IPS · Roberto Tofani
La activista prodemocrática Aung San Suu Kyi es un icono en Birmania, pero su situación está lejos de ser la de la mayoría de las mujeres de este país de tradición budista y gobernado por un régimen militar desde hace varias décadas.
"Las periodistas, por ejemplo, no pueden tomar fotografías ni filmar vídeos del público pues no se les permite tener una posición privilegiada porque, como mujeres, no pueden estar por encima de los hombres ni de los monjes budistas", explica la escritora y activista Mon Mon Myat.
Myanmar es el nombre dado por la junta gobernante a Birmania. Ma Thida fue condenada a 20 años de prisión en 1993 por “poner en peligro la paz pública, tener contacto con organizaciones ilegales y distribuir panfletos ilícitos”, según dice la sentencia. Fue puesta en libertad cinco años después.
“La situación general parece mejor que hace dos o tres años, pero está lejos de ser ideal”, indicó Ma Thida, una de las miles de mujeres que contribuyeron a promover cambios a favor de un régimen democrático en Birmania.La Asociación de Asistencia a Presos Políticos, fundada por exdetenidos exiliados, señaló que hay 18 mujeres entre las 473 personas en esa situación. La organización está ubicada en la ciudad tailandesa de Mae Sot, en la frontera con Birmania.
Birmania ratificó la Convención sobre la Eliminación de Todas Las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés), pero la Constitución de 2008 no la contempló totalmente. “En la actualidad no podemos hablar ni discutir libremente sobre discriminación o equidad de género“, señaló una defensora de los derechos de las mujeres, que pidió no ser identificada por su participación en la campaña contra la construcción, ahora suspendida, de la controvertida represa de Myitsone, sobre el río Irrawaddy, en el norte de Birmania.
“La decisión de interrumpir las obras, aplaudida por organizaciones ambientalistas, fue el resultado de protestas realizadas principalmente por mujeres”, apuntó. ”Cuando la prensa birmana informó sobre la suspensión de la construcción, las mujeres desaparecieron porque les pidieron que se sentaran en el suelo mientras las cámaras filmaban a las autoridades”, señaló. ”Hay una amplia presencia de mujeres en nuestra sociedad, pero aun son invisibles”, observó la activista.
La escritora y defensora los derechos de la mujer Mon Mon Myat explicó: “A veces no es fácil plantear estos asuntos, aun dentro de las organizaciones femeninas, pues la mayoría de las mujeres piensan que su papel está en la familia y eso no se puede cambiar“. “En una sociedad budista theravada, dominada por varones, hay muchas barreras culturales que limitan el comportamiento y el funcionamiento de las mujeres”, dijo Mon Mon Myat. “Las periodistas, por ejemplo, no pueden tomar fotografías ni filmar vídeos del público pues no se les permite tener una posición privilegiada porque, como mujeres, no pueden estar por encima de los hombres ni de los monjes budistas”, explicó.
La barrera culturalcontrasta enormemente con las imágenes de Suu Kyi saludando o hablando con la gente desde el balcón de su casa o de una oficina partidaria. Ella es una excepción, según Mon Mon Myat, porque es hija de Aung San (1915-1947), venerado héroe nacional vinculado al movimiento independentista de Birmania. De hecho, Suu Kyi se cuida de poner el nombre de su padre delante del suyo, pese a que la costumbre es que las mujeres usen solo su nombre, sin adoptar el del padre ni el del marido. ”Pese a ser mujer, es símbolo de paz y democracia en nuestro país. Por eso podemos ver una multitud de monjes y hombres de poder expresándole su apoyo”, explicó. “La perspectiva del país debe cambiar si quiere ser democrático, pero para eso, primero, debe haber mayor libertad en los medios” de comunicación, señaló Vic, seudónimo de una escritora.
Las activistas y periodistas que se atrevieron a oponerse a la junta militar gobernante pagaron el alto precio de la tortura sistemática o fueron asesinadas por efectivos del ejército durante la prolongada guerra contra las milicias en los estados de las comunidades étnicas shan, kachim y karen. En 2002, la Red de Acción de Mujeres Shan denunció el uso sistemático de la violación por parte de soldados en un informe para el que lograron conseguir mujeres que contaran sus experiencias.
“Todavía no se puede hablar libremente sobre violaciones de mujeres de minorías étnicas en zonas alejadas y perpetradas por soldados birmanos”, señaló Mon Mon Myat. Muchas veces, las mujeres no suelen considerar la violación como un asunto de discriminación de género, sino como un problema “del destino en una sociedad que mira con malos ojos al sexo débil con ropas inapropiadas o yendo a lugares inadecuados”, indicó. “Las familias prefieren callar, haciendo que sea más difícil para la víctimas la búsqueda de justicia en los tribunales”, añadió Mon Mon Myat.
La Liga de Mujeres de Birmania es una organización que reúne a mujeres de 13 grupos étnicos que “trabajan por el avance del estatus de las mujeres con vistas a una sociedad pacífica y justa”, indicó. ”El cambio de mentalidad, en especial entre administradores de nivel medio y la gente común es esencial”, indicó Grace Swe Zin Htaik, actriz dedicada a cuestiones de salud y género. “Falta mucho para que logremos la equidad de género en Birmania”, explica. A pesar de estar mal representadas en órganos legislativos y cargos de gobiernos, mujeres como Mon Mon Myat confían en el futuro porque superan en número a los hombres en este país de 55 millones de habitantes.
También recuerdan los tiempos previos a la colonia británica (1824- 1948) cuando Birmania tenía un sistema matriarcal y las mujeres tenían derecho a ser propietarias y ocupar altos cargos.
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