En la ciudad de Leogane a 17 kilómetros de Puerto Príncipe, Julio García, voluntario del campamento de jóvenes dominicanos y haitianos “Kiskeya Action”, y Mirla Hernández, feminista, denunciaron la corrupción que priva en el flujo de la ayuda humanitaria para el pueblo haitiano, que viene del exterior y la tardanza en su reparto.
En el marco de la campaña que la organización internacional “Pan y Rosas” desarrolla en distintos países de América Latina y el Caribe, en solidaridad con las mujeres y el pueblo de Haití, los activistas dijeron a Pan y Rosas México, que a más de un mes del terremoto que devastó a Haití, se preparan “movilizaciones masivas contra la ineficiencia del Estado haitiano, una ineficiencia que ha existido desde siempre pero que ahora es más evidente”.
Detallaron que las organizaciones han mantenido el flujo de ayuda, pero ha existido mucho ‘cuello de botella’ provocado tanto por el Estado haitiano como por las Organizaciones No Gubernamentales (OGN) es decir, que la ayuda tiene que pasar por muchos ‘controles’. Hay mucha corrupción y robo.
Acá, en República Dominicana, por ejemplo, se perdieron unos contenedores. Claro que estos hechos no son los que salen a la luz en los grandes medios, precisa Julio y agrega Mirla: "Supimos de algunas movilizaciones de gente que estuvo protestando para que se distribuya la ayuda; pero, tomando en cuenta cómo se manejan los medios, eso no lo han publicado.
Julio comenta que en el campamento de los jóvenes dominicanos y haitianos en el que él colabora, ayudan a más de dos mil personas, pero que el ritmo con que llega esa ayuda ha bajado. ¿Dónde está, entonces, todo aquello que va llegando a la isla? No duda en responsabilizar a los controles militares de acaparar y distribuir a su antojo.
"Todos los cargamentos grandes los están controlando los militares: la comida, el agua, el control de la construcción de mercados… ¡todo!" Y también denuncia los operativos montados por las tropas norteamericanas: "En nuestro campamento vimos que, para ‘entregar ayuda’, se realizó un despliegue militar parecido a las escoltas de Obama, iban tres camionetas Hummer, cada una con unas 6 personas, todos fuertemente armados y un posicionamiento territorial espectacular para crear un ambiente de hostilidad, de guerra. ¿Para qué? ¿Para un pueblo hambriento?"
Pero no sólo las tropas que ocupan militarmente Haití son repudiadas por Julio y Mirla, sino también las organizaciones que vienen a lucrar con la tragedia.
Mirla dice que "muchas organizaciones vienen a hacer mérito para ganarse los patrocinios; sólo a eso. Y luego, con los presupuestos obtenidos, dedicarse a vivir bien, a costa de decir ‘ayudamos a haitianos’. Cuando la alternativa debe ser que sean ellos (el pueblo haitiano) los que decidan, los que levanten su país.
Con nuestra ayuda, pero ellos al mando." Julio agrega que, "además, estas organizaciones repiten el discurso de que los daños del terremoto son algo ‘natural’, cuando todos sabemos que las consecuencias del fenómeno natural en Haití fueron más profundas por la pobreza que ya había en el país.
Este sismo no hubiese tenido las mismas consecuencias ni siquiera en República Dominicana. El colmo es que hay niños que están muriendo deshidratados, cuandmucha de la ayuda que llega es agua.
Mirla destacó la importancia de seguir denunciando la situación y de levantar la voz para que los capitalistas y las empresas que, históricamente han saqueado Haití, sean los que ahora se hagan cargo. Además de pronunció a favor de que sea condonada la deuda de Haití y que el Fondo Monetario Internacional no les implante nuevos préstamos.
También es necesario levantar la voz para que salgan las tropas de Haití, porque es claro que tienen la intención de invadir y explotar al país. Por eso es muy importante la campaña que hace Pan y Rosas, porque hace una denuncia clara de las que ningún grupo se ha atrevido a hacer, porque se han enfocado en el asistencialismo.
En Leogane, donde se registró el epicentro del terremoto, miles de personas quedaron sepultadas bajo los escombros. Ahí el 90 por ciento de los edificios fueron destruidos y, como la ayuda se concentra en la capital haitiana, los sobrevivientes de la tragedia, se ven obligados a esperar más de lo humanamente posible por víveres, agua, atención médica…
Y continúa el recuerdo de las palabras de Mirla… "sigamos levantando la voz, porque tienen que irse las tropas". Aquí ya nadie cree que son necesarios tantos equipos militares, tantos miles de soldados y armas de fuego para brindar "ayuda humanitaria" a un pueblo que, antes de este terremoto, ya sabía que la peor catástrofe era el dominio imperialista.
* Periodista mexicana, enviada especial de la ONG Pan y Rosas
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