lunes, enero 09, 2012

Celia vive en la Revolución cubana

Revista Mujeres.cubaweb
El 11 de enero de 1980 murió Celia Sánchez Manduley, fundadora y dirigente del Movimiento 26 de Julio, primera mujer guerrillera en Sierra Maestra y alta dirigente del Estado revolucionario cubano.

Celia Sánchez nació el 9 de mayo de 1920 en Media Luna, en la antigua provincia de Oriente, la tierra de los mambises. Hija del médico rural y patriota Manuel Sánchez Silveira, desde su infancia respira en su casa el pensamiento martiano y la savia rebelde y se vincula desde su juventud a la lucha popular.

En el territorio sur de la provincia de Oriente trabaja con los campesinos y sindicatos de la región, utilizando los pseudónimos de Ali y de Norma, y organiza y consolida el Movimiento 26 de Julio en Manzanillo, Campechuela, Media Luna, Niquero, Pilón y otros lugares, donde crea una vasta red clandestina.

En coordinación con Frank País monta una base de apoyo en la zona prevista para el desembarco del "Granma" y tras él organiza los primeros envíos de combatientes y armas a la Sierra, y asegura el apoyo al naciente ejército guerrillero.



El 19 de marzo de 1957 la combatiente clandestina se incorpora al Ejército Rebelde e impulsa la creación del pelotón femenino "Mariana Grajales" y la incorporación de las mujeres a la insurrección.

Celia Sánchez acompaña a Fidel en el combate del Uvero, en la entrada en Santiago de Cuba el 1º de enero de 1959, en el avance final hacia La Habana.

Después del triunfo, trabaja en los planes más importantes de lo Revolución desde la antigua Presidencia de la República, hoy Consejo de Estado.

A pesar de que su nombre y su figura sólo esporádicamente aparecían en público, su sencillez, austeridad y entrega, su humanismo dulce e íntegro, provocaron la admiración y el respeto de los cubanos.

Al acercarse el final, que ella conocía, no debilitó el ritmo de su trabajo y preparó detalladamente a sus colaboradores.

Celia Sánchez Manduley, a la que Armando Hart en un multitudinario homenaje, hace 25 años describió como "La flor más hermosa y autóctona de la Revolución, su fibra más íntima y querida.", fue alma y sensibilidad del pueblo, luchadora ejemplar.

Y vive en las obras de la Revolución, que ella ayudó a edificar, en cada cubano que lucha por su independencia, cada médico internacionalista, cada paso por la educación y la cultura en Cuba.

Celia, que fue de la estirpe de Mariana Grajales, de Manuelita Sáez y de tantas grandes mujeres del continente, no vive sólo en Cuba. También en América, la América nuestra de Bolívar y Martí.

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