La mujer había sido condenada a 14 años de prisión por el asesinato de su hija recién nacida. Había quedado embarazada producto de una violación. Su caso abrió un gran debate y se convirtió en símbolo del movimiento feminista. Ayer fue excarcelada.
Fuente: PÁGINA 12
Romina Tejerina, la joven jujeña que había sido condenada a 14 años de prisión por matar a su hija recién nacida –tras aseverar que había sido concebida producto de una violación– fue liberada en la mañana de ayer del Penal de Mujeres Alto Comedero de San Salvador de Jujuy al cumplir con dos tercios de su sentencia. En el día de su cumpleaños número 29, acompañada por su hermana mayor, Mirta, y su abogado, la mujer abandonó la prisión luego de que el último viernes, por un retraso en la firma de algunos papeles, el juez de sentencia no pudiera concederle la libertad.
El caso protagonizado por la joven ocurrió en 2003 y tomó trascendencia nacional. En las diferentes declaraciones públicas y judiciales que realizó en aquel momento, explicó que “el embarazo había sido provocado por una violación” que, sin embargo, la Justicia nunca dio por comprobada. El hecho habría ocurrido en la madrugada del 1º de agosto cuando fue a buscar a una de sus hermanas a una bailanta en las afueras de San Pedro.
El hombre al que la mujer había acusado reveló durante el juicio que mantuvo “una historia sentimental” con la joven y que se extendió por un año. El supuesto agresor, identificado como Eduardo Vargas, un comerciante y hermano de un policía de la zona, estuvo detenido sólo 23 días y nunca fue condenado, ya que un juez lo “eximió” de culpas.
Casi siete meses después de aquel episodio, el 23 de febrero de 2003, la joven oriunda del barrio San Pedro –ubicado a unos 30 kilómetros de San Salvador de Jujuy– dio a luz a su beba en el inodoro del baño de la casa que compartía con dos de sus hermanas. Tras el nacimiento, Tejerina colocó a la beba en una caja de cartón con tapa y luego le dio 20 puñaladas. Aún con vida, la pequeña fue traslada al Hospital Guillermo Peterson, donde falleció el 25 de febrero de 2003 producto de una hemorragia cerebral causada por heridas punzopenetrantes.
Según relató Tejerina en ese momento, aquel acto de violación y su embarazo fueron ocultados. “Siete meses después parí a mi bebé en el baño de mi casa y vi la cara del violador”, contó.
A raíz de lo sucedido se inició una causa penal en contra de Tejerina, que finalizó el 10 de junio de 2005, cuando mediante un fallo unánime los representantes de la Sala II del fuero penal jujeño condenaron a la joven a 14 años de prisión por el cargo de “homicidio calificado por el vínculo”. En un primer momento, la fiscalía había pedido la pena de prisión perpetua, pero luego tuvieron en cuenta algunos atenuantes para dictar la pena.
La defensa había solicitado la absolución de Tejerina con el argumento de que la joven “había tenido un brote psicótico”, producto de la violación que había sufrido, y que a raíz del trauma que le había generado esa violación “mató a su beba poco tiempo después de su nacimiento”.
Tras haberse dado a conocer el veredicto que condenaba a 14 años de prisión a Tejerina, Fernando Molinas, uno de los abogados defensores de la mujer, había anunciado que apelaría el fallo “de inmediato ante las instancias superiores de la Justicia”, aunque el letrado también había considerado “un adelanto” que el tribunal oral que juzgó a la joven, “después de tres años, reconociera circunstancias extraordinarias de atenuación”, en el homicidio agravado por el vínculo de la beba recién nacida.
El día de la sentencia, los familiares de Tejerina expresaron su repudio ante el fallo. Mirta, hermana de la joven, había asegurado que “vamos a seguir hasta las últimas consecuencias, para que otros no tengan que sufrir la misma situación”.
La condena impuesta en junio de 2005 fue ratificada años después por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En mayo de 2009, la Justicia jujeña había rechazado por “improcedente” y “carente de sustento” un reclamo realizado por la abogada defensora de Tejerina, Mariana Vargas, acerca de que pudiera cumplir en su vivienda la pena impuesta en 2005.
Vargas también comentó en aquel momento que el fiscal que intervino en la causa argumentó que “Romina usaba minifaldas, salía a bailar y se peleaba con los padres”, lo que, en una perspectiva prejuiciosa, terminaba dando motivos para considerarla una homicida.
Ayer por la mañana, a la salida del penal, los familiares esperaban a Tejerina para fundirse con ella en un abrazo en el día de su cumpleaños. También, agrupaciones feministas y sociales que reclamaron en diferentes oportunidades la libertad de la mujer se hicieron presentes en el lugar, para reclamar por una condena hacia el supuesto agresor de la mujer, para que sea juzgado por el “delito de violación”.
En varias declaraciones posteriores luego de la condena a Tejerina, su hermana Mirta expresó que “la cara de Romina es la cara visible del dolor que les toca vivir a muchas mujeres”. “En este tipo de situaciones uno busca el amparo del otro, el acercamiento al otro, el compartir con el otro y dar cuenta y comprender esta situación, que no se un problema de uno, sino que es un problema de todos.”
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