La novelista y ensayista francesa Simone de Beauvoir, nacida el 9 de enero de 1908, compañera sentimental del escritor y filósofo Jean Paul Sartre, fue una de las más importantes impulsoras del movimiento feminista, al que dedicó una gran parte de su creación.
Nacida en París, en el seno de una familia burguesa católica, desde joven dio muestras de inconformismo y se convirtió en una joven comprometida con su género, negándose a aceptar el destino de la mujer como madre y esposa únicamente.
En 1929 conoció a Jean Paul Sartre en la Universidad de la Sorbona, con quien se unió estrechamente, hecho al que definió como “el acontecimiento fundamental de mi existencia”.
Siendo ambos profesores de filosofía, mantuvieron una relación afectiva e intelectual hasta el último día de vida del famoso filósofo existencialista.
Juntos llevaron a la práctica una serie de principios basados en su concepción de la mujer y de la pareja.
Jamás se casaron ni vivieron bajo el mismo techo, permitiéndose cualquier tipo de relación y realización fuera de su trato como pareja.
Beauvoir entró a laborar en 1943 como redactora de la revista Tempes modernes, dirigida por el propio Sartre. En ese año escribió La invitada, en el que exploró los dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual.
La libertad, eje de su obra
La idea motriz que abarca toda la obra de Beauvoir es precisamente la libertad, tanto para las mujeres como para cualquier individuo, concepto que según ella, implica al mismo tiempo la noción de responsabilidad.
Dichos temas son abordados en famosas obras suyas como La sangre de los otros (1944) y Los mandarines (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt, máximo galardón literario de Francia.
Las tesis existencialistas, según las cuales cada uno es responsable de sí mismo, se introducen también en una serie de obras autobiográficas, entre las que destacan Memorias de una joven de buena familia (1958) y Final de cuentas (1972), obras que, según la crítica, ofrecen una visión muy reveladora de su vida y su tiempo.
Entre sus ensayos destacan El segundo sexo (1949), un análisis sobre el papel de las mujeres en la sociedad; y La vejez (1970), sobre el proceso de envejecimiento y en el que critica la actitud de la sociedad hacia los ancianos. También La ceremonia del adiós (1981), en el que evoca la figura de Jean Paul Sartre.
Su filosofía, el existencialismo y su compromiso político de izquierda entraron en crisis ante los horrores provocados por la II Guerra Mundial. La novelista murió el 14 de abril de 1986 en París, Francia.
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