En México hay un millón 816 mil mujeres que se desempeñan como trabajadoras del hogar, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2008 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); pero a pesar de su gran número, ellas mismas denuncian ser invisibles para la sociedad, los políticos y los gobiernos.
Según esa encuesta, el número de trabajadoras del hogar equipara al de todos los oficinistas varones del país y es similar al de todos los vendedores ambulantes o maestros, sin que esto represente para ellas una ventaja política, económica, laboral o sindical.
Académicos, especialistas en el tema del trabajo doméstico y hasta servidores públicos reconocen que las trabajadoras del hogar son víctimas de exclusión y de una discriminación legalizadas, pues en las leyes Federal del Trabajo y General del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) sus derechos están limitados o son casi nulos.
En materia de políticas públicas, desde el nivel municipal hasta el federal, hay un enorme vacío de acciones y programas de Gobierno.
Las trabajadoras del hogar realizan sus quehaceres sin un contrato laboral, sin seguridad social, con salarios inferiores al del resto de los trabajadores; sin tener derecho a vacaciones, pago de horas extras, pensión y jubilación; entre gritos, golpes y acoso sexual, pero forzadas a realizar extenuantes jornadas laborales y discriminadas por su origen étnico.
Originaria de Zitácuaro, Michoacán, Carmen Andrés Guzmán realiza desde hace 13 años el trabajo doméstico en la misma casa, sin más prestaciones laborales que el salario mensual.
Su jornada laboral inicia a las 8:00 de la mañana y termina casi siempre a la medianoche, pero dice que tiene una buena patrona, pues no la discrimina y cada año le incrementa el salario.
Carmen viajó a la Ciudad de México en busca de trabajo cuando su esposo murió y la dejó a cargo de cinco hijas. La más grande de las niñas tenía ocho años cuando su mamá las dejó al cuidado de la abuela. Hoy la hija mayor tiene 26 años de edad y la que le sigue en edad es una señorita de 24 años de edad que estudia para convertirse en maestra.
“Yo le digo a la que está estudiando que le eche ganas, para que nuestra separación y mi cansancio valgan la pena”, recuerda Carmen. Entre lágrimas dice que sólo cada 15 días tiene el tiempo y el dinero suficiente para regresar a Michoacán y estar con sus hijas. A Zitácuaro llega los sábados por la tarde y se regresa los lunes muy temprano.
Marcelina Bautista Bautista, directora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), acusa que los intereses y las necesidades de estas trabajadoras suelen permanecer ocultos, invisibles, escondidos entre las cuatro paredes de las casas en donde se les llama con los motes de “sirvientas”, “chachas”, “gatas” o “criadas”, sin que su realidad sea parte de las políticas públicas.
Pero entre ellas mismas y hacia afuera reivindican su nombre: se llaman trabajadoras del hogar. Rechazan el término de empleadas domésticas por considerarlo peyorativo y hasta como un insulto, “porque dicen que no son animales, porque lo perciben como una cuestión de domar, de domesticar, pero son personas”, dijo Patricia Hernández, directora del Colectivo Atabal, una organización dedicada a capacitar y a ayudar a este sector de la población.
El Colectivo Atabal tiene, por ejemplo, una bolsa de trabajo para colocar a las mujeres que solicitan empleo, aunque en el último año y medio la oferta ha caído en un 50% como resultado de la inseguridad y de la crisis económica. Los patrones piden cada vez más requisitos para contratar a alguien, pero también exigen que esa persona haga más cosas por menos dinero.
En el año 1998, cuando se realizó el primer Congreso de Trabajadoras del Hogar en Bogotá, Colombia, nació la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (Conlatraho). Ahí se acordó que cada 30 de marzo se conmemorará el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar y se aprobó que nunca más serán llamadas empleadas domésticas.
La lucha a nivel mundial no ha parado, pues en junio de este año esperan que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) emita una serie de recomendaciones a todos los países miembros sobre el trabajo digno, para que las naciones elaboren instrumentos que mejoren la situación precaria de las trabajadoras del hogar.
LAS CIFRAS EN EL PAÍS
Una actividad muy importante
1 millón 816 mil mujeres y 226 mil hombres son trabajadores del hogar. Como comparativo, hay un millón 818 mil varones oficinistas, un millón 653 mil maestros, así como un millón 706 mil vendedores ambulantes.
542 mil de las trabajadoras labora en modalidad de “planta”; el resto lo hace de entrada por salida.
31.21% de las trabajadoras cuenta con la primaria terminada y 21% terminó la secundaria o llegó a nivel medio superior.
80 y 100 pesos es el salario promedio al día de las que trabajan de entrada por salida; y de dos mil 300 pesos al mes es el salario de las de planta.
FUENTES: Conapred, Instituto Nacional de las Mujeres, Colectivo Atabal, Inmujeres del Distrito Federal, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2008 y Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar.
FRASES
Mi trabajo inicia a las 8:00 y termina a la medianoche, tengo una buena patrona, me trata bien. Cada año me incrementa el salario
Carmen Andrés Guzmán, trabajadora del hogar.
La nueva reforma laboral que promueve el PAN no contiene aspectos que mejoren nuestra calidad de vida
Creo que falta voluntad política, hay una resistencia en el Poder Legislativo para adoptar una perspectiva de derechos humanos y de no discriminación
Marcelina Bautista, directora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH).
Trabajan más de 40 horas semanales en casa
La tasa de participación laboral femenina en México corresponde a 45% frente a 81% para hombres. Además de que la población masculina dedica en promedio 9.5 horas semanales al trabajo doméstico y las mujeres 42.5, informó el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
El organismo detalló que la inserción de las mujeres al mercado de trabajo en el país “se ha incrementado constantemente en las últimas décadas”, a pesar de que no se ha generado un cambio similar en la redistribución de la carga de tareas domésticas.
A través de un comunicado, la dependencia explicó que de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las tasas de participación son más altas para las mujeres jóvenes, en plena etapa reproductiva y una mayor carga de cuidado infantil, llegando a 55% para aquellas que tienen entre 25 y 34 años.
Dijo que el “masivo ingreso” de las mujeres a la fuerza de trabajo responde, “a las necesidades de los hogares de contar con el aporte económico de la mujer y al nuevo papel de la mujer en la sociedad”.
Esta mayor participación laboral, agregó el Inmujeres, ha tenido efectos en la economía nacional, la disminución de la pobreza y el bienestar de los hogares, así como para la autonomía personal de las mujeres.
Detalló que “las mujeres son siempre las encargadas del trabajo doméstico, sean amas de casa o trabajen remuneradamente. Las mujeres mexicanas que realizan trabajo extradoméstico tienen una carga semanal de trabajo doméstico de casi 34 horas”.
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