No hay buenas relaciones entre el feminismo y el Derecho, así, escrito con mayúsculas, en referencia al cuerpo legislativo de un Estado o de una comunidad concreta. Las actitudes se combinan desde una profunda desconfianza hacia las normas, pasando por una crítica implacable por lo que supone de normativa sexista o masculina, hasta llegar a considerar al sistema jurídico como un mal padre que pretende proteger a las mujeres, lo que conduce a un paternalismo que, como todos, resulta autoritario, cuando no extremadamente represivo.
Sin embargo, las apelaciones al Derecho y a los derechos, no son sólo infrecuentes, sino cada vez más constantes en muchos ambientes feministas. Incluido el llamado al sistema penal, y por tanto a la punición más pura y dura. Miles de mujeres agredidas, desatendidas, en precario, que sufren injusticias, invisibilizadas, ninguneadas,… acuden esperanzadas al mundo del derecho para solucionarsus problemas. La transformación de los temas o problemas sociales en asuntos legales es casi inmediata. Pareciera que el derecho tiene solución para todo.Cualquier reivindicación, queja, o demanda aspira a convertirse en una normativa concreta que especifique y regule cómo se materializa el ejercicio de tal derecho.Es lógico pensar esta ansiedad en el feminismo llamado oficial o institucional,p ues casi es una justificación de sus flamantes puestos y profesiones. Más difícil es aceptarlo en movimientos feministas reivindicativos y radicales, que desconfían, y con argumentos certeros, de todo lo que sea el sistema de poder y su entramado jurídico-institucional.
Realiza Carol Smart (1994) una interesante llamada de atención sobre este fenómeno o estrategia que supone dar al derecho un lugar especial en la resolución de problema sociales, lo que contribuye, además de al otorgamiento de más poder, a extender el “alcance imperialista del derecho”, utilizando el término como “proceso de legalización de la vida cotidiana que en los países occidentales desarrollados se ha hecho cada vez más visible… la idea de que todo problema social tiene una solución legal se ha convertido en una cuestión aceptada, y cuando el derecho fracasa en la solución se propone más derecho para encubrir las deficiencias del derecho existente”.
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