lunes, abril 04, 2011

El feminismo islámico decolonizado emerge con fuerza

Fuente: Med’in Marseille. Media Euroméditerranéen des diversités à Marseille.
Traducción para Webislam de Beatriz García Quesada

La Asociación de Musulmanes de Marsella (ASMMA) cuya presidenta no es otra que Fátima Tamtam, organizó el pasado sábado en el Teatro de Mazenod una conferencia/debate muy en línea con la actualidad. Bajo el título «Musulmanas de Francia: Retos y desafíos». Esta conferencia ha tenido el mérito de barrer los clichés colonialistas de los que son víctimas los musulmanes de Francia y de denunciar la instrumentalización política y mediática de la causa de las mujeres. Nadie quedó indiferente con las intervenciones de Asma Lamrabet, directora del Centro de Estudios femeninos sobre Islam en el seno de la Rabita Mohammadia de los ulemas de Marruecos, Houria Bouteldja, portavoz del Partido de los Indígenas de la República, e Ismahane Chouder, presidenta del Colectivo Feminista por la Igualdad.

La increíble cantidad de estereotipos y prejuicios que se han ido acumulando en torno a la temática «mujeres musulmanas» ha impulsado a jóvenes musulmanas de Marsella a crear la asociación ASMMA. El temor es que el próximo «debate sobre el Islam» (el 5 de abril de 2011) acentúa esta tendencia así como la instrumentalización política de esta cuestión. Según Asma Lamrabet, directora del Centro de Estudios femeninos sobre Islam de la Rabita Mohammadia de los ulemas de Marruecos, estamos incluso asistiendo a la construcción de un discurso predominante que instrumentaliza el miedo alimentando los clichés para reducir a la mujer musulmana y oponiendo al Islam todos los valores de la modernidad. Uno de los adagios más aprobados por las conciencias occidentales es que «la mujer musulmana está oprimida por el Islam». Los discursos sobre la musulmana con velo no son más que reproducciones de una visión colonialista, explica Asma Lamrabet. Ahora bien, los medios de comunicación y los políticos son los primeros vectores de estos clichés. Efectivamente, «el tema de la mujer está secuestrado por la visión conservadora», mantenido por «el circo mediático e islamófobo que nos impide ver la realidad de las cosas puesto que todo se presenta desde el punto de vista de lo afectivo y lo emocional», resume Asma Lamrabet, también coordinadora de un grupo de investigación y reflexión sobre la mujer musulmana y el diálogo intercultural. Las mujeres musulmanas son, según ella, las víctimas del etnocentrismo intelectual que absuelve a las mujeres no-musulmanas de toda discriminación. Ahora bien, «la discriminación contra las mujeres es universal. Por ejemplo, el patriarcado y el liberalismo acentúan la precariedad y las mujeres son las primeras víctimas. Por lo tanto, esto no tiene nada que ver con la religión o la cultura», afirma. A esto se añade la instrumentalización de esta temática por intereses geopolíticos. Esta obsesión de liberar la mujer musulmana a servido, por ejemplo, como pretexto para legitimar la guerra en Afganistán o para apoyar el régimen de Ben Ali debido a su modelo de emancipación de la mujer, «mientras que por detrás, este modelo oprimía a los hombres tunecinos, todo en nombre de la democracia».



De tales injerencias occidentales, motivadas por intereses diversos, se representa al Islam como una religión «totalitaria y machista» y se apoya la idea de que existen dos modelos. El de la mujer occidental liberada y el de la musulmana recluida y oprimida. «Un discurso que ha estado siempre al servicio de la coartada de las potencias imperialistas occidentales», insiste Asma.

Si bien afirma que «no es el Islam el que discrimina y desvaloriza a la mujer, sino más bien la exégesis que se ha hecho del Corán a través de siglos de lectura y de interpretaciones sexistas hacia la mujer. Estas interpretaciones rigoristas e inmutables han legitimado esta "cultura de la discriminación”». Aunque insiste sobre el hecho de que es necesario combatir la idea que asegura que el Corán es la primera fuente de discriminación contra la mujer. Es efectivamente importante «tener en cuenta el contexto histórico de la revelación coránica y diferenciar entre el hecho cultural y la esencia de la religión».
«Reducir el discurso islámico al velo es perjudicar esta ética coránica»
Añade también que la constatación de una cultura discriminatoria hacia las mujeres rara vez se permite en los países musulmanes quienes intentan entonces justificarse afirmando que «la religión musulmana concede derechos a la mujer». Sin embargo, según Asma Lamrabet es un discurso que hay que superar necesariamente ya que refuerza la idea de que las mujeres musulmanas tienen derechos y estatutos particulares. «Este discurso incluso ha marginado la universalidad del mensaje del Islam», comenta indignada. Opinión que también comparte Ismahane Chouder, miembro del Colectivo «Una escuela para todos-as» y del Colectivo de Feministas por la Igualdad. Para esta feminista musulmana, a los musulmanes de Francia les faltan «las herramientas que les permitirán defenderse. Desarrollamos un discurso en el reaccionar, del modo: "yo defiendo el Islam". Tenemos interés en mover el cursor», añade.

A esto se añade la forma en que los musulmanes evocan la cuestión del velo. «Hablamos del velo como si fuera uno de los principios del Islam.[...] Tenemos que revisar la forma que tenemos de vehicular nuestro mensaje islámico. Se lo ha reducido a una vestimenta de moda cuando lo que hay que privilegiar es la honestidad intelectual que la religión musulmana nos enseña para así evitar pasar por alto la universalidad del Islam», resume Asma Lamrabet. Igualmente, llama a recolocar la temática de las mujeres en el corazón del mensaje coránico, cuyos fundamentos son la razón, la justicia y la libertad. De hecho, «desde sus inicios, el mensaje islámico a permitido instaurar una verdadera dinámica de liberación de la mujer, aunque se difumina en pro de una lectura puramente jurídica vaciada de su ética espiritual», precisa. Es por esto que hoy día muchos intelectuales y universitarios musulmanes intentan recuperar su destino tratando de tomar la palabra en nombre de su compromiso espiritual. Y Asma Lamrabet forma parte de esos intelectuales. Presidenta de GIERFI (Grupo Internacional de estudios y de reflexión sobre mujeres e Islam), trabaja actualmente en la «relectura de las fuentes» en la visión igualitaria desde una perspectiva femenina, tal y como hacían las mujeres musulmanas tras la revelación. Ibn Hajjar, que es uno de los más grandes eruditos del Islam, ha identificado a 300 mujeres instructoras en ciencias islámicas en el s.III de la Hégira. «¿Dónde están los escritos de estas mujeres?», se pregunta. Akram Nadwi, investigador en Oxford, ha identificado por su parte a 8.000 mujeres eruditas especialistas en fatwas, crítica de hadices, exégesis, etc. El objetivo es «contradecir las lecturas religiosas literalistas masculinas que han sido especialmente responsables de la marginación de las mujeres».

Asma Lamrabet cree que esta nueva lectura del Islam, a partir de una lectura femenina, podrá reducir las discrepancias ideológicas con Occidente.Es cierto que el fantasma de la mujer sumisa es aún muy fuerte en Occidente. Sin embargo, «años de tentativas de emancipación de la mujer según un modelo occidental construido como modelo universal se han saldado con el fracaso». ¿Por qué? «El impacto de la colonización en el mundo musulmán explica en parte el rechazo de ciertos valores occidentales, especialmente de aquellos relacionados con la emancipación de la mujer, que se perciben como un proyecto colonialista».

Houria Bouteldja: «¿Feminismo islámico McDonald o feminismo islámico decolonizado?»
De acuerdo con la Presidenta de GIERFI, no podemos imponer a los musulmanes el acceso a la modernidad o fundirse en la sociedad a través de la sola puerta de la occidentalización. Del mismo modo, es lo que denuncia Houria Bouteldja, portavoz del Partido los Indígenas de la República (PIR), para quienes «hay que destacar esta resistencia cultural y religiosa en la perspectiva de construir un feminismo islámico decolonizado. Lo que quieren las mujeres musulmanas en términos de "respeto", en términos de "social" y sobre todo lo que piensan del discurso ideológico que estigmatiza a los hombres de su comunidad». Las mujeres musulmanas de Francia tienen que hacerse las preguntas adecuadas, ya que según Ismahane Chouder, otros se toman el trabajo y gastan su energía en definirnos como «víctimas».
Tan sólo hace una docena de años que asistimos a la organización de un movimiento que combina el compromiso militante con la reflexión teórica para presentar otra imagen de la mujer musulmana. La ley contra el velo en las escuelas (marzo de 2004) ha promovido la creación del «Colectivo una escuela para todos-as», en el que Ismahane Chouder se ha integrado rápidamente. «Hemos desarrollado un discurso feminista de la resistencia ciudadana y la organización política. Este tomar la palabra se nos ha facilitado en el marco de este espacio», explica Houria. Un marco esencial para «decolonizar las prácticas y discursos feministas» ya que hay también «una relación de dominación entre mujeres y este discurso matriarcal que tenemos que deconstruir», dice. El trabajo es enorme. De hecho y según Houria Bouteldja, estaríamos asistiendo al nacimiento de un «feminismo decolonizado». Esto es lo que se aprecia en un artículo de «ELLE, Revista de feminismo islámico integracionista» y bajo el título «Mujeres con velo pero [mujeres] Funky». Esta revista que ha hecho campaña contra el velo, abre hoy sus columnas a mujeres musulmanas que dicen: «nuestro velo no es más que un accesorio (...). Fundirse en la sociedad es a hacer concesiones en términos de fe y de dignidad», comenta la portavoz de PIR.

El próximo debate sobre el Islam no es para arreglar las cosas. Para Ismahane Chouder, hemos pasado de un análisis político a un análisis cultural que condujo a la creación de un enemigo cultural nuevo: el musulmán y la musulmana. Esto requiere la creación de leyes contra el velo y el burka, que para Houria Bouteldja es traicionar la Ley de 1905, puesto que «nadie puede ser laico más que las instituciones y los funcionarios». En definitiva, «buscamos la aplicación equitativa de la laicidad», prosigue Ismahane Chouder.

¿Organizarse políticamente?

A esto hay que añadir «esta voluntad política que consiste en encerrarnos en los debates periféricos en lugar de centrarse en debates económicos, ecológicos, etc. Hoy en día, nos vemos obligados a descontaminar el debate que se materializa en la visibilidad del Islam», comenta indignada la vice-presidenta del Colectivo de Feministas por la Igualdad. Para Houria Bouteldja, estamos asistiendo incluso ha el la elaboración por parte de las élites francesas de estrategias diversas que persiguen con firmeza neutralizar a los musulmanes. Según Houria, esto pasa por la creación de oficinas que controlen a los musulmanes a semejanza del Consejo Francés de Culto musulmán (CFCM) o por el desarrollo de una burguesía musulmana que ya no sería solidaria con la masa popular. «El objetivo es vaciar al Islam de su sustancia y neutralizar esta fuerza política que podrían representar los musulmanes de Francia. Si esta considerable fuerza demográfica (entre 6 y 10 millones de musulmanes en Francia) se organiza, podría hacer mucho daño», explica la portavoz de PIR. Ahora bien, hoy día parece que ya no se respeta a los musulmanes de Francia ni en su dignidad ni en sus creencias. Igual que esta falta de coraje político de Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista, quien ha retirado su firma de la llamada para la anulación del debate-juicio sobre el Islam tras el enfrentamiento con Jean-Francois Copé (UMP), con el solo pretexto de que Tariq Ramadan era uno de los firmantes. «Teme más ofender al electorado de base que a los musulmanes, porque no existen políticamente», dice Houria Bouteldja indignada. Algo que no necesariamente comparte Ismahane Chouder para quien «hay requisitos previos antes de organizarse políticamente. En primer lugar tenemos que saber quiénes somos».

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