Las niñas guatemaltecas suelen tener hijos más temprano de lo que mudan dientes. Desde los 10 años de edad ellas ya conocen qué es una sala de parto y el significado de recuperarse del dolor de una cesárea.
Los defensores de los derechos humanos ven este fenómeno social como un problema que ocurre a puerta cerrada, y lo atribuyen a los incestos y abusos del padre, el tío o el abuelo dentro de casa. Otros, como los fiscales del Ministerio Público (MP), están convencidos que son secuela del alto índice de violaciones sexuales en esta nación.
En tanto, los expertos en educación sexual lo perciben como la falta de conocimiento del sexo y sus manifestaciones, lo cual —apuntan— genera desórdenes sociales.
Lo cierto es que en este país centroamericano de 14 millones de habitantes, con una población infantil de cinco millones de niños y niñas, la infancia tiene partos prematuros.
En Guatemala, las niñas menstrúan entre los 10 y 13 años, y según la encuesta de Salud Materno Infantil de 2006, 26 de cada 100 mujeres ha tenido su primera experiencia sexual entre los 13 y 15 años.
Un amigo, un novio o un compañero, son las personas con quienes, según señalan las adolescentes en el sondeo, sostuvieron la primera relación. Pero también fueron víctimas de violación sexual, porque el abuso sexual infantil también forma parte de ese perfil. Así, dos de cada 10 mujeres lo han padecido antes de dejar la primaria.
Asustadas, rechazadas y discriminadas por su familia, las niñas adelantan cinco años su madurez uterina y con ello, elevan el índice de natalidad al llegar a los 20 años cuando —de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística— ya tienen dos o tres hijos.
Un estudio realizado en el 2006 por el Instituto Guttmacher, denominado "Maternidad temprana: un desafío constante", determinó que en Guatemala por cada 1.000 mujeres hay 114 nacimientos cada año. En la región el número es de 80 por cada 1.000.
Bebés que nacen de madres de 10 años de edad han dado la alerta al Ministerio de Salud de que cada año los embarazos son más tempranos. No es normal que al menos 1.000 niñas de 14 años hayan sido madres en 2008. O más grave aún, que 300 pequeñas de 13 hayan formado parte de las mamás de este país.
A Edilzar Castro, de la Asociación Pro Bienestar de la Familia (APROFAM), se le hace difícil aceptar que al menos 74 niñas de 12 años de edad y 19 pequeñas de 11 años estuvieran en una cama de un hospital público sufriendo dolores de parto.
¿Pero qué está fallando en esta nación que forma parte de los 17 países con alto riesgo reproductivo a nivel mundial?
APROFAM considera que el problema radica en la educación sexual, e incluso menciona la oposición de las escuelas a enseñar el tema de sexualidad y métodos anticonceptivos en la adolescencia.
Castro, jefe de mercadeo, expresó a SEMlac su preocupación porque adolescentes entre 15 y 16 años dieron a luz 9.000 niños en los 10 meses transcurridos.
Y Dalila de la Cruz, jefa del departamento de educación de APROFAM, no sale del asombro al saber que siete niñas de 10 años de edad entraron a las salas de parto en los últimos días.
Afanosos, buscan que se reduzca el número utilizando programas que enseñan a las niñas y niños desde los 11 años la responsabilidad que implica ser padres.
Un chaleco que simula los síntomas del embarazo y un muñeco inteligente que tienen que llevarse a casa por dos días las y los niños para darle pacha (biberón) por la madrugada, son el instrumento para demostrarles que aún no están preparados para ser padres.
Sin embargo, los embarazos en las niñas no sólo es cuestión de educación sexual. Ana Gladys Ollas, de la Procuraduría de los Derechos Humanos de la Mujer, dice a SEMlac que es consecuencia de los hogares donde los incestos forman parte de la violencia intrafamiliar.
También el chantaje sentimental repercute en los embarazos prematuros.
La funcionaria advierte que los sitios de donde proceden la mayoría de las niñas embarazadas son lugares pobres en donde las pandillas las envuelven sentimentalmente y las embarazan. Pero también las violan no uno, sino hasta cinco o seis individuos y de ahí vienen las consecuencias, agrega Ollas.
También en presidios ocurren estos hechos. La funcionaria comenta que las niñas son llevadas a las cárceles para ser violadas como consecuencia de las extorsiones a sus familias que no tienen con que pagar los chantajes, y ofrecen a sus hijas a cambio.
En este país, los más pobres son también los ciudadanos más vulnerables. Con apenas un dólar para subsistir, un hogar integrado por cinco hijos también tiene que someterse a las extorsiones de las denominadas pandillas que requieren de ellos y pagan entre 50 y 1.000 dólares, según sea el caso.
Actualmente, la Policía Nacional Civil estima que existen 70.000 mareros (pandilleros) viviendo en los cinturones pobres del país y que se dedican a extorsionar a la población que cada vez es más pobre.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, existen seis millones de pobres y un millón de habitantes en extrema pobreza en Guatemala.
Palmadas, reprimendas, golpes, quemaduras, encierros y prohibiciones son las formas de castigo que han sufrido las niñas desde pequeñas por sus padres o un familiar, señalaron en la encuesta de Salud Materno Infantil en el 2006. Esa violencia intrafamiliar ha contribuido a que las pequeñas busquen afecto y sean engañadas.
En este país, 22 de cada 100 guatemaltecas fueron golpeadas por sus padres antes de cumplir los 15 años, lo que las motivó a buscar un refugio sentimental.
Leonel Dubón, que dirige la Fundación de la Niña, explica que los embarazos prematuros también hace que las niñas y su familia prefieran deshacerse de los bebes, antes de hacerle frente a la situación. Cuando Dubón habla de 'deshacerse', se refiere a abortos clandestinos y a darlos en adopción.
Zenaida Escobedo, encargada del área de género del Organismo Judicial, señala que en el país se practican alrededor de 65.000 abortos clandestinos al año. En cuanto al tema de adopciones, las niñas llegan a vender a los bebés hasta por 600 dólares a casas clandestinas dedicadas a la trata de personas para adopciones irregulares.
La Organización Panamericana de la Salud señala que más de 800.000 mujeres en el mundo y más de 800 en Guatemala, mueren anualmente por causas asociadas al embarazo y parto, entre ellas los abortos involuntarios, la desnutrición y muerte materna.
Dalila Velásquez, ginecóloga de la Clínica de Atención al Adolescente del Hospital San Juan de Dios, explicó que la mayoría de jóvenes que atiende resultan embarazadas sin haberlo planeado, y que el promedio de inicio de relaciones sexuales es a los 13 años.
Reportes del gobierno indican que los embarazos en menores de 19 años se registran con mayor incidencia en las niñas indígenas, ya que el 64 por ciento de ellas se casa siendo adolescentes.
Las mujeres mayas son las más pobres, y suelen tener hasta 10 hijos al término de su vida, ya que en la cultura indígena el uso de preservativos en los hombres y de anticonceptivos en las mujeres suele ser mal visto.
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