martes, junio 08, 2010

Bicentenario y feminismo: dos siglos bajo la lupa de las conquistas y demandas de las mujeres...

Por Malena Muñiz
(CbaNoticias).- Reflexionar acerca de estos 200 años también implica revisar las prácticas sociales, culturales y políticas de las mujeres en el proceso de construcción de sus identidades colectivas; se trata de una lectura del pasado con la intención de examinar su participación en todos los ámbitos sociales y la lucha por sus derechos.

Para ello, vale mencionar el I Congreso Femenino Internacional de la República Argentina de 1910 como acontecimiento relevante en el proceso de configuración del movimiento feminista. Un siglo después, su reedición en el II Congreso Feminista Internacional de la República Argentina convocó a profesionales, investigadoras y educadoras para hacer balances y acordar nuevas metas hacia la transformación social.

Nuevas prácticas, viejas lógicas coloniales
Durante los años posteriores a la Revolución de Mayo, las mujeres de la elite porteña comenzaron a participar en la organización de las tertulias, espacios de encuentro, debate y reflexión en los que ellas intercambiaban ideas con los hombres. “La remoción de las tarimas de madera, heredadas de los árabes e instaladas en las casas durante la época colonial, permitió la incorporación de las mujeres a las discusiones sociales y políticas”, comentó Jaqueline Vasallo, investigadora desde la perspectiva de género del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Doctora en Derecho y Ciencias Sociales y docente de las facultades de Derecho y Ciencias Sociales y Filosofía y Humanidades de la UNC.

Luego, aclaró que las tarimas eran estrados ubicados en un sector de las habitaciones sobre los cuales sólo permanecían las mujeres, mientras que los varones se sentaban en otra parte de las salas, lo que no permitía el contacto ni la comunicación. Más adelante, hacia fines del siglo XIX, esos espacios de socialización se fueron modificando, ya que los encuentros dejaron de hacerse en las casas y los hombres empezaron a reunirse en los bares para hablar de política. Las mujeres ya no podían ingresar a esos sitios y quedaron aisladas.


Para la Doctora en Derecho y Ciencias Sociales, si bien las mujeres se convirtieron en agentes políticas de sus maridos, la mayoría de las que se incorporaron a la escena pública, como Mariquita Sánchez de Thompson o Remedios de Escalada, lo hicieron desde la caridad, es decir, a partir de los roles de género asignados por el patriarcado. Por ello, Vasallo afirma: “No se visualiza una ruptura con el orden colonial, ni Moreno ni Castelli se lo habían planteado. Por el contrario, esas lógicas siguieron predominando en muchas prácticas”.

Esta situación se mantuvo hasta la llegada de los inmigrantes a Argentina, las mujeres que desembarcaron con sus familias trajeron otras experiencias de vida e instalaron en el debate otros reclamos.

Centenario de la Revolución: las mujeres toman la palabra

La postal de 1910 podría describirse como una sociedad que, a través de grandes monumentos, palacios y avenidas, pretendía mostrarse como un país moderno, agro exportador y uniforme. En contraposición con esta imagen y en el marco de las celebraciones por el centenario de la revolución de 1810, las primeras egresadas universitarias del país, nucleadas en la Asociación de Universitarias Argentinas, organizaron el I Congreso Femenino Internacional de la República Argentina.

Las sesiones se extendieron entre el 18 y el 23 de mayo y estuvieron entre sus organizadoras Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Alicia Moreau, Petrona Eyle, Sara Justo, Cecilia Muzzilli y Fenia Cherkoff de Repetto, entre otras.

Jaqueline Vasallo sostiene que se trató de un evento convocado para debatir la situación y el rol de la mujer y abogar por la obtención de derechos sociales, políticos y civiles. En este sentido, “el congreso apareció como contracara de la Argentina modernizada, donde la mayoría de sus habitantes estaba excluido del acceso a la ciudadanía política y las mujeres seguían siendo consideradas como inferiores jurídicamente, al igual que durante el período colonial, y sujetas a la potestad masculina”, expresó la investigadora.

Según la socióloga e historiadora Dora Barrancos, con el nuevo siglo creció la acción feminista, aumentó la demanda de reconocimiento y se incrementó el número de voces que denunciaba la sujeción femenina.

¿Qué planteaban las feministas de 1910?

Es preciso hablar de un contexto histórico caracterizado por la reciente aplicación del matrimonio civil y la vigencia del Código Civil redactado por Vélez Sarsfield. Aunque, también, era un tiempo en el que las mujeres todavía eran consideradas menores de edad con la misma condición jurídica que planteaban las leyes coloniales. En consecuencia, estaban sometidas a la tutela del padre o el marido, no podían disponer de sus bienes ni fijar un domicilio particular.

Por otra parte, los reclamos feministas apuntaban a una patria potestad compartida sobre los hijos. Vale aclarar que “sólo gozaban de una tutela, salvo las mujeres viudas a las que se les había otorgado ese derecho, siempre y cuando no se casaran en segundas nupcias”, resaltó la docente universitaria.

Otro punto importante aparecía vinculado a las fuertes restricciones en derechos civiles y políticos. A modo de ejemplo, Vasallo recordó que las mujeres no eran el único grupo excluido, puesto que sólo votaba la porción de varones propietarios, que sabían leer y escribir.

Además, el divorcio vincular se constituía como otra de las demandas que compartían las primeras feministas. En este sentido, la investigadora del Conicet expresó que el matrimonio comenzaba a visibilizarse como “un espacio represivo para las mujeres”.

Analizando el accionar de este grupo de médicas y educadoras que se congregaron en 1910, Jacqueline Vasallo argumentó que “ese feminismo reclamaba los derechos de las mujeres sin replantearse el rol de madres ni el de familia; fue un feminismo maternalista a diferencia de otros que podemos leer en Estados Unidos o en Europa”. En esta línea, la investigadora explicó que las feministas reclamaban el derecho al voto y a una mejor educación para poder criar mejor a los futuros ciudadanos del país. Aún cuando solicitaban el divorcio o ingresar a la universidad, pensaban desde el rol asignado en el seno de una sociedad patriarcal.

Más adelante, la década del ’20 se caracterizó por una importante reactivación del accionar de los grupos feministas que venían operando y reclamando desde distintos lugares. Mientras que la década del 30 llegó para clausurar la intensa actividad de las mujeres y, con ello, recayeron en la oscuridad los numerosos actos públicos, congresos y publicaciones.

Entonces, “los reclamos en cuanto al divorcio vincular y los derechos políticos fueron retomados, posteriormente, por el peronismo en la figura de Evita y puestos en práctica a partir de un discurso conservador que apelaba al rol doméstico y reforzaba la idea de las mujeres madres”, resaltó la docente.

Años más tarde, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, se restableció la patria potestad compartida y se sancionó la ley de divorcio vincular, dos acontecimientos celebrados por los grupos feministas. El primero fue en 1985 a través de de la ley 23.234 y el segundo por medio de la ley 23.515, el 8 de junio de 1987, ésta última a pesar de una fuerte presión de la Iglesia Católica.

En este sentido, Vasallo expresó que desde los diferentes sectores que trabajaban por los derechos de las mujeres se reconocía un avance en el acceso y ejercicio de los derechos políticos por parte de ese sector social, aunque se analizaba la escasez de espacios que ellas ocupaban.

Allí es cuando surge la ley 24.012 de cupo femenino, sancionada en noviembre de 1991 debatida por un sector del feminismo; “algunas compañeras pensaban que significaba un paso hacia adelante”, recordó Vasallo. Por el contrario, añadió que las que no acordaban entendían que debía ser un proceso al interior de los diferentes partidos. Para la docente de la UNC, el punto clave es cómo se organizaron las listas a partir de la sanción de la ley y la manera diferenciada en que se incluyen los nombres de mujeres y varones.

A modo de síntesis y en palabras de Jaqueline Vasallo, si bien los reclamos desarrollados anteriormente fueron escuchados, y a pesar de que algunos tuvieron su eco muy recientemente tales como el acceso a la patria potestad compartida, el divorcio o la transformación de los modos en que las mujeres se situaron en la militancia, despojadas de los roles tradicionales asignados por el patriarcado, es importante mencionar que no siempre lo establecido en los instrumentos jurídicos se traduce en la vida doméstica o laboral.

Bicentenario: ¿hecha la ley, está la práctica?

Entre el 19 y el 22 de mayo pasados, a 100 años de aquel primer congreso y en el marco del II Congreso Feminista Internacional de la República Argentina, se hizo hincapié en cuestiones legales, se reflexionó acerca de ¿qué sucede con la democratización de la vida en todos sus aspectos? “Porque existen leyes contra la violencia doméstica, sabemos que operan algunos mecanismos institucionales pero ¿eso se refleja en la práctica?”, interrogó la investigadora.

Por otra parte, la historia de las mujeres y del feminismo retomando los debates de 1910, las mujeres y la religión, el trabajo doméstico, el eco y el ciber-feminismo fueron otras de las temáticas que ocuparon las mesas de discusión.

En cuanto a las conclusiones del encuentro, se destacaron la necesidad de recuperar los espacios feministas como instancias de debates abiertos, libres y gratuitos; promover un feminismo plural en articulación con organizaciones y movimientos de lucha contra toda forma de explotación, discriminación y/o explotación humanas que asuman el feminismo como parte de sus luchas; habilitar ámbitos de discusión y activismo con feministas, cuyos cuerpos y sexualidades sean diversas; distinguir entre trata, tráfico y redes de prostitución, asuntos frente a los que existen acuerdos fundamentales entre feministas y organizaciones que trabajan por los derechos de las mujeres y los derechos humanos en general.

Para Vasallo, es de suma importancia la democratización de todos los espacios, incluidos los del feminismo, puesto que hubo grandes cambios y numerosos logros, pero aún queda mucho trabajo por hacer.

Y es ese largo camino por andar el que, luego de dos siglos, deberá convocarnos a todos y todas a reflexionar e interrogarnos ¿quiénes han sido las mujeres rescatadas a lo largo de la historia?, ¿cuáles fueron las prácticas legitimadas y cuáles las deslegitimadas?, ¿qué experiencias serán valoradas de ahora en más? y ¿cuáles las invisibilizadas?, ¿qué sectores se sumarán a la lucha por los derechos que aún no son ejercidos por las mujeres? y ¿qué responsabilidades y debates deberán asumirse para alcanzar la equidad de género en todos los ámbitos sociales?

mmuniz@cbanoticias.net

FUENTE:http://www.cbanoticias.net

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