Sabemos que hoy en día hay una amplia gama de juguetes, pensados para las niñas, que reproducen y perpetúan los esquemas patriarcales tradicionales. Con el paso de las generaciones, las versiones varían, pero la intención sigue siendo la misma: moldear a la niña para su futuro "rol de mujer". Lo preocupante es que, si bien es cierto que actualmente las discusiones sobre estereotipos de género y las luchas por la equidad han impulsado cambios significativos en nuestras realidades sociales, dichos cambios no parecen reflejarse de manera contundente en los instrumentos de juego y modelos de socialización que el comercio continúa etiquetando como "juguetes para niñas".
Lo que se pretende como cambio, no son más que versiones más sexualizadas del tradicional prototipo de Barbie, pero en esencia, resulta evidente que acarrea los mismos conceptos de lo que se considera tradicionalmente "femenino". En este escrito me refiero específicamente a la muñeca Barbie, por varias razones.
En primer lugar, porque la mía fue una de varias generaciones de niñas, que crecieron con ella, como referencia de la "mujer ideal". En segundo lugar, por el hecho de que, luego de medio siglo de su lanzamiento al mercado, aún se sigue emulando su "ejemplo". Así, resulta evidente que no hemos superado su influencia. Gran parte de la clientela para la industria de cirugías estéticas, ha nacido de esa población infantil de generaciones enteras a las que convencieron de que Barbie es el resultado de lo que se espera de una mujer. Esto lo fomentan quienes se lucran del patriarcado capitalista y conocen cómo explotarlo.
Analicemos a Barbie: Siempre joven, nunca llega a los 30, a pesar de que cronológicamente, ella tendría hoy sobre 50 años de edad. Por lo tanto, es una figura que cumple a cabalidad con el mito de la mujer que no crece. Si fuéramos a hacer una reconstrucción realista de cómo luciría en la actualidad, respetando las leyes del paso del tiempo, ciertamente ésta no se vería igual. Barbie representa no sólo a la mujer que nunca madura, y que no sufre los embates de la vida de un ser real, sino que además, ella escenifica las posibilidades disponibles sólo para las mujeres cuyo poder adquisitivo es alto y que no tienen que esforzarse para obtener lo que desean.
A pesar de que en alguna ocasión Barbie ha sido representada como médica, veterinaria o practicante de alguna otra profesión activa, sabemos que no se la proyecta como a una mujer que necesite ejercerlas para ganarse la vida. Más bien se da a entender que es algo que ella experimenta por placer y por ocupar su exceso de tiempo libre. Los papeles laborales de Barbie se presentan como una distracción en lugar de una aportación social. Por cada muñeca disfrazada de profesional , existen otra abrumadora variedad de refuerzos que hacen pensar a la niña que la belleza física es una elección prioritaria ante cualquier otra ocupación en la vida (sin mencionar lo oneroso de los tacones, el cabello de salón y la ropa de diseñador que requiere el estilo "profesional" con que se la presenta).
Barbie es un personaje que siempre aparece como un ser que gira en torno a lo glamoroso y la belleza externa, como valores imperantes. Sabemos que todos y cada uno de sus lujos requieren de la constante disposición de unos fondos económicos prácticamente infinitos. ¿Qué probabilidades reales existen de que la mayoría de las niñas que juegan con Barbie lleguen alguna vez, en toda su vida adulta, a igualar el estilo de vida que sugiere esta muñeca? Sabemos que una muy pequeña minoría gozará de este privilegio, como suele ocurrir en las sociedades capitalistas, donde el poder económico y adquisitivo reside en el monopolio de un@s poc@s.
Sin embargo, Barbie es un producto cuyo mercado es masivo e internacional, lo que equivale a que niñas de todas las estratas sociales la están internalizando como a un ser ideal. Con ello, el capitalismo patriarcal promueve en nuestras niñas la total enajenación de las realidades sociales y económicas de su entorno.
Analicemos otro aspecto importante de Barbie, como uno de los modelos infantiles más influyentes del siglo 20. ¿Qué características físicas tiene Barbie? Para empezar, es blanca y tiene todos los rasgos considerados tradicionalmente como bellos en la cultura anglosajona. Su cabello es liso, rubio y sus ojos azules. Esto, en sí mismo es un dato, en apariencia inofensivo, pues después de todo, existen mujeres con estas características. Pero, ¿es casual esta proyección? Se diría que, si Barbie "nació" en Estados Unidos, sería de esperarse que estos rasgos fueran predominantes, pero esto es sólo la visión que la publicidad ha hecho imperar en el proceso de globalización. En realidad, sabemos que Estados Unidos es un país de inmigrantes y esto se traduce en la existencia de un gran abanico de culturas y etnias que interactúan y se enriquecen entre sí. Ese intercambio, hace de ese país uno de gran pluralidad, lo cual quiere decir que un porcentaje enorme de las niñas que reciban esta muñeca, no podrán indentificar en Barbie una representación de su fenotipo racial y étnico.
¿Qué consecuencias tiene esto en el autoconcepto de las jóvenes? El inconsciente de la niña, desde temprana edad, comienza a compararse con Barbie y al no encontrarse en ella, aprende a disociarse de sí misma y a tratar de adoptar modelos que a menudo resultan inalcanzables. En un intento por acaparar a las llamadas "minorías" en el mercado, la compañía creadora de este personaje, en algún momento decidió lanzar muñecas "amigas" de Barbie que representaran diversas razas y etnias. Sin embargo, al respecto hay varias observaciones que considero importante destacar. Primero; las compañeras de Barbie aparecían como personajes secundarios y en en su publicidad, el ideal más exaltado era el fenotipo de la Barbie original. Además, al poner atención a las características y facciones de las muñecas que representaban a mujeres afroamericanas, latinas o asiáticas, éstas no proyectaban la apariencia real, común a la mayoría de las mujeres de esos grupos étnicos. Los rasgos de estas muñecas eran un calco del rostro de la Barbie blanca, sólo variando el color de la piel y, en algunos casos, los ojos y el cabello. Esto nos dice mucho del solapado, pero constante racismo del discurso, detrás del producto. Además, la publicidad siempre se encargó de que las niñas que jugaban con Barbie y sus amigas, se convencieran de que la figura ganadora, central y exitosa es Barbie.
La imposición de Barbie como máximo modelo estético, promueve el desarrollo de una gran población de futuras mujeres presionadas a perseguir una definición ilusoria de perfección.
Tampoco es casualidad que el fenotipo ideal, sea el de las minorías adineradas en el poder. Ya identificamos en Barbie un modelo dirigido a cumplir múltiples funciones que distorsionan la realidad femenina, en un solo producto. Entre ellas, están la idealización de la belleza y la juventud como sinónimos de "virtud femenina", la imposición del consumismo capitalista y el estilo de vida de derroche como fuentes de "eterna felicidad y satistafacción", el culto a la raza blanca como sinónimo de notoriedad , implicando que otras razas y etnias pertenecen a planos secundarios.
Como producto, Barbie proyecta la opinión de los comerciantes y publicistas acerca de lo que debería ser el "sueño americano" para las mujeres. La imposición de ese sueño significa adoptar las obsesiones, las distorsiones y las enfermedades artificiales de una sociedad que pretende sentar las pautas de conducta a países cuyas realidades sociales, económicas y étnicas son completamente ajenas al estilo de vida norteamericano. Lo cierto es que la realidad de las mujeres en su mayoría no guarda ninguna semejanza con el fantástico mundo de Barbie.
La asimilación de su mensaje, sirve para satisfacer la codicia deshumanizante de los mercaderes de la industria cosmética. Con la exhaustiva búsqueda de las masas, que desean emularla, la muñeca sirve de aliada internacional a las industrias de tintes para el cabello, lentes de contacto y ropa de alto costo. También les facilita el negocio a los fabricantes de tacones de aguja, productos alisadores para el cabello, fajas y otros artefactos cuya función es ejercer control sobre las mujeres y presionarlas para modificar sus cuerpos, guiadas por la fantasía que éstos prometen.
Barbie es la carnada para que sus seguidoras caigan en la trampa de la industria de cirugías estéticas, liposucciones, aumentos de busto, los llamados "liftings" y otros procesos quirúrgicos tan dolorosos e invasivos, como arriesgados y costosos.
Mientras Barbie sonríe al vacío con su mirada lánguida, hay cientos de niñas y mujeres que literalmente mueren en el intento de imitarla. Algunas perecen en el quirófano, o por complicaciones posteriores, por inyecciones de hormonas, consumir pastillas para bajar de peso o simplemente pierden la batalla ante enfermedades como la anorexia o el trastorno dismórfico, típicas afecciones de una sociedad donde el culto desmesurado a la belleza incita a muchas mujeres a escoger entre su vida y el ideal de perfección.
Podemos figurarnos quiénes ganan y quiénes perdemos en este macabro juego comercial. El imperio de Barbie no ha dado señales de debilitarse en el transcurso de varias generaciones. Hay muchos intereses económicos lucrándose de las cuantiosas ganancias que devengan de los productos fabricados con el exclusivo propósito de vender la ilusión de obtener la belleza irreal de una muñeca plástica. Las estrategias publicitarias de sus fabricantes, continúan a través de los años, forjándose como cárceles,cuyos barrotes son soldaduras en el imaginario femenino. Esto se establece desde muy temprana edad, cuando las niñas apenas empiezan a desarrollar su identidad social.
Debemos procurar que , tanto las mujeres como las niñas conserven la perspectiva de que Barbie puede cumplir con las expectativas de perfección, simplemente porque ella está hecha de plástico y no es una persona. Este detalle, a simple vista parece demasiado obvio, sin embargo, por no tomarlo en cuenta, muchas mujeres pierden la noción sobre la diferencia entre lo real y lo engañoso.
La muñeca Barbie es una estrategia audaz para desvincular a las mujeres de su naturaleza humana y equipararlas a maniquís de vitrina meramente decorativos.
Su imposición como ideal de belleza, equivale a condenar a la invisibilidad y castigar con el látigo de la indiferencia social, a todas aquellas niñas o mujeres que no cumplan con los parámetros de opulencia y los criterios de belleza que ella ostenta. Es relegar a toda mujer que presente signos de humanidad y que no se limite a parecer una muñeca artificial. No se debe perder de perspectiva que Barbie no se crea ella misma, a ella la crean, a ella la inventan. Significa que otros dictan su indumentaria, su peinado o su manera de "ser". Emular dichas características significa transformarse en un ser incapaz de sostener ideas propias, gustos originales y sobre todo, forjarse su propio destino. ¿Es eso lo que deseamos para nuestras hijas? Conscientemente, suponemos que no. Sin embargo, puesto que nuestra sociedad no nos crea conciencia de ello, tendemos a obsequiar a las niñas con objetos que contribuyen a la formación de estereotipos de género. Así, se condiciona el imaginario infantil y se reproducen conductas que favorecen el status quo y que sostienen el capitalismo patriarcal.
Debemos encaminar a nuestras niñas a cambiar la sonrisa de conformidad de Barbie, por una conciencia que les refuerce que la inconformidad no es sólo saludable, sino necesaria para hacerle frente a las inequidades sociales en un sistema que intenta sabotear el desarrollo intelectual y la conciencia de las mujeres.
Dicho esto, mi exhortación sería que antes de regalar a una niña, un símbolo de la opresión femenina y promotor del mito de la belleza, pensemos en las serias implicaciones de este juguete. Y a quien la fabrica, le propondría añadir una advertencia en un lugar visible de la caja de la famosa Barbie, donde se lea: "PRECAUCIÓN: El uso constante de este producto y su absorción social y sicológica en menores de edad, podría causar severos daños a la autoestima a corto y a largo plazo, con graves efectos secundarios como por ejemplo: distorsión de la realidad, consumismo pernicioso, desarrollo de cánones irreales de belleza y en casos extremos, la muerte. Por favor, Manéjese con educación".
4 comentarios:
La barbie no me parece que dañe tanto, quiza porque yo no fui mucho de jugar con barbies, pero los juguetes que considero si son perjudiciales son las escobitas, trapeadores, valdesitos, para que las niñas "jueguen a la mamá", quin dijo que ser mamá es la persona que debe hacer la limpieza, en fin, asi ahi un sin fin de juguetes sexistas.
Yo llegué a ver programas de televisión en donde niñas de 15 años pretendían operarse el cuerpo, para imitar a barbie en sus medidas, donde madres le pintaban el pelo a sus niñas para que se parecieran a ellas. Donde una adulta le iba a pagar una operación de busto a su niña, porque según ella "le faltaba" para parecerse a Barbie. Si eso no es atrofiar la mente de las niñas y las mujeres para que persigan un ideal antinatural...si esas manifestaciones de violencia de género y consumismo capitalista no son peligrosas, sexistas y patriarcales...entonces ¿Cómo podemos llamarle?
Si es perjudicial, por que es el prototipo de la perfección irreal, hay que luchar por difundir nuestros valores, cultura y la barbie es anti esto.
Yo lucho siempre por ser como soy y me cuesta caro, mi cabello es hermoso, negro y rizado, no me lo alisare nunca, así lo exijan en un trabajo como símbolo de pulcritud y elegancia. Bajo los patrones de quien? no es mi cabello normalmente aceptado, es que seguro me veré hermosa con el cabello lizo y amarillo?
Es necesario hacer frente y oponer resistencia a la imposición de esos patrones estéticos arbitrarios e irreales. Es muy importante esa lucha
como justo reclamo por el respeto a la dignidad y la diversidad de todas las mujeres en el mundo.
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