el plano normativo durante el último siglo.
"A veces los avances normativos, como las convenciones internacionales, no son compatibles con la instancia del ejercicio real y efectivo de las mujeres que están "en la marginación total".
Bianchi ejemplificó sus palabras con las experiencias de las mujeres de la región sur de esa provincia, donde el acceso a métodos anticonceptivos se reduce a: "salir corriendo hacia la zona del cerro cada vez que viene el marido de trabajar en el campo".
"El avance en la normativa internacional —continuó— está lejos de las manos de esas mujeres que carecen de políticas públicas: nacionales, provinciales y municipales. Ellas no pueden ejercer sus derechos, porque no saben lo que significa tener derechos".
Las jóvenes y sus reclamos
Eran estudiantes, activistas o simpatizantes. A ellas, se las reconocía fácilmente: peinados nuevos, ropas coloridas, y casi todas apuntando cada palabra y emoción de esa reunión.
La palabra, o mejor dicho el reclamo, lo lanzó Mariela Acevedo, una joven feminista de la agrupación Desobediencia y Felicidad. "Somos mujeres jóvenes que notamos que existe un hiato en la transmisión de conocimientos y experiencia por parte de las feministas".
Acevedo atribuyó esta falta de transmisión al Golpe Militar de 1976 y la posterior dictadura que ejerció el poder hasta 1983. Para ella, esa grieta en la democracia hizo que casi toda una generación de mujeres no se acercara al feminismo.
"Hay una generación perdida porque la dictadura militar trató de callar a una generación y se siente esa falta. Es difícil encontrar militantes de edad intermedia que hubiesen hecho posible la transmisión de conocimientos a las nuevas generaciones".
A la vez, Acevedo marcó la diferencia entre participar en un Encuentro Nacional de Mujeres y tratar de ingresar a los espacios académicos del género.
"Hay espacios a los que se puede acceder y adquirir conocimientos, por ejemplo los Encuentros Nacional de Mujeres, porque son trans clasistas y trans generacionales. En cambio, los espacios académicos del generó suelen ser exclusivos, inaccesibles, caros. En la academia, se desprecia la palabra de las más jóvenes y se limita la participación de las militantes".
Llamó a la solidaridad de las integrantes del movimiento feminista: "sería bueno que se reflexionara en cómo se abren espacios a las nuevas generaciones que tenemos ganas de aprender. En algún momento serán las nuevas generaciones las que estarán en esos lugares que hoy ocupan las feministas".
Dentro de los partidos políticos
"Existe un hiato entre el feminismo y la actividad política", sostuvo Ana Repeto, militante y, a la vez, integrante de la comisión organizadora del II Congreso Internacional Feminista.
Es que el feminismo fue y es vivido como una lucha subordinada dentro de los partidos políticos. "No hemos transformado la cultura política partidaria de nuestro país y el feminismo no incluyó ningún cambio dentro de los partidos, y eso es un retroceso. De ese modo, seguiremos teniendo problemas con las votaciones de las leyes, por ejemplo".
Repetto se refirió a la reciente aprobación, en la Cámara Baja, de la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. En este caso, "los partidos votaron de diferente manera y se basan a una cuestión de conciencia basada en una práctica religiosa, cuando lo correcto es que debiera ser un asunto programático dentro de los partidos políticos".
A pesar de tantas autocríticas, Angelita Vesentini, militante histórica del feminismo argentino, dijo a SEMlac que "se deber ser optimista, porque hemos tenidos muchos avances. Vesentini tiene 82 años y sabe de lo que habla, prefiere no hablar de retrocesos, sino de deudas pendientes: la realidad nos pone en el camino otros desafíos, como la trata y la prostitución y debemos preguntar al Estado qué está haciendo por estas mujeres.
Las feministas tenemos avances, pero también muchos desafíos en los que trabajar, insistió.
Pasado y presente
Pasaron 100 años desde aquel Primer Congreso Femenino Internacional de la República Argentina, realizado en mayo de 1910, Las feministas se reunieron del 19 al 22 de mayo, en Buenos Aires, para compartir experiencias y realizar un balance sobre los avances y retrocesos de las mujeres durante el siglo XX.
Aquel primer encuentro fue convocado por la Asociación de Universitarias Argentinas, presidida por Petrona Eyle, y entre sus representantes más memorables se encontraban Alicia Moreau de Justo, Ada Elflein y la doctora Julieta Lanteri.
Por entonces, el país era presidido por Figueroa Alcorta y el encuentro tuvo como objetivo: "establecer lazos de unión entre todas las mujeres del mundo; vincular a las mujeres de todas las posiciones sociales a un pensamiento común; la educación e instrucción femeninas, la evolución de las ideas que fortifiquen su naturaleza, eleven su pensamiento y su voluntad en beneficio de la familia, para mejoramiento de la sociedad y perfección de la raza.
También se propusieron modificar prejuicios, con el fin de mejorar la situación social de las mujeres "exponiendo su pensamiento y su labor para poner de manifiesto las diversas fases de la actividad femenina y establecer las causales y efectos que determinan su influencia en el hogar, su condición de obrera, profesional, etc. y las soluciones de índole general y particular que tiendan a mejorar su situación".
En esta segunda edición, denominada II Congreso Feminista Internacional De la Republica Argentina , se trataron temas como el ejercicio de poder y la violencia entre los sexos; tipos de familia y parentescos; patriarcado, prostitución y tráfico de mujeres; sexualidad: placeres y controles; género, clases, etnias y edades; acceso, producción y transmisión de conocimiento; y mujeres, religión e iglesias.
El encuentro contó con participantes de Argentina, Australia, Bangladesh, Brasil, Bolivia, Costa Rica, Chile, Ecuador, España, Filipinas, Finlandia, Francia, Italia, México, Nigeria Paraguay y República Popular China, Estados Unidos, Venezuela y Uruguay, entre otros.
En 1910 no era significativo el número de mujeres con acceso a la educación, por lo que aquel primer congreso tuvo la presencia de un selecto grupo de mujeres con un alto nivel de instrucción y se trataron temas como la necesidad de una ley del divorcio, el gobierno y su vínculo con la prostitución, mujer y familias.
Este segundo encuentro tuvo el matiz de la pluralidad; hubo participantes de diversos puntos de la Argentina y del mundo que reclamaron derechos, aplaudieron avances y se llevaron una lista de deudas pendientes para seguir trabajando.
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