domingo, abril 11, 2010

Género y turismo en el contexto del cambio climático: instantáneas de Kenya

Kenneth K. Odero/Contours - Fuente: Revista Pueblos n° 41
Kenya contiene una gran diversidad de zonas y hábitats ecológicos, como las tierras bajas y los bosques montanos, praderas arboladas y pastizales abiertos, matorral semiárido, bosques secos, ecosistemas acuáticos continentales, costeros y marinos que albergan una enorme diversidad de fauna. Tradicionalmente, estos recursos han sido explotados en beneficio del turismo de masas sin tener en cuenta sus consecuencias en la esfera social y económica. Este planteamiento no tiene en cuenta el hecho de que la gente y su medioambiente vienen sufriendo distintos impactos y de diversas maneras a causa del cambiante y variable clima.

No obstante, últimamente se ha generado un creciente reconocimiento, y una aceptación, de que los impactos del cambio climático y la variabilidad del clima cuentan con una especificidad de género, y más aún si se trata de aquel turismo en el que tanto la propia sexualidad como la orientación sexual son factores relevantes que actúan, y se ven influenciados, para determinar el espacio social y las relaciones de poder. A consecuencia de este reconocimiento, Kenya se encuentra potenciando en estos momentos el turismo responsable, en mayor medida que el turismo de masas (GoK, 2005). [1] Un aspecto central a este viraje es el haber comprendido que el turismo impacta sobre los hombres y sobre las mujeres, los niños y las niñas, de modos diferentes. Por lo tanto, las políticas para el cambio climático que tengan la intención de proteger sectores estratégicos con relaciones clave con el turismo (como el agua, los alimentos, las infraestructuras, la salud, etc) deben ser guiadas según una perspectiva de género.


Amenazas a las áreas costeras

Partes del área costera kenyana, particularmente la costa del norte y del sur, se encuentran sólo unos cuantos metros por encima del nivel del mar, lo que las vuelve vulnerables a un incremento del nivel y a tempestades marinas. Incluso en el mejor de los escenarios, una modesta subida del nivel del mar de entre 0,3 y 2,9 pies (0,09 a 0,88 metros) en 2100 tendrá efectos devastadores sobre el estatus, la productividad y la biodiversidad de la zona costera y los ecosistemas marinos. [2] Y se verá también afectada la economía de toda la costa, las vidas y el sustento de cientos de miles de mujeres que practican la agricultura, el comercio, o que dependen del mercado turístico. Inundaciones, pérdida de tierras e impactos sobre las fuentes de agua son algunos de los efectos que pueden resultar de un aumento del nivel del mar. Otras repercusiones del cambio climático, como las altas temperaturas, un tiempo más seco, o un descenso de las precipitaciones, podrían agravar aún más algunos de esos efectos.

Mientras los impactos del cambio climático variarán espacial y temporalmente, las vulnerabilidades, que están socialmente definidas y genéricamente determinadas, sugieren que esos impactos relacionados con el cambio climático (y la adaptación) tenderán a ser complejos y altamente localizados. En los ecosistemas costeros y marinos de Kenya, los arrecifes de coral se ven amenazados por cierto número de factores; relacionados con el cambio climático (como el aumento de CO2, el calentamiento global, el aumento de la temperatura de la superficie de la tierra, la acidificación de los océanos, el blanqueamiento del coral y la destrucción de los arrecifes de coral); y también aquellos relacionados con actividades humanas, como los cambios en el uso de las tierras costeras, la polución, el turismo y los impactos sobre ecosistemas acuáticos dependientes. Todavía, además de su importancia ecológica (supone un hábitat de importancia crítica para la pesca y la biodiversidad marina), los arrecifes de coral cuentan con un valor patrimonial, desde el punto de vista estético, intelectual, educacional y cultural, inconmensurable para las generaciones presentes y futuras (Avise et al, 2008). Debido a las amenazas que sufren los arrecifes de coral, el declive en la actividad pesquera probablemente afectará a las mujeres más que a los hombres, pues ellas son menos propensas a migrar en busca de mejores oportunidades económicas cuando una de sus fuentes clave de sustento se encuentra amenazada.

Tierras áridas y áreas boscosas

En áreas propensas a sufrir sequía, como las tierras áridas y semiáridas, debe promoverse la propiedad del ganado en manos de mujeres indígenas, junto con sistemas de irrigación inteligentes especialmente dirigidos a mujeres granjeras, como la mejor manera de hacer frente al cambio climático. Ciertas evidencias parecen sugerir que la devastación sufrida por el ganado debido a la persistente sequía está teniendo un impacto serio en las mujeres y los niños kenyanos. Datos de Namibia sugieren que los recursos naturales y el sector del turismo pueden proporcionar mayores beneficios que la ganadería por un factor de dos o más. Y con un cada vez más severo cambio climático el pasar a un sistema de producción, con transversalidad de género y basado en la biodiversidad indígena, se hace especialmente relevante para países en circunstancias similares o que son propensos a enfrentar situaciones parecidas debido a los efectos del cambio climático (Reid and Swiderska, 2008).

En las áreas boscosas, que forman la columna vertebral de la economía de Kenya a través de sus importantes nexos con el turismo y muchos otros sectores, se han implementado varias medidas para mitigar los efectos negativos de las prácticas humanas invasivas y el cambio climático. Tales medidas incluyen la mejora de las políticas, la implicación de las comunidades y la educación, el compartir beneficios con las comunidades, la rehabilitación de zonas degradadas, minimizar los conflictos entre los seres humanos y la vida salvaje, el vallado eléctrico, mejorar la distribución de recursos a las instituciones que protegen las montañas, y armonizar y actualizar las leyes y las políticas, entre otras. Estos procesos ofrecen enormes oportunidades para el empoderamiento de género a partir de un acercamiento a la relación entre cambio climático y turismo desde una perspectiva de género bien fundamentada.

Prácticas más inclusivas

Es probable que la combinación entre el impacto negativo del cambio climático y la transformación en el uso de la tierra afecte de modo adverso al turismo y las infraestructuras, desbordando a la mayoría de las actividades económicas y sociales del cinturón costero, con la posibilidad de causar mayores trastornos. Los análisis de impacto realizados en la región costera de Kenya muestran que el cambio climático está teniendo ya grandes impactos físicos en los sectores de la agricultura, la industria, la salud y la energía, y consecuentemente un impacto diferencial (basado en género, edad y origen) en las condiciones de vida de la gente en términos de empleo, ingreso y consumo (Odero, 2009). Todas las predicciones indican que los futuros cambios en el clima agudizarán los riesgos y vulnerabilidades que surgirán de un cambio climático incierto; ejerciendo presión sobre las estrategias puestas ya a prueba y magnificando los actuales patrones de la desigualdad de género (UNDP; 2007).

Fotografía: Milagros Almarza Evidencias recogidas por el Committee on Strategic Advice on The US Climate Change Science Program (2009) muestran que hay relación directa entre el declive de los arrecifes de coral y algunas actividades humanas, que afectan a los arrecifes y en cómo son gestionados éstos. Dado este escenario, particularmente la cuestión de la equidad y la distribución de género (ahora y en el futuro), los impactos con un diferencial de género deben ser factores a contemplar en todos los análisis de vulnerabilidad, así como en la adaptación de las políticas y otro tipo de medidas. Esto proporcionará una base fuerte para el empoderamiento de las mujeres en términos de participación y toma de decisiones. De acuerdo con datos de 2005, la tasa de participación de las mujeres de Kenya (empleo) en actividades económicas en relación con la de los hombres era del 69,1 por ciento y 78 por ciento respectivamente (UNDP, 2007).

En conclusión, debo reiterar la necesidad de ampliar y profundizar nuestra comprensión acerca de las consecuencias con una especificidad de género de los impactos del cambio climático en la industria del turismo. Por lo tanto, las políticas, planes y procesos deben integrar los derechos de género mientras detectan los problemas que afrontan las mujeres a la hora de enfrentarse a los cambios y la variabilidad del clima en un contexto más amplio de desigualdades sociales, culturales y económicas que superan el espacio del turismo. La igualdad de derechos sobre la tierra tiene una relevancia particular en la región costera de Kenya, por lo que el acceso de las mujeres a este recurso crítico tiene que ser investigado de modo apropiado, ya que es fundamental para conseguir el Objetivo de Desarrollo del Milenio número 3. Tal y como señala el Informe de Desarrollo Humano 2007/2008, “unas políticas de adaptación exitosas no pueden ser insertadas en sistemas que están fallando a la hora de tratar las causas que están detrás de la pobreza, la vulnerabilidad y desigualdades mayores en materia de salud, género [las cursivas son mías] y origen” (UNDP, 2007).

El Doctor Kenneth K. Odero es científico regional y actualmente director ejecutivo de Climate XL Africa, una organización independiente sin ánimo de lucro que trabaja sobre el cambio climático, con sede en Nairobi, Kenya. Este artículo ha sido publicado originalmente en el volumen 19, nº 1, de la revista Contours (march – april 2009), editada por la Ecumenical Coalition On Tourism (www.ecotonline.com).
Versión original en inglés. Traducido para Pueblos por Aloia Álvarez Feáns.
Este artículo ha sido publicado en el nº 41 de la Revista Pueblos, marzo de 2009.
Notas
[1] Kenya se sitúa en el puesto nº 127 en el Índice de Desarrollo en Función del Género (GDI), con un valor de 0,521; mientras Islandia se coloca en el primer puesto con un valor GDI de 0,962 (PNUD, 2007).
[2] El Cuarto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) ha confirmado que el calentamiento global está afectando a los sistemas biológicos en todo el mundo, con entre un 20 y un 30 por ciento de las especies animales o plantas enfrentando crecientes riesgos de extinción a medida que las temperaturas medias globales aumentan.

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