(CIMAC).- Chihuahua se convirtió en la ciudad de las mujeres. En las protestas de la Caravana del Consuelo en la capital del estado más grande y más violento de México, ellas fueron las protagonistas. Denunciaron, gritaron, lloraron, exigieron… Fue como si el dolor y el reclamo de justicia se transformaran en una sola y enorme voz femenina.
Tras una marcha de más de 40 minutos y a pesar del calor incandescente de 46 grados, las y los caravaneros, encabezados por el poeta Javier Sicilia, y las decenas de mujeres activistas y las ciudadanas hartas de tanta impunidad en estos 18 años de asesinatos y desapariciones, le hicieron un homenaje a Marisela Escobedo, asesinada el 16 de diciembre de 2010, cuando exigía justicia por la muerte de su hija Rubí Marisol Frayre, frente al Palacio de Gobierno del estado.
Ahí, en ese mismo lugar donde Marisela fue ultimada, tan colosal como la indolencia de las autoridades ante el feminicidio que tan sólo el año pasado cobró la vida de 446 mujeres en toda la entidad, una multitud colocó una placa metálica con el nombre de la activista a las puertas del Palacio de Gobierno.
“Ya la pusimos una vez, y el gobierno la mando quitar. Que lo sepa el gobernador (César Duarte): el mandato del pueblo es que la placa esté ahí, que se le quite es un crimen. Le decimos que no puede quitarla, el palacio es del pueblo y el pueblo tiene memoria. Vamos a poner la placa como un gesto de resistencia civil”, retó Sicilia.
LA VOZ DE LAS MUJERES
Fue un acto de justicia simbólica con el que también llegó la hora de las mujeres. Luz Estela Castro, “Lucha Castro” –como la gente de estas tierras le dice con cariño–, directora del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua (Cedehm) y de Justicia para Nuestras Hijas –organización pionera en la denuncia del feminicidio–, subió lentamente las escaleras para llegar al pódium instalado en el lugar del mitin en el que participaron al menos tres mil personas.
Se dirigió a las y los integrantes de la Caravana del Consuelo: “Han llegado al lugar más peligroso del planeta. El estado más peligroso del país para defender los Derechos Humanos es Chihuahua.”
Lucha Castro dio un largo y detallado recuento de la ignominia. Dijo que la delincuencia organizada ha arrebatado tierras a los pueblos indígenas del estado; los secuestros y desapariciones de personas en la sierra chihuahuense ni siquiera forman parte de las estadísticas oficiales.
“Hay comunidades masacradas, quemadas y atemorizadas; cada día son más. Los municipios rurales viven aterrorizados por el narcotráfico; las y los periodistas son amenazados o asesinados. De cada tres asesinatos en el país aquí se comete uno”, expuso.
Con todo y el sombrío panorama, la activista no dejó que se le escapara la esperanza: “Que Juárez sea el lugar en donde nazca una nueva nación y una nueva revolución pacífica”.
A diferencia de las otras ciudades que recorrió la caravana, en Chihuahua las mujeres fueron las principales oradoras.
“Seguramente es así porque son ellas las más sufridas, las que son violadas multitudinariamente por los sicarios, por el Ejército, por los policías. Porque son ellas las que tienen que sufrir ante las autoridades todos los abusos y burlas, porque son quienes identifican los cuerpos en la morgue, porque son ellas las testigos del secuestro de sus hijas e hijos en sus propias casas”, explicó Lucha Castro.
Así, fueron de una en una, contando sus historias. Su dolor y su reclamo. A Estela Ángeles, asesora jurídica del ejido Baquiachi, le mataron a su esposo y a su hija en las puertas de su casa por defender los Derechos Humanos de la comunidad rarámuri.
Iriana Armendáriz sobrevivió a la masacre en el municipio de Creel, donde el 16 de agosto de 2008 fueron asesinadas 13 personas. Sigue en espera de justicia. “No más violencia, no más sangre, nosotros queremos un México en paz con justicia y dignidad”, clamó.
Norma Ledezma, integrante de Justicia para Nuestras Hijas, hizo un doloroso recuento de los nueve años de la desaparición impune de su hija Paloma Escobar. Algo similar ocurre con Lourdes Hernández, a quien le secuestraron a su hijo hace 11 meses y las autoridades, acusó, “ni hacen nada”.
Selene Galindo, indígena del municipio duranguense de Mexquital, recordó que ese estado tiene el nada honroso primer lugar en número de narcofosas a nivel nacional.
Ahí la policía usa camionetas sin placas y pueblos enteros han sido arrasados porque se negaron a unirse a la delincuencia organizada. “Estoy aquí porque quiero justicia, porque no construimos nuestras casas para que fueran quemadas”, advirtió Selene.
“HAY UNA INMENSA DIGNIDAD”
El chihuahuense Julián Le Barón, líder mormón y activista contra el secuestro, lanzó: “Todos somos culpables de la muerte de Marisela, porque debimos haber estado con ella aquí, para que no la asesinaran. La dejamos sola y por eso la mataron”.
Javier Sicilia destacó la presencia en el mitin de la organización Mujeres de Negro: “He caminado custodiado por la dignidad de las Mujeres de Negro, una inmensa dignidad y una inmensa grandeza”.
El poeta le preguntó públicamente a Felipe Calderón “si su guerra ha valido la pena, que vea los rostros de las familias desgarradas. Yo le digo que ha fracasado. No se puede hacer la guerra con estas instituciones podridas y sin la reforma política necesaria”.
Hoy, en Ciudad Juárez, se realizan los trabajos de diálogo y reflexión para la firma esta tarde del Pacto Ciudadano. Desde las 9 de la mañana, centenares de activistas están reunidos en la Universidad Autónoma de Juárez.
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