Rebelión
La participación de las mujeres en las luchas sociales en Bolivia no es reciente. Desde el siglo XVIII las mujeres han sido partícipes e inclusive protagonistas de movilizaciones y gestas revolucionarias para lograr cambios en la sociedad; del mismo modo en el periodo independentista, por ejemplo, heroínas como Juana Azurduy de Padilla han sido fundamentales en nuestra historia.
En el siglo XX, mineras, campesinas e indígenas, dan continuidad a las luchas en pos de la justicia social para los sectores relegados. Luego activistas, feministas y organizaciones de mujeres en las últimas décadas, orientan las reivindicaciones hacia el logro del ejercicio pleno de los derechos sociales, económicos, culturales y políticos de las mujeres, notándose avances importantes en la participación femenina en la vida política, sobre todo en el último periodo, con el incremento histórico en el porcentaje de mujeres que integran la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Como resultado de la incidencia política de las agrupaciones de mujeres, en la nueva Constitución Política del Estado se refleja también adelantos significativos, cuya instrumentalización en Leyes y su respectivo cumplimiento es el desafío que le toca asumir al segundo mandato de Evo Morales Ayma, que tiene a favor una amplia mayoría en la Asamblea Legislativa.
Otro avance en el campo de la participación de la mujer en política es la asunción de la primera mujer, en nuestra historia, a la cabeza del Senado: Ana María Romero, ex defensora del pueblo y firme defensora de los derechos humanos se constituye en una esperanza para alcanzar logros en materia legislativa que favorezcan a las y los bolivianos, pero sobre todo se espera también que agilice la aprobación de leyes en beneficio de la población femenina, que en Bolivia representa algo más del 50 por ciento y cuya mayoría continúa sufriendo las consecuencias de la injusticia social y la pobreza.
En el siglo XX, mineras, campesinas e indígenas, dan continuidad a las luchas en pos de la justicia social para los sectores relegados. Luego activistas, feministas y organizaciones de mujeres en las últimas décadas, orientan las reivindicaciones hacia el logro del ejercicio pleno de los derechos sociales, económicos, culturales y políticos de las mujeres, notándose avances importantes en la participación femenina en la vida política, sobre todo en el último periodo, con el incremento histórico en el porcentaje de mujeres que integran la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Como resultado de la incidencia política de las agrupaciones de mujeres, en la nueva Constitución Política del Estado se refleja también adelantos significativos, cuya instrumentalización en Leyes y su respectivo cumplimiento es el desafío que le toca asumir al segundo mandato de Evo Morales Ayma, que tiene a favor una amplia mayoría en la Asamblea Legislativa.
Otro avance en el campo de la participación de la mujer en política es la asunción de la primera mujer, en nuestra historia, a la cabeza del Senado: Ana María Romero, ex defensora del pueblo y firme defensora de los derechos humanos se constituye en una esperanza para alcanzar logros en materia legislativa que favorezcan a las y los bolivianos, pero sobre todo se espera también que agilice la aprobación de leyes en beneficio de la población femenina, que en Bolivia representa algo más del 50 por ciento y cuya mayoría continúa sufriendo las consecuencias de la injusticia social y la pobreza.
Mientras tanto, los problemas que aquejan a un gran porcentaje de las mujeres bolivianas continúan siendo la pobreza, la violencia psicológica, física y sexual, la discriminación en razón de género, el tráfico y trata de personas, la mortalidad materna e infantil que figura entre las más altas de América Latina, el Vih. que según datos de algunas organizaciones “se ha feminizado”, es decir, que hay un aumento de casos de SIDA en mujeres, entre otros se constituyen en desafíos que tienen hombres y mujeres del actual gobierno, además de avanzar hacia la presencia paritaria de mujeres y hombres en los próximos periodos eleccionarios, misma que deberá traducirse no sólo en la ocupación de espacios de poder, como un fin en si mismo, sino que se espera que la participación femenina en estos espacios se traduzca en acciones concretas que contribuyan a superar las condiciones de vida de la gran mayoría de las mujeres, que aún están limitadas, por diversos factores, para ejercer sus derechos fundamentales en el naciente Estado Plurinacional.
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