lunes, julio 26, 2010

República Dominicana: Tenaces haitianas enriquecen la economía informal

Mirta Rodríguez Calderón
SEMlac Se llaman a sí mismas marchantes, aunque también así identifican a las mujeres que les compran. Se les ve por todas partes, en ciudades y en muchos campos del país, a veces en insólitas demostraciones de fuerza y resistencia.

Las que no tienen puestos fijos en mercados o calles, sino que andan itinerantes, caminan entre 10 y 20 kilómetros por jornada con sus mercancías en la cabeza. Son haitianas presentes en la economía informal de República Dominicana, residentes "sin papeles" casi todas.

Aunque las hay en mendicidad con sus hijos e hijas a rastras, con frecuencia "usadas" para esto por traficantes rufianes, la percepción más generalizada las presenta empoderadas y capaces, pese a sus múltiples vulnerabilidades: deudas con prestamistas, acoso sexual, malos tratos, extorsiones, decomiso de sus mercancías; sin contar las derivadas de no conocer el idioma.

Así lo corrobora un estudio realizado aquí por la investigadora italiana Graziella Scudu, para la no gubernamental Alas de Igualdad, con el apoyo del español Instituto Sindical de Cooperación al Desarrollo.

La presentación del libro despertó interés, aunque los organizadores de Alas de Igualdad no pudieron explicar satisfactoriamente a SEMlac por qué, si el tema del encuentro tenía su punto focal en las mujeres haitianas, ellas no figuraban en el panel, eran poquísimas en el público y fueron tan escasos sus testimonios.

Ello no restó mérito al primer estudio sociológico que se hace en República Dominicana sobre la presencia y situación de las mujeres marchantes, como lo señaló César Heraux, historiador del tema haitiano.

La presencia de personas de este origen, cuyos aportes económicos son poco reconocidos pero indiscutibles, ascendía en 1920 a 28.258 hombres y mujeres. En el presente se les calcula entre 800.000 y dos millones, sin que sea posible precisar el número, ya que su irregularidad y falta de documentos les induce a enmascararse y ofrecer datos falsos.

La contribución de estas personas, de las cuales alrededor de 30 por ciento son mujeres, se da en varias dimensiones, según comentó a SEMlac la autora del estudio, Graziella Scudu.

Ellas mueven el comercio informal, permiten a dominicanos de bajos ingresos comprar a precios más económicos, pagan algunas cantidades por el derecho al suelo si tienen puestos fijos y, cuando adquieren sus propios artículos de consumo, abonan el impuesto que paga todo el mundo: 16 por ciento en los no alimentarios, explicó.

Un dato adicional lo ofreció el panelista Jorge Alberto Santana, ingeniero de la Confederación Nacional de Trabajadores Dominicanos: esta población, mujeres y hombres, remesó a sus allegados, según datos de 2002, 79 millones de pesos (el gourde, la moneda haitiana, es equivalente al peso dominicano: alrededor de 36.50 por dólar).

Pero números reales no se tienen porque muchos de estos inmigrantes llevan sus aportes a sus familias o los mandan con viajeros que vienen o van.

Un anti haitianismo "de mentiritas"

El tema de la presencia haitiana en República Dominicana mueve pasiones. La historia de la ocupación por 22 años de Charles Boyer, en el siglo XIX, o la matanza de 37.000 personas de este origen ordenada por Trujillo en el XX, permean recuerdos, reseñas y también leyendas.

En el sustrato, el asunto se presenta coloreado de la misma discriminación que se ejerce en general hacia personas de piel negra.

Algunas de las entrevistadas por Scudu le refirieron haber sido maltratadas con frases como "maldita haitiana, vete para tu país"; asimismo, las autoridades les decomisan sus mercancías y las obligan a pagar no menos de 500 pesos para devolvérselas, si lo hacen; o bien que en los hospitales las tratan mal, cuando se atreven a ir.

Por la misma razón, buena parte de ellas prefiere vender en las calles para no trabajar en el servicio doméstico, en los restaurantes de chinos o en las zonas francas.

Los matices del tema son infinitos porque los ejemplos de solidaridad ofrecidos por el pueblo dominicano, cuando el terremoto de enero, echó por tierra esos presupuestos y quien observe, simplemente, puede apreciar que en los barrios, en las construcciones, en la agricultura, mujeres haitianas y dominicanas comparten y muchas veces son amigas.

En tanto, ciertas voces nacionalistas expresan lo contrario y aseguran que ellas pretenden ocupar el país. De estas contradictorias visiones habló SEMlac con Eulogia Familia, una destacada dirigenta, ex diputada y actual vicepresidenta de la Confederación Nacional de Unidad Sindical (CNUS), que agrupa a casi medio millón de trabajadores y una de cuyas campañas recientes es por un "trabajo decente" para la gente.

"Este pueblo no es antihaitiano. Aquí lo que hay es una clase política conservadora que ha vivido inyectando la idea de que los haitianos son un peligro y una amenaza", refirió. "Ellos se colocan al lado de los partidos liberales y agarran posiciones de poder".

Actualmente, en el Congreso de la República, el diputado Pelegrín Castillo, máximo dirigente de un partido llamado Fuerza Nacional Progresista, ha estado propugnando lo que llama "un proyecto de nación", que cercenaría a los haitianos, tanto en la presencia como en las posibilidades de trabajo.

Según la ley, la proporción de nacionales y extranjeros que deben respetar los empleadores es de 80-20, que no se cumple porque tanto en la agricultura como en las construcciones ellos son muchos más. En el proyecto de modificación de esa ley, Castillo esa proporción se reduciría a 95-5.

Pero Eulogia Familia está por ahora inmersa en una labor constructiva. En un intermedio de la actividad de presentación del libro "El rostro de la mujer haitiana en el comercio informal en RD", narró a esta agencia que en las centrales sindicales "estamos capacitando sobre diversidad y contra toda discriminación".

"Y lo estamos haciendo también en creole, porque muchos de ellos no saben los derechos que les corresponden, los del inmigrante. Estas actividades tienen la virtud de que nos ayudan a aproximarnos más", aseveró.

Trabajo duro y ganancias disímiles

Las 52 vendedoras de tres provincias a las que entrevistó Scudu le contaron muchos detalles, incluido algo en lo que suelen ser muy reservadas: ¿cuánto ganan?

Aunque hubo 19 que no le respondieron, entre las que sí lo hicieron 21 consiguen entre 8.000 y 11.000 pesos mensuales (equivalentes a 250 y 300 dólares), que es una cifra deseable para dominicanas y dominicanos, cuyo salario mínimo se mueve alrededor de los 6.000 pesos. Otras siete se quedan por debajo de los 3.000, pero 15 ganan más de 14.000 pesos y se sienten exitosas.

¿Qué venden ellas? "Una gran variedad de cosas", dice Graziella: "dulces, alimentos ligeros cocinados, arroz, frutas, vegetales y legumbres, cosméticos y pelo artificial y natural también. En puestos fijos venden ropas y zapatos. Estas suelen ser las más prósperas. Y además de perfumes y otros productos de belleza, también algunos productos industriales, como caldos para sopas".

¿Qué dicen de su trabajo? "Que les gusta trabajar independientes para que no les hablen mal; que el trabajo doméstico no les da para sostener a sus familias y que, como en Haití no hay vida —refieren— aquí la han encontrado. Pero si tuvieran un buen gobierno —dijo una— para nada vendrían aquí. También varias lamentan el tener que empeñarse con prestamistas y dicen que si tuvieran más dinero para invertir, venderían más".

SEMlac: ¿Qué motivó a la estudiosa a ocuparse de un tema como este?

GS: Hice mi tesis en bateyes (caseríos ubicados en los ingenios de azúcar), en el comercio informal, porque las mujeres sufren de invisibilidad y hay múltiples vulnerabilidades; porque además de ser mujeres, están empobrecidas y son inmigrantes. Son importantes aquí, pero eso es ignorado.

Hay una visión de que lo que ellas hacen es para la supervivencia, pero algunas de esas mujeres han logrado un negocio exitoso. Las hay que han trabajado en el servicio doméstico o en zonas francas y han preferido comerciar, en lo que ellas se empoderan.


SEMlac: ¿Cómo canalizar la propuesta de ayuda para que se las tome en cuenta?


GS: La documentación es un paso fundamental. Hay algunas que están en situación regular. Creo que hay que propiciar que se autoorganicen, mediante capacitación. Que ellas lo hagan, no que vengan a hacerlo para ellas desde fuera, porque la mayoría de los abusos que padecen es por la explotación de esa vulnerabilidad. Otra cosa sería ayudarlas a integrar microempresas y con créditos que no las dejen a merced de prestamistas.

Algunas historias demuestran que, cuando ellas encuentran un filón donde enrumbar sus saberes y capacidades, pueden llegar muy lejos. En ese caso está la abogada recién graduada Carmen Luisa Pierre, nacida en un batey e integrante de Alas de Igualdad. No obstante, y aunque los varones de esa organización la elogian, ella sólo fue la maestra de ceremonias del encuentro.

1 comentario:

Mercedes Cabrera dijo...

Saludo Revolucionario a las compaañeras de género con clase; como se dice en el artículo el tema del anti-haitianismo en Rep.Dom. despierta pasiones y con razón, según lo que se ha leido. Es importante decir que las marchantas son una figura que ha existido en Dominicana desde tiempos muy remotos y que no sólo las mujeres haitinas lo hacen, también se dedican a esta actitividad cientos de mujeres Dominicanas y sus familias ya que regularmente los niñ@s participan de la misma, sobre la extorsión de la que son victimas , se puede calificar de normal en un país con tan altos niveles de corrupción institucional. Considero y con basta experiencia que el pueblo Dominicano no está en contra del pueblo Haitiano muy por el contrario sufre sus desgracias y llora sus penas, sin embargo ni el país ni la comunidad internacional han podido hacer nada para mejor la calidad de vida del que es el hermano siames de la Rep. Dom., el glorioso pueblo Haitiano.