sábado, mayo 15, 2010

Macela Lagarde: "Los feminicidios son la punta del iceberg de todas las formas de violencia cotidiana contra las mujeres"...

No se puede hablar de la lucha contra el feminicidio sin nombrar a Marcela Lagarde. Ella acuñó el término y descubrió que no era un tema exclusivo de Ciudad Juárez. Siendo diputada, creó la Comisión contra el Feminicidio y ahora preside una red de 90 investigadoras contra la violencia de género
Por; Marta Martínez
"Crímenes misóginos basados en una enorme tolerancia social a la violencia de género y en la que el Estado forma parte activa y contribuye a la impunidad". Es la definición que Marcela Lagarde hace del feminicidio, un término que ella "colocó" y con el que trató de explicar lo que sucedía en Ciudad Juárez. Sin embargo, siempre sospechó que no era un problema exclusivo de la ciudad fronteriza e hizo pública una realidad aún poco conocida: en diez años, han muerto en México entre 14.000 y 15.000 mujeres y hay seis estados con mayores índices de violencia hacia las mujeres que Chihuahua. Lagarde ha estado esta semana en Bilbao, donde ha participado en el Foro de la Igualdad organizado por Emakunde y donde ha disertado con DEIA sobre el feminicidio y sus raíces.

¿Qué es el feminicidio?
Los feminicidios son los crímenes de odio contra las mujeres. Así lo dicen Diana Russel y Jill Radford, que son de quienes yo tomé el término. En inglés es femicide. A mí, como antropóloga mexicana, feminista, me ayudó muchísimo a comprender lo que pasaba en Ciudad Juárez hace 15 años. Me informé muchísimo sobre esta teoría y la fui transformando. Me parecía que lo que pasaba en México no sólo era eso, sino que tenía que ser presentado también en términos de política de Estado. Entonces traduje el término femicide, no como femicidio, sino como feminicidio. Me parecía que se podía confundir con la feminización del concepto homicidio, y yo quería que se entendiera también la tolerancia social a la violencia contra las mujeres, la impunidad social y la impunidad del estado que permite que se reproduzcan estos crímenes.

En México, la impunidad es parte fundamental del problema...

El tema de la impunidad es severo. En América Latina, Asia y África está presente y también en Europa. Una de las dimensiones del Estado menos reformada por la igualdad es el aparato judicial, es arcaico y absolutamente patriarcal. Y al no haber justicia por parte del Estado se crea una enorme impunidad. En países donde hay significativos homicidios contra mujeres vemos el correlato del problema de la justicia. Yo tengo una página de un periódico con la foto de un juez español en su despacho de Madrid y éste dice: "Todas las noches que veo el telediario digo: que no sea una de las mías". Una de las suyas son 7.000 expedientes acumulados de denuncias de violencia contra mujeres. Eso lo pongo como un ejemplo de impunidad.

Según su definición, el feminicidio no es exclusivo de México, ¿hay reticencias en España a usar el término?

Enormes.

¿Por qué?

Por el tema de la impunidad. Cuando era diputada, organicé una red internacional contra el feminicidio y a favor de los derechos humanos de las mujeres con parlamentarias guatemaltecas y españolas. En ese momento se acababa de aprobar la ley para enfrentar la violencia de género en España, un paso importantísimo para el mundo. Y el tema complicado era que mi definición de feminicidio incluye la impunidad como un problema que involucra al Estado como parte del feminicidio. En España tendríamos que investigar si hay o no, no dar por hecho que no lo hay. Si analizas todo el tema del rezago judicial, de la dificultad para que se respeten las medidas de protección, esa es la impunidad. También los jueces que no hacen justicia conforme a derecho, todavía hay misoginia. Pero estoy convencida de que, se llame como se llame, lo importante es que se pueda abordar la violencia contras las mujeres como un problema que está basado en la desigualdad.

Ese es el trasfondo, ¿no?

Es la desigualdad de las mujeres en relación con los hombres y los superpoderes que tienen los hombres para ser violentos, y entre esos superpoderes está la impunidad. En México, más del 95% de los delitos quedan sin castigo; en el caso de las mujeres, es el 98%. Hay una enorme impunidad. La violencia es un mecanismo de dominación y de control contra una mujer en concreto pero, como al mismo tiempo, sirve de ejemplo, es contra todas. Permanentemente estamos siendo reforzadas, cada crimen, cada asesinato, cada mujer violentada. Es importante el grado de ejemplaridad que tiene cada acto de violencia sobre el resto de las mujeres. El feminicidio está basado en la desigualdad entre mujeres y hombres y eso es lo que mucha gente no capta. Pero logramos colocar la palabra feminicidio y supuso nombrar desde la interpretación política feminista qué es lo que estaba pasando en contra de las mujeres y las niñas en Ciudad Juárez.

Usted hizo público que el feminicidio afectaba a todo el país.

Yo soy antropóloga y siempre dudé de que fuera sólo en Ciudad Juárez. No teníamos información y, ademas, Juárez era tan espectacular, era lo raro, se creó todo un estereotipo. Y cuando fui diputada logré un presupuesto del Congreso para investigar lo que estaba pasando en Juárez. Creé la Comisión Especial contra el Feminicidio. Ahí se empezó a usar el término, con el asombro de que empezaron a repetirlo en los medios. Recorrí el país para investigar y lo que encontramos fue que había feminicidio en otras partes del país y que lo hay en grados mucho más elevados que en Juárez.

¿Pudieron conocer la dimensión del problema?

Hicimos un cómputo con datos oficiales sacados de aquí y de allá y descubrimos que en diez años habían sido asesinadas por muy diversos ejecutores entre 14.000 y 15.000 mujeres. Yo oigo que hay una fascinación perversa por estos crímenes, la gente se fascina por decir "ya son miles las asesinadas en Ciudad Juárez"; no, no son miles, son cerca de 500. Pero se fija qué rápido se pasa de 500 a miles. Y cuando empezamos a difundir que había crímenes en otras partes, periodistas y gente del movimiento empezó a decir "es que ya se extendió a todo el país". Como si fuera una epidemia. No se extiende, ha sucedido siempre, no se veían.

¿Cómo fue el proceso de investigación?

Contraté un conjunto de 60 investigadoras expertas en violencia de género contra las mujeres. Hicimos una investigación en todo el país y descubrimos que había seis entidades (estados) donde había una tasa mayor de crímenes contra mujeres que en Chihuahua, que es donde está Ciudad Juárez. Pusimos un montón de variables y fuimos bordando finito qué mujeres son las víctimas. Y concluimos que se puede saber qué mujeres están en riesgo.

Ahí entra la responsabilidad del estado, en la prevención, ¿no?

El problema no es que haya unos asesinos que matan, sino que hay las condiciones que permiten que haya asesinos que maten. Y entre esas condiciones están las que genera un Estado que no actúa. La misoginia es un fenómeno político-cultural, es la construcción ideológico afectiva y política para legitimar la exclusión, la discriminación, la explotación y la opresión de las mujeres.

¿Cómo acabar con esos crímenes?

Construyendo la igualdad, impulsando el adelanto de las mujeres con una política pro derechos humanos. Una no entiende a los funcionarios que, cuando reconocen que hay un problema, empiezan a hablar de castigar. Hacen proyectos para penalizar más los delitos, debaten hasta la pena de muerte. No es con represión ni con violencia como se va a erradicar esa violencia, sino enfrentando las causas. Y no son sino la dominación de las mujeres. Esos crímenes son la punta del iceberg de todas las formas de violencia cotidiana contra las mujeres. ¿Cómo educas a los que sólo te pueden oír si hablas en masculino? ¿Por qué no investigan en España todo eso? Pero no, lo que les importa es comprobar si eran nacidos aquí, extranjeros, inmigrantes, legales o ilegales. Esa es la ideología excluyente. Lo que quieren probar es cómo han aumentado las mujeres muertas a manos de sus parejas que vienen de fuera. Y lo mismo fue en México. En Juárez, cuando hacíamos la investigación, nos decían que eran los que venían de fuera, porque Juárez es un lugar de paso. Decían que la gente de Juárez era trabajadora, honesta, no violenta. Siempre es el otro.

Una noticia positiva es que en México han logrado aprobar una ley contra la violencia hacia las mujeres.


Hicimos la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que contiene un programa y una política de estado que obliga a los tres niveles de gobierno y a los tres poderes del estado a hacer una política integral para erradicar la violencia contra las mujeres. Es una ley formidable, ahora tenemos que lograr que sea realidad. Es un proceso largo, no lineal, en el que ha habido regresiones y, además, hay resistencia a su aplicación.

Además, está la sentencia de la Corte Interamericana que condena a México por feminicidio...


En unos pocos años logramos desarrollar una concepción teórico-política sobre el problema desde el feminismo. Y funciona, porque todas nuestras hipótesis se cumplen y cada vez se confirma más la negligencia del estado. El Gobierno de México minimizó la sentencia, pero nosotras queremos darle seguimiento a la sentencia y seguir con la ley.

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