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En este como en otros casos, de mujeres notorias o desconocidas, la ofensa se quiere hacer pasar por graciosa ironía, pero la humillación a las mujeres escudada bajo argumentos hipócritas de libertad de expresión es una forma clara de violencia mediática misógina.
Un insulto que se hace insulto porque establece una relación de pensamiento con una historia y con un modo de pensar: el machismo que desprecia lo femenino como referencia social-cultural, y el patriarcado que acepta la desigualdad como estructura de la organización social.
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Es claro que todo sistema de dominación necesita una ideología de la dominación. Y por eso, el machismo se sustenta en la idea de la inferioridad de la mujer. Por eso los filósofos patriarcales sostienen que las mujeres son seres de “ideas cortas y cabellos largos”. Y la misoginia corriente ve en las mujeres exclusivamente sus atributos sexuales, las considera tontas e incapaces, naturalmente sumisas, y con pocos méritos propios para acceder a puestos de decisión.
Después de muchas luchas y con esfuerzos que han llevado generaciones, las mujeres estamos participando en la vida pública y algunas de nosotras ocupando cargos de relevancia. Pero, para las mentalidades del machismo cultural esto no ha significado un cambio de conceptos, y continúan viendo a las mujeres con cargos públicos, primero como mujeres y después como profesionales o liderezas.Todavía hay quienes no las ven sino como un objeto sexual, y les lanzan furibundos ataques misóginos y machistas que reproducen la discriminación de género y denigran la dignidad de las mujeres todas. ¿Por qué no se ataca de la misma manera a los hombres en cargos públicos?
Las recientes burlas sexistas a nuestras compañeras que ocupan cargos públicos, las desvalorizan en sus aportes al país y al Estado, banalizan sus actuaciones y a través de estas ridiculizaciones pretenden humillar al gobierno.
Se encuadran en la categoría de violencia mediática, que se define como aquella producida por los medios masivos de comunicación a través de publicaciones, difusión de mensajes e imágenes estereotipados, que promueven la explotación de mujeres o sus imágenes, o que injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mismas. (LODMVLV)
En este como en otros casos, de mujeres notorias o desconocidas, la ofensa se quiere hacer pasar por graciosa ironía, pero la humillación a las mujeres escudada bajo argumentos hipócritas de libertad de expresión es una forma clara de violencia mediática misógina.
Un insulto que se hace insulto porque establece una relación de pensamiento con una historia y con un modo de pensar: el machismo que desprecia lo femenino como referencia social-cultural, y el patriarcado que acepta la desigualdad como estructura de la organización social.
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