El "hecho de ser mujer se convierte en una fuente de enfermedad" y los ciclos de la vida de la mujer "se patologizan" cuando disciplinas científicas dirigidas a garantizar y mejorar la vida, como la Medicina y la Farmacia, se someten al imperativo del mercado y a la concepción cultural de los géneros impuesta por el patriarcado.
Esta es una de las conclusiones de la intervención de la profesora de Filosofía Moral de la Universidad de La Laguna (ULL) y directora del Instituto de Estudios de la Mujer de la ULL, Mª José Guerra, en el transcurso de su conferencia ’Biopolítica. La administración medicalizada de la vida’, según informó la UNED de Tenerife.
Guerra participó con esta intervención en el curso ’Nuevas subjetividades y crítica social. Género, Autonomía, Violencia en Millenium, de Stieg Larsson’, organizado por Centro Asociado a la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de Tenerife y dirigido por la profesora de Filosofía y tutora de este centro Ana Hardisson.
Mª José Guerra recurrió al filósofo francés Michel Foucault y a su concepto de "biopolítica" para explicar los efectos sobre la vida de las mujeres del ejercicio "del poder y del saber" tal como se conoce en las sociedades actuales, dominadas por la concepción patriarcal y neoliberal de la vida y de la organización social.
La biopolítica pretende gestionar y "normalizar" la vida —cuerpos, sexualidad, poblaciones— de los seres humanos, reduciendo la diversidad potencial a un etiquetado adecuado al sistema, a un sistema de vigilancia y, finalmente, al posible confinamiento de las personas que resisten la clasificación, de forma que se acaba lesionando sus derechos humanos.
Esta línea lleva a la medicalización de la conducta humana y a la "farmacologización de la vida", generada por la presión de la industria farmacéutica, uno de los agentes más activos de la dimensión de la "bioeconomía".
Sometimiento
Estos enfoques unidos son los que conducen a entender, por ejemplo, el duelo por la pérdida de un ser querido como una enfermedad que debe atenderse con medicamentos.
Se busca así una ciudadanía que, sometida a la autoridad de la Medicina y la Farmacia, queda normalizada y funcional en la medida que elude sus malestares y, de paso, se convierte al conjunto de la población en consumidores de los productos farmacéuticos para atender cualquier circunstancia de la vida.
Finalmente, el patriarcado añade a este conjunto la atribución de múltiples patologías al útero y al cuerpo de la mujer en general: es lo que Foucault llamó "la histerización del cuerpo de la mujer". Para este caso, la profesora de la ULL citó varios hechos históricos, como el de las malformaciones provocadas por el medicamento conocido como talidomida, originado en una investigación que concebía la menopausia como una "desregulación" de los ciclos femeninos.
Efectos nocivos de la investigación médico-farmacéutica para la vida de las mujeres, también recientemente reconocidos, ha tenido la aplicación de terapias hormonales sustitutivas para la menopausia, que se basan igualmente en el rechazo de los ciclos vitales de las mujeres. En estos casos, además, se parte de una concepción de la utilidad social del ciclo reproductivo de las mujeres como agente que les otorga una función social exclusiva.
Con estos apuntes, Mª José Guerra explicó que su objetivo es hacer visibles esta forma de organización social y los conceptos en los que se sustenta, con el fin de promover la visión crítica propuesta por la bioética: "debemos aplicar a todos estos conceptos que tragamos sin más, la hermenéutica de la sospecha", concluyó.
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