martes, junio 22, 2010

España: La política pública sigue siendo machista...

Montserrat Galcerán /Rebelión.org
¿Tienen sesgo de género los últimos recortes? La respuesta es taxativa, sí. Por varias razones: primero porque entre las perjudicadas las mujeres somos mayoría, justamente porque los recortes se concentran en los ámbitos en que estamos más presentes.

Según las estadísticas oficiales, de los casi dos millones de funcionarios de las Administraciones autonómicas y locales, el 60% son mujeres. En la Administración general del Estado el porcentaje es inferior, debido a los efectivos militares donde predominan los varones, pero en los servicios civiles seguimos siendo mayoría. En cuanto a los otros recortes, entre ellos figuran los cheques- bebé que han beneficiado especialmente a las jóvenes madres, y las ayudas por dependencia, cuando los cuidados que ésta comporta cargan fundamentalmente sobre las mujeres. Y por lo que se refiere a los pensionistas, según datos de 2007, las mujeres de más de 65 años superaban en casi un millón de personas a los varones. Así que, en cuanto al número, la cosa es clara.

Pero hay otra razón: algunos colectivos feministas se están esforzando últimamente por mostrar cómo no habrá salida posible a la crisis si no ponemos el ‘vivir’ en el centro de la atención política.

El reduccionismo capitalista-patriarcal sacrifica el bienestar de las poblaciones al incremento futuro de la riqueza monetaria, por lo que contabiliza los ‘gastos’ para mantener el ciclo económico como ‘inversiones’, pero cuando la rentabilidad se bloquea, –como está ocurriendo con la crisis–, sacrifica la continuidad de los gastos sociales necesarios en aras de sus desvanecidos proyectos. Ahí la variable de ajuste es el vivir mismo de las poblaciones.


Con esta reflexión la mirada feminista pone sobre la mesa la divergencia entre las dos dimensiones: la social, que atiende a la necesidad de mantener y cuidar el buen vivir de las personas, y la económica, que la sacrifica al beneficio económico. Un testimonio de ello es la tergiversación entre ‘gastos’ e ‘inversiones’. Llamar ‘inversión’ a un ‘gasto’ significa asumir que dicho gasto traerá consigo un beneficio a medio o largo plazo, pero si esa rentabilidad no llega, como está ocurriendo, resulta que la así llamada inversión era un ‘gasto’, lisa y llanamente una deuda.

Para cubrirla, los poderes públicos recortan los gastos, pero no aquellos que están ligados a la inversión fallida –tales como comisiones, pago de intereses, etc.– sino otros que nada tienen que ver con ellos, como son las partidas destinadas a ayudas sociales o a salarios.

Negocio fallido

Eso demuestra que, desde luego, no es el vivir de las poblaciones lo que está en el centro de la atención de los poderes públicos, pues estas medidas dificultan las condiciones de vida: los niños seguirán naciendo, las personas seguirán enfermando o jubilándose, pero los recursos monetarios para ellos serán más escasos.

La dificultad de rentabilización capitalista de aquellas presuntas inversiones se traduce en las mayores dificultades puestas al bienestar de la población, tanto más perjudicada cuanto más dependiente.

Y esto significa, ni más ni menos, que el gasto necesario para atender el vivir de las gentes sirve de variable de ajuste económico que suple las deficiencias de un negocio fallido. Lo que delata la perspectiva machista de toda esta política, para la que el vivir es algo natural que no precisa atención ni cuidado alguno, justamente porque esa labor ha sido invisibilizada al hacerla tradicionalmente las mujeres. A pesar de todos los avances en la igualdad, los poderes públicos siguen siendo machistas.
Montserrat Galcerán. Militante social, ensayista y profesora de Filosofía en la Universidad Complutense.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-politica-publica-sigue-siendo.html


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