Preguntarse qué aportan las teologías feministas latinoamericanas al conocimiento, la crítica y la superación de la economía neoliberal globalizada desafía desde varios aspectos. Dentro de las teologías feministas, la latinoamericana tiene varios perfiles, lo cual, a pesar de que dificulta la posibilidad de tener una mirada única, enriquece y obliga a definir personalmente el lugar desde donde habla cada una de nosotras. Esta dinámica diferente de hacer teología vivencia procesos de cambio de una a otra construcción teológica, en la medida en que es respuesta para hoy, y deja la puerta abierta a nuevas propuestas para otros momentos de la vida y para otras formas de hacerse las preguntas fundamentales del ser humano.
Mis reflexiones están orientadas desde la teología ecofeminista porque ese es el lugar desde donde hoy se dan “algunas respuestas” a mis búsquedas y a las de otras mujeres con las que comparto la vida. “El ecofeminismo tiene como intuición fundamental la convicción de que la opresión de la mujer y la destrucción del planeta viene del mismo sistema patriarcal de “poder sobre”, que niega la unión primordial de todo el cosmos... Esto surge de la aberrante necesidad de controlar lo que es diferente, lo que no entendemos. De ser fuente de vida tanto la tierra como la mujer, hemos llegado a ser recurso”. (1)
El hecho de definirme y definirnos (otras/os mujeres y hombres) dentro de esta opción nos ubica en la búsqueda de alternativas económicas y culturales al presente modelo neoliberal globalizado. El feminismo no puede proponer un modo de actuar correcto en ningún ámbito, tampoco en el teológico, porque si lo hiciera sería un discurso ideológico universalista y no una de las propuestas liberadora para todas/os y para el cosmos. Este hecho concreto muestra un proceso y una dinámica de la que no es fácil dar cuenta. Tampoco es fácil tener una mirada única sobre A. L. Lo que en un lugar es visto y sentido como logro, en otro no lo es, o tiene otras formas, pues los contextos obligan a tener una evaluación adecuada a cada situación.
Desde estas conclusiones provisorias, y tratando de comprender el dinamismo de la vida cotidiana en su fuerza transformadora, en sus búsquedas y en sus sueños, comparto esta reflexión. DARSE CUENTA Hicimos una evaluación del año con un grupo de mujeres con las que vengo trabajando desde hace cuatro años. Entre esas preguntas había dos importantes: ¿Qué piensan de nosotras las/os vecinas/os y las otras mujeres? Llegamos a la conclusión de que estas mujeres eran definidas como “peligrosas”, rechazadas por otras mujeres porque no hacían “lo que había que hacer” y porque podían “darse cuenta”. Preguntándonos los por qué de esa definición, descubrimos que abrirse a la diversidad y a la crítica de dogmatismos religiosos, culturales, sociales y económicos era una de las actitudes consideradas peligrosas.
--El método de la sospecha para deconstruir y reconstruir es el camino hacia el reconocimiento de la complicidad con las diferentes opresiones. Es un momento doloroso y transformador en la vida personal y grupal. Es el inicio de cuestionarse y cuestionar, proponerse y proponer la diversidad. Como todo tiene relación con todo, el impacto comienza a relacionar lo público con lo privado, lo económico con lo religioso, y viceversa. Conocer, denunciar y proponer alternativas frente a la relación entre religión patriarcal y cultura vigente las hace mujeres que entran en otra dinámica.
--La revalorización del cuerpo y de lo cotidiano como punto de partida, como fuente de verdad, ubica a cada una desde un lugar diferente para buscar respuestas. Descubrir el propio cuerpo perdiéndole el miedo, definiéndolo no sólo como reproductor, permitiéndose hablar de placer y no de espíritu, es darse cuenta de que ya no se está a gusto con las certezas que nos han enseñado, porque ellas nos dejan en un segundo lugar que ya no se desea.
--El desnaturalizar la vida de las mujeres como designio de Dios irreversible y mostrar las diferentes construcciones culturales lleva a preguntarse sobre la marginación en el ejercicio del poder. Es descubrir la violencia ejercida en la marginación de la toma de decisiones en la propia vida y en la vida de los seres que las mujeres tenemos a nuestro cargo. Al mismo tiempo que descubrimos que no sólo somos víctimas pasivas sino que, en diferentes niveles, colaboradoras de los sistemas que denunciamos, nos preguntamos cómo podemos cortar nuestra complicidad en la recreación del patriarcado.
--El descubrimiento de la autonomía en las vidas personales y grupales desafía la estrategia que imprime en la vida cotidiana una lógica de mercado total, basado en la dependencia. Se duda y se sospecha de los mandatos divinos y del orden del mundo y, de pronto, se descubre que no estamos solas, que otras (no todas) tienen los mismos cuestionamientos.
--La mayoría de las mujeres jefas de hogar así se las define porque son el único sostén económico-- en sectores populares, tienen la experiencia concreta de la diferencia entre pobreza como subsistencia y miseria como privación. “La pobreza percibida culturalmente no es auténtica pobreza material: las economías de subsistencia que satisfacen las necesidades básicas mediante el autoabastecimiento no son pobres en el sentido de estar privadas de algo. Sin embargo, la ideología del desarrollo las declara de ese modo porque no participan abrumadamente en la economía de mercado y no consumen mercaderías producidas y distribuidas dentro del mercado, aún cuando puedan estar satisfaciendo sus necesidades mediante mecanismos de autoabastecimiento”(2)
-Buscar otras imágenes de Dios, pues las que tenemos no responden a nuestras experiencias vitales, es un salto que se produce casi sin buscarlo. Cuando hablamos del universo como cuerpo sagrado, cuando experimentamos nuestros límites que ponen de manifiesto la relacionalidad, cuando descubrimos que Dios no es ni bueno ni malo, que estos son códigos éticos propios del ser humano y que el mal y el bien están en todas/os, cuando se descubre otra imagen de persona, cuando se intuye otra concepción de la muerte, se abren otras perspectiva para nombrar a Dios como Diosa, Energía, Madre, Padre o Polvo de Estrellas. También así se inician cascadas de inseguridades que pueden asustar o dar libertad. Lo que es cierto es que ya no se puede responsabilizar a Dios de las decisiones personales y sociales.
SEGUIR SOÑANDO
Rosemary Radford Ruether dice en su libro Gaia y Dios: ”Debemos tener claro que la vida no será plena de una vez por todas en algún milenio estático del futuro. Encuentra su plenitud una y otra vez, en cada renovación. Permanecer arraigados en el amor por nuestras comunidades reales de vida y por Gaia, nuestra madre común, nos puede conceder una pasión tranquila, una pasión que no se consume en una temporada sino que se renueva sin cesar”(3) Comparto en la reflexión de María Arcelia González (economista) la pregunta sobre los criterios y los límites de las palabras “utilidad”, “eficiencia”, “necesidad”, “deseos”, “consumo”, todas ellas de modelos económicos y utilizadas también con igual significado en las religiones.
Hace falta abrir interrogantes frente a toda certeza: ”Para continuar donde estamos cerramos los ojos a la corrupción, que se da en todos los niveles e instituciones, como sino existiera. Engañar, competir, mentir, eliminar, robar disfrazadamente, hacer de cuenta, es la ley que rige la moral del mercado y hasta cierto punto de las iglesias aunque no se reconozca públicamente... ¿No sería el reconocimiento personal y colectivo de nuestra complicidad con las diferentes opresiones, de nuestra dificultad de acoger el respeto a la diferencia, el derecho de la prójima y del prójimo, el primer paso para volver a sentir la belleza de la vida en nosotras/os?”(4) Este es mi tiempo, mi aporte y el de quienes por este camino diferente queremos soñar para construir la ternura cotidiana. Participar en la feria del trueque, intercambiar hojas de tilo por flores de lavanda, comprar huevos de los gallineros comunitarios, compartir encuentros de bioenergética, vivir celebraciones al aire libre, acariciarnos con nuestros nietos permite soñar con una América Latina sustentable. “Pero no es nada fácil y admito que en muchas cosas soy un fracaso rotundo”.- (1) Este artículo a ha sido escrito para la publicación fruto del III Encuentro de ASETT(Asociación de teólogas y teólogos del tercer mundo) actualmente en preparación coordinado por Elsa Tamez y modificado para esta oportunidad.-
(1) Mary Judith Ress, “He encontrado algunas respuestas en el ecofeminismo”, Conspirando, Revista Latinoamericana de ecofeminismo, espiritualidad y teología. Nº 23,Marzo,1998,Chile, pág. 35.
(2) Vandana Shiva, El desarrollo, la ecología y la mujer”, Mujer y Medio ambiente, México: CIDHAL, 1993. (En Conspirando Nº 11, Marzo, 1995,pág 45)
(3) Rosemary Radford Ruether, Gaia y Dios: una teología ecofeminista para la recuperación de la tierra, México: Demac, 1993, pág.279.
(4) Ivonne Gebara, Intuiciones ecofeministas: ensayo para pensar el conocimiento y la religión, Uruguay: doble clic, 1998, pág. 128.
No hay comentarios:
Publicar un comentario