jueves, noviembre 05, 2009

Televisión: Novelas muestran falsa imagen de mujeres colombianas

Por: Alba Trejo
Ellas, de caras bonitas, altas, delgadas, reducidas cinturas, esculturales caderas y pechos voluptuosos. Ellos, en cambio, poco atractivos, gordos o flacos, mal vestidos, pero con mucho dinero y desempeñando un papel de machos dominantes, casi propietarios de las vidas de esas mujeres.

A ellas las representan como seres tontos, comprables, utilizables y ambiciosos, provenientes de familias pobres casi todas. Ellos son los narcotraficantes triunfadores, propietarios de lujosas mansiones y cuyo dinero es utilizado para obtener cualquier cosa, incluso esas mujeres hermosas cuando así lo disponen.

Así es el prototipo de las colombianas que las telenovelas provenientes de aquel país del sur de América Latina exportan a Guatemala.

Desde hace un año, las producciones de esa nación lograron abrir un espacio en los canales locales, con telenovelas cuyo argumento central es el tráfico de drogas, mujeres prefabricadas y el poder de los narcotraficantes.


Primero, con la serie Sin tetas no hay paraíso, un título chocante para la conservadora sociedad de esta nación centroamericana y que basa sus principios morales en la religión católica. Luego, la segunda versión de nombre más recatado, Sin senos no hay paraíso, mostrando a niñas desesperadas por conseguir un cuerpo perfecto para agradar a los poderosos capos.

"Novelas como Sin senos no hay paraíso nos presentan la imagen de hermosas mujeres, en su mayoría pobres, relegadas a objetos sexuales de potentados del narcotráfico y el crimen organizado", destacó a SEMlac Orlando Blanco, al frente de la Secretaría de la Paz de la Presidencia de la República.

"Exaltan una imagen de ignorancia, incapacidad y ambición de riqueza, dispuestas a jugar el papel que les determinen o compren sus hombres, hoy más que nunca se les relega al papel de mercancías", puntualizó Blanco.

Actualmente, la novela que se transmite en el país es Cartel de los Sapos y se exhibe a la población en un horario familiar, sin censura de escenas de sexo, ni de los episodios de decapitados y baleados.

Analistas coinciden en señalar que esas producciones colombianas sólo demuestran la falta de valores que prevalecen en la sociedad, además de reforzar y reproducir los estereotipos de cuerpos de jóvenes dispuestas a satisfacer el placer masculino a toda costa.

Hilda Morales, activista de los derechos de la mujer, precisó a SEMlac que este tipo de producto televisivo se enmarca en la profusión de antivalores que, lamentablemente, se utilizan con el ánimo de lucro en derechos de la mujer, la niñez y la juventud.

Incluso, señala que sería bueno iniciar una campaña contra este tipo de novelas que fomenta el uso de las mujeres como objetos sexuales.

Hace año y medio, grupos de derechos femeninos, la Red de la No Violencia contra las Mujeres y la Fundación Sobrevivientes, liderada por Norma Cruz, lograron que se retirara de la publicidad callejera la promoción de zapatos denominada "Están de muerte", de una famosa cadena internacional, que ilustraba su campaña con fotos de pies de mujeres aparentemente asesinadas.

Promovían el desmedro de la violencia contra las mujeres, rememora Morales.

Una parte de la población entrevistada, que ha visto algunos episodios de estas novelas, coincide en que estas producciones que llegan a Guatemala se convierten en una escuela para los jóvenes acerca de cómo involucrarse en el narcotráfico o cómo transportar la droga. Y para las niñas, en una forma de aprender a ganarse la vida de forma sucia.

Blanco lo reafirma al indicar que, en el fondo, las producciones colombianas, que son transmitidas en la televisión local, llevan mensajes nocivos para la sociedad, pero fundamentalmente en contra de la dignidad de las mujeres.

Sin embargo, impedir que las imágenes lleguen a la población es casi imposible, pues en este país de 14 millones de habitantes, la televisión local llega a por lo menos seis millones de guatemaltecos que no cuentan con recursos económicos para rentar señal de televisión satelital y, por tanto, no tienen opción de acceder a otro tipo de programación.

Ana Silvia Monzón, directora de una radio feminista, expresó a SEMlac que los efectos de exponer a niñas y niños a esas imágenes estereotipadas, sin ninguna explicación que haga contrapeso, contrarresta los esfuerzos de todas las mujeres que luchan por cambios culturales y simbólicos.

Pero Gustavo Berganza, periodista y columnista, no lo ve así, al considerar que el problema con estas telenovelas no es si van a promover una actitud distinta en la sociedad hacia los hechos que narran, sino la gran receptividad que tienen en las audiencias.

"Si no hubiese esa predisposición de los televidentes por este tipo de productos, pues probablemente la carencia del rating (porcentaje de audiencia) no los haría rentables y, en consecuencia, no los producirían", admite.

En Guatemala, este fenómeno de favoritismo de la audiencia hacia esas producciones ocurre debido a que la pobreza que afecta a seis millones de habitantes ha obligado a familias completas a involucrarse en el negocio de la droga, distribuyéndola al menudeo o bien transportándola de un lugar a otro.

Según la Policía Nacional Civil, este país es puente para el traslado de cocaína, lo que deja sus secuelas en esta nación centroamericana. De ello no se libran las mujeres.

"Aquí ellas no son requeridas por los narcotraficantes, como en las novelas colombianas", destaca a SEMlac la fiscal de delitos contra la vida, Blanca Lily Cojulún. A ellas las utilizan para el narcomenudeo o como correo.

Cojulún no cesa de repetir que de cada 10 mujeres asesinadas en esta nación, al menos la mitad participaba en el tráfico de droga.

El Instituto de Ciencias Forenses detalla que la mayoría de los cuerpos femeninos ingresados a la morgue tienen disparos en partes vitales, una forma muy particular del narcotráfico de acabar con la vida de una persona.

Los carteles provenientes de México, como el del Golfo y Sinaloa, se han instalado en Guatemala para dirigir sus acciones sobre la droga que proviene de Colombia. Y las autoridades que combaten el narcotráfico aseguran que en 2008, de los 6.200 asesinatos ocurridos en el país, 40 por ciento ha sido atribuido al narcotráfico.

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