jueves, enero 07, 2010

Las mujeres entran con fuerza en el 2010...

Por Mariela Pérez Valenzuela
Apenas comienza el 2010 y ya las mujeres de América Latina juntan fuerzas para defender su derecho a la vida y a la paz en la región, ensombrecidas por los tambores de guerra procedentes de Colombia.

En los últimos días del año recién concluido, una noticia recorrió los medios de prensa, en principal los alternativos, es decir, los que informan y analizan los problemas reales en que viven sumidos más de 500 millones de personas en esta multicultural región.

Las notas de la prensa mundial dan cuenta de una convocatoria que no puede esperar, y que fue presentada en Colombia por el Movimiento Social de Mujeres contra la Guerra y por la Paz.

La exhortación es clara: ese Movimiento y muchas otras organizaciones de mujeres y sociales se han unido para que a partir de la organización, la movilización y la palabra se reflexione sobre la crítica situación del conflicto armado y social que viven los pueblos de América, y en especial el de Colombia.

Este gran movimiento femenino comenzó en los últimos días de diciembre a movilizar a sus pares para reunirse en Bogotá, la capital colombiana, entre los días 16 y 23 de agosto de 2010.

Es ese país suramericano, donde se escuchan los tambores de guerra desde las siete bases militares cedidas en el 2009 por el presidente Álvaro Uribe a Estados Unidos, uno de los territorios más peligrosos para una eventual confrontación con otro pueblo hermano de la región.


La cita bogotana, según sus organizadoras, comenzará con una acción humanitaria en distintas regiones de la nación anfitriona, seguido del Encuentro de Mujeres, y será clausurada con un mitin multitudinario y una vigilia por la vida y la soberanía.

Cuando se hace un análisis de la actual situación en América Latina puede observarse la preocupación entre las masas femeninas por su futuro y el de sus hijos, pues es este grupo social uno de los más vulnerables en cualquier sociedad.

Son ellas las que mas sufren la militarización de los territorios, que ponen en peligro incluso la libertad ciudadana de los pobladores cercanos.

Los enclaves norteamericanos, como ocurre en otros países, pone también en riesgo la integridad física de las mujeres. Junto con los soldados y sus equipos llega lo que los jefes militares norteamericanos llaman "los entretenimientos", entre ellos las casas de prostitución a la que muchas nacionales son obligadas a integrarse.

Además de que constituyen un medio para el control político y social de los pueblos y gobiernos latinoamericanos, en especial aquellos cuya ideología no coincide con la del imperialismo, las bases no fomentan precisamente empleos para la población civil, y mucho menos para las mujeres.

En realidad, y así lo indican experiencias en otros Estados, aumenta el número de casos de asesinatos de jóvenes, algunas de ellas porque se han negado a complacer a los foráneos, cuyos días francos los pasan en borracheras y haciendo desmanes.

No puede olvidarse jamás la humillación que marines yanquis infringieron al pueblo cubano cuando un marine yanqui se encaramó en lo más alto de la estatua del Héroe Nacional, José Martí, y orinó la sagrada figura situada en el Parque Central de La Habana.

A las mujeres, como también ocurría antes de 1959 en la base naval de Guantánamo, territorio usurpado en la parte oriental de la Isla, muchas cubanas fueron forzadas a prostituirse, o eran sometidas a otros tipos de violencia por los soldados extranjeros, que trataban a la población del lugar como seres de tercera categoría.

En Colombia, la guerra interna entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los gobiernos de turno desde hace más de dos décadas ha agudizado la violencia, la pobreza y la desigualdad.

Las mujeres colombianas que viven en las zonas más apartadas del país se ven obligadas a desplazarse de las zonas de conflicto.

En la convocatoria al Encuentro Internacional de Mujeres se responsabiliza a la guerra y sus estragos de los males sociales, psicológicos, económicos y físicos en que viven una buena parte de las colombianas.

"Sobre las mujeres, precisa el texto, recaen los efectos perversos, entre ellos los feminicidios y las desapariciones, además de la responsabilidad por el sustento familiar frente a un Estado que no ofrece los servicios básicos y prioriza los presupuestos a proyectos militaristas".

En momentos en que América Latina lucha por la unión y la paz más que nunca, las denuncias del presidente venezolano Hugo Chávez sobre una eventual agresión colombiana apoyada por Estados Unidos pone al descubierto la posibilidad de un agravamiento en la situación de las masas femeninas.

De ahí que la urgente movilización lanzada por las organizaciones, movimientos y grupos sociales internacionales hacen mirar de manera profunda hacia la tierra de Uribe, un político que se ha convertido en el peón principal de Estados Unidos en la región.

No hay comentarios: