Según datos de la FAO, las mujeres producen entre el 60 y 80% de los alimentos en los países en desarrollo, y la mitad de la producción mundial total. Las trabajadoras del campo han estado vinculadas a la agricultura desde su propia invención, y aun hoy juegan un papel primordial en la soberanía alimentaria. Sin embargo esta realidad es infravalorada, producto de la función que cumple el patriarcado en la vida cotidiana, naturalizar la inferioridad y la precariedad femenina.
Por ello es la necesario la valoración de los conocimientos de nuestras campesinas, un saber que se debe rescatar porque está cargado de aportes a la sociedad que se les niegan a las mujeres, y que resultan esenciales, especialmente en lo que tiene que ver con los procesos de las semillas y sus diversas propiedades, pero sobretodo se trata de transformar las relaciones capitalistas de producción en el campo, des-mercantilizando los aportes que desde éste ámbito se realizan, relaciones que han ido en detrimento de nuestro planeta y ante las que se viene planteando una alternativa política: la agro-ecología como posibilidad sustentable de garantizar la soberanía alimentaria de nuestros pueblos, promoviendo una alimentación integral y la salud de la población. La propuesta feminista que plantean nuestras mujeres del campo es una alternativa clara al sistema capitalista–patriarcal que tienden a colonizar, patentar y privatizar los conocimientos.
Nuestras mujeres trabajadoras del campo juegan un papel fundamental en el futuro de la construcción socialista en nuestro país, pues sus aportes representan un paso definitivo en la soberanía alimentaria y por lo tanto en la soberanía de la patria, y desde sus propias experiencias deben trazarse las líneas que hagan sustentables la producción, distribución y el consumo de alimentos; lo cual debe ir acompañado de una serie de cambios que toquen las relaciones sociales entre mujeres y hombres y donde sean posibles prácticas sociales más igualitarias. Esta propuesta, como todas las que giran en torno al socialismo feminista son, fundamentalmente, una ética, una concepción del mundo basado en la solidaridad y la corresponsabilidad.
En tal sentido, la nueva Ley Orgánica del Trabajo debe permitir materializar el artículo 14 de la Ley de Tierras y ampliar el reconocimiento de las mujeres del campo como Trabajadoras garantizando plenamente sus derechos laborales.
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