Con "Mujeres en el aire", la directora arremete contra el uso sexista del cuerpo femenino en los medios de comunicación. "Hay una industria que trabaja sobre la frustración femenina para vendernos cosas que no necesitamos", asegura. Se estrena este viernes en Ciudad Cultural Konex.
POR: Ivanna Soto / revistaenie“Sueño de plástico, y pasión,/soy tu sueño de placer,/soy tu afiche full color”, cantan cinco chicas en un hard rock. Sin eufemismos ni rodeos, Mujeres en el aire, de Mariela Asensio, es una obra violentamente literal sobre el tratamiento que hacen de las mujeres y su cuerpo los medios masivos de comunicación. "Trabajo sobre la idea de que el sistema capitalista está basado en la frustración de las personas. Y, en el caso de las mujeres, hay una industria que a partir de la frustración femenina y la construcción de un ideal inalcanzable, nos vende un montón de cosas que no necesitamos, pero creemos que necesitamos”, explica a Ñ digital esta actriz, directora y dramaturga de extensa carrera.
La obra es la segunda parte de Mujeres en 3D, una trilogía con perspectiva de género integrada por Mujeres en el baño (2008) –sobre la mujer en un plano íntimo–, y próximamente por Mujeres en ningún lugar –sobre la prostitución y la trata de personas. Tres miradas críticas sobre determinados lugares que ocupa la mujer en la sociedad.
A partir del humor y mediante una estructura de show con canciones originales en vivo, videos y coreografías, el espectáculo intenta deconstruir ciertos estereotipos machistas y abrir un espacio de reflexión. De forma fragmentada y sin una historia lineal, retrata el mundo de las cirugías, las dietas y el imperio Light que acosa al sexo femenino.
-Lo que ves en la televisión está tan naturalizado que no reflexionás sobre eso. Poder sacar de contexto lo cotidiano permite ejercer una mirada crítica. Tenemos el poder de decir no: de no ser flacas escuálidas, de no seguir una dieta, de no usar cremas antiedad y de no hacer cosas que no nos interesan.
-¿Cómo hacés para no caer en la construcción de un nuevo estereotipo de la mujer en el afán de desestereotipar?
-Me parece que lo interesante para no construir un estereotipo es conectar con lo auténtico de cada persona. Si a una mujer le gusta maquillarse o comprarse una crema antiedad, está bien, pero si lo hace porque tiene ganas. Llevado a otros niveles, es la vida misma de una mujer en su cotidianeidad. El tema es si realmente hace lo que hace porque tiene ganas o porque tiene que hacerlo. Y esto se ve en la obra cuando una de las chicas decide no seguir en el show business.
-¿Cuál creés que es el rol de la mujer en este tiempo marcado por la violencia de género pero atravesado también por grandes conquistas sociales?
-El feminismo nace como una necesidad frente a la desigualdad, pero no es sólo cosa de mujeres. Ser feminista es tener una visión de igualdad, y el machismo, en cambio, es la prepotencia del hombre por sobre la mujer. Hoy hay muchos avances en torno a la igualdad. De todos modos, hay muchos intereses basados en esta desigualdad. Y, si bien hay muchas cosas que están avanzando y muchos temas sobre los que se están hablando, la realidad es que cada 36 horas una mujer se muere porque un hombre la mata, porque aborta, porque la fajan. Y esto es terrible. Entonces, lo que tiene que cambiar es la estructura cultural en la que estamos inmersos. Hay que erradicar la visión patriarcal y conquistar una visión del mundo más igualitaria.
-¿Cómo resolviste el nivel de sexismo expuesto en la obra para que no se confunda con el abordaje que hacen los medios que la obra denuncia?
-Yo pienso que esta obra no denuncia, sino que juega con ciertos mundos: el de la tele, la publicidad, las Miss Universo, las Barbies. Me meto en cada cosa y trato de aportar la mayor organicidad y verdad a eso. De hecho, a las actrices les decía: “No opinen sobre Barbies, muéranse por ser Barbies”. Porque en la medida en que ellas quieran ser Barbies, más es lo que cuentan. El trabajo entonces no denuncia, sino que se mete de lleno y es eso. Exploro ciertos mundos sin tener una opinión más que lo que la obra misma es.
-A diferencia de "Mujeres en el baño", esta vez incluís a un personaje masculino. ¿Qué implica ese rol en este contexto?
-En esta obra es muy importante el rol del hombre en escena porque es el que conduce todo el tiempo a este grupo de mujeres. Es muchos roles en un rol: es el que las guía, las lleva, les dice lo que tienen que hacer, les hace la cirugía, les vende las cremas, les explica las dietas, les hace la previa en el show. Es como el gurú de la belleza y la perfección: apuntala a las mujeres hacia el supuesto éxito que persiguen para permanecer en el show business.
-¿Qué le añade a la obra el hecho de que Muscari efectivamente conviva con el sistema que muestra "Mujeres en el aire"?
-Me parece muy interesante que una persona que convive también con ese mundo en lo real -que bailó por un sueño, que fue a Animales sueltos-, pueda aportar desde su actuación la mirada crítica que yo tengo desde la dirección. Me resulta doblemente interesante y más peligroso para la obra a que lo haga alguien como yo. Le aporta un plus, la hace mucho más paradójica, más ambigua.
-La mayoría de tus obras exhiben en escena cuerpos violentados en algún sentido. ¿De dónde surge esto?
-Me resulta muy natural. Los temas que toco en mis obras son los que me duelen, me afectan, me interesan, me atraviesan o me joden. Trato de transmutar lo que en la vida real me genera angustia. Por eso, hago las obras que me salen. Más allá de que sea una obra como Mujeres en el aire, que es todo para afuera, o Lisboa, que es todo para adentro, siempre me interesa probar cosas que no haya hecho antes. No siempre son feministas –como en la trilogía– pero sí, siempre aparecen cuerpos violentados, maltratados, el desamor y el desencuentro.
Mujeres en el aire, de Mariela Asensio
Actúan: José María Muscari, Raquel Ameri, Valentina Bassi, Pamela Rodríguez, Débora Zanolli, Valeria Alonso. Video: Mariela Asensio.
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