El dramático tema de las esterilizaciones masivas practicadas durante el gobierno de su padre, pone hoy en aprietos a la aspirante presidencial Keiko Fujimori, en la recta final de la campaña electoral peruana.
La candidata, que el domingo próximo disputará la presidencia con Ollanta Humala, del grupo progresista Gana Perú, se vio obligada a pedir disculpas, ante los espacios estelares que ganó el tema luego que su rival le reprochara en un debate público por callar ante las esterilizaciones.
El vocero de la postulante, Rolando Sousa, admitió tácitamente la importancia del tópico, al acusar a Humala de plantear el tema para restar votos de mujeres a Keiko Fujimori, que tiene mayoría en ese sector del electorado.
Según denuncias de organizaciones de mujeres y de derechos humanos, hubo 300 mil esterilizaciones forzadas de mujeres pobres, principalmente indígenas, durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000).
Ayer durante una gira electoral, la candidata pidió disculpas a las víctimas de esterilizaciones forzadas, hecho que atribuyó a "malos profesionales", argumento sostenido también por Alejandro Aguinaga, quien fue el ministro de Salud a cargo entonces.
El razonamiento es comparado por un diario local con el alegato de la defensa del expresidente Fujimori -encarcelado por diversos crímenes- en el sentido que las matanzas por las que fue condenado fueron responsabilidad solo de los ejecutores.
La postulante presidencial negó además, como Aguinaga, que hubiera una política de esterilizaciones masivas forzadas y que la operación era aplicada solamente a las mujeres que se sometían voluntariamente.
Muchas de las víctimas dicen haber sido esterilizadas con engaños, sin su consentimiento y hasta por la fuerza, porque el personal médico estaba obligado a cumplir metas de mujeres operadas.
Otro argumento fujimorista señala que dos investigaciones realizadas en la década pasada fueron archivadas sin acusaciones, aunque la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha culpado al Estado peruano en los primeros casos denunciados.
El tema es tan conflictivo, que el candidato de Fujimori a la segunda vicepresidencia, Rafael Rey, un católico conservador fundamentalista, admitió que el programa fue una barbaridad y "un horror".
Rey intentó atenuar la responsabilidad del gobierno fujimorista, al señalar que las mujeres no fueron esterilizadas contra su voluntad sino que fueron operadas sin contar con su consentimiento.
La parlamentaria fujimorista Luis Cuculiza, por su parte, dijo hace unos días que el programa de esterilizaciones masivas debería reanudarse, aunque en forma solamente voluntaria y no forzosa.
Los críticos del fujimorismo señalan que las esterilizaciones fueron un programa criminal racista que pretendía combatir la pobreza impidiendo que nazcan más niños pobres.
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