Kaos en la Red El capitalismo, en una de sus innumerables agonías por mantener su sistema ha luchado por sojuzgar a la mujer como en su día ya lo hicieron sus antecesores; sin entender, muy a su pesar, que su derrocamiento es inevitable.
Son muchas las toscas artimañas de las que se sirve el sistema para lograr su próposito; entre ellas hacer entender que la emancipación de la mujer radica en igualarla al hombre; “la mujer debe evolucionar para llegar a él”, hay que despojarla de su identidad, su femineidad y todo aquello que la hace mujer tachándolo de perverso e ineficiente, en otras palabras improductivo.
El actual régimen, increativamente basado en la ganancia de unos pocos considera la emotividad una palabra a perseguir, para él sólo es digno de aplauso la frialdad y el oportunismo a fin de lograr un oficio enraizado a la plusvalía y nada más.
Sin historia propia ni religión, se ha limitado a la mujer a la simple gestación y crianza que sin ser actividades propiamente ingeniosas son consecuencias biológicas.
Y ahora, la imagen de mujer libre es aquella en la que ésta es lider de una gran empresa o aquello que más se ambiciona actualmente, la presidenta del gobierno; como si acaso ordenar y sentarse en una silla tuviese un mérito más allá que el de la mejor manipuladora, cuando el deseo del poder no es propio de su sexo ni deseable de adquirir.
Son muchas las toscas artimañas de las que se sirve el sistema para lograr su próposito; entre ellas hacer entender que la emancipación de la mujer radica en igualarla al hombre; “la mujer debe evolucionar para llegar a él”, hay que despojarla de su identidad, su femineidad y todo aquello que la hace mujer tachándolo de perverso e ineficiente, en otras palabras improductivo.
El actual régimen, increativamente basado en la ganancia de unos pocos considera la emotividad una palabra a perseguir, para él sólo es digno de aplauso la frialdad y el oportunismo a fin de lograr un oficio enraizado a la plusvalía y nada más.
Sin historia propia ni religión, se ha limitado a la mujer a la simple gestación y crianza que sin ser actividades propiamente ingeniosas son consecuencias biológicas.
Y ahora, la imagen de mujer libre es aquella en la que ésta es lider de una gran empresa o aquello que más se ambiciona actualmente, la presidenta del gobierno; como si acaso ordenar y sentarse en una silla tuviese un mérito más allá que el de la mejor manipuladora, cuando el deseo del poder no es propio de su sexo ni deseable de adquirir.
Esa imagen de mujer libre es la imagen de mujer presa en la negación de si misma; sin obviar que dicha insistencia capitalista también vulgariza en su intento al sexo masculino mostrándolo como un ideal de líder, falto de sentimientos y creatividad, sin menor estímulo que ganar dinero.
Y la familia, ese mini capitalismo a medida también invierte su granito de arena por la desfeminización de la mujer, para ella su único objetivo es satisfacer las necesidades del clan, su initimidad es baldía como su propio ser; mujer se entiende por aquella máquina productora de mano de obra e instrumento de placer, no se busca más allá del provecho que se pueda extraer materialmente de ella, no se entiende la delicadeza del sentimiento ni del enriquecimiento personal.
Y por ello la familia debe perecer, está condenada a la extinción como también los principios que le dieron nombre e invirtieron en su propagación, el sistema ya presta claras señales de su decadente destino, y es que las mujeres no somos hombres por mucho que quiera.
Nuestra lucha no consiste en lograr derechos capitalistas, como la propiedad o el derecho a explotar a los trabajadores, el feminismo no debe usarse en nombre de la superioridad femenina sobre el sexo opuesto, sino por la destrucción del patriarcado y todas sus formas de opresión, tales como la religión, la familia, la herencia y la propiedad, que garantizan el lucro de la clase propietaria y la decadencia de la verdadera clase creadora de valor.
La emancipación femenina no se basa en luchar por el poder o la igualdad; sino por la diferencia y el respeto por ella. Sentirnos diferentes, cada cual con su individualidad para después compartirla y opinar con pensamiento crítico.
No ambicionamos el Capitalismo ni sus mentiras, no queremos ser hombres ni ascender ni mucho menos mandar sobre otros. Queremos que el materialismo sólo sea una corriente de la dialéctica, que la propiedad se refiera al hablar con corrección y el poder sea ese verbo, conjugado en plural que afirme que podemos lograrlo.
¡No a la igualdad de la mujer!, ¡Sí al derecho de ser diferente!
http://la--observadora.blogspot.com/
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