Como verdaderas actoras de cambio, mujeres víctimas de horrendos crímenes en Colombia se levantaron y organizaron desde hace 12 años.
Sin que la guerra haya cesado, exigen solución jurídica y civil a múltiples agravios, piden al gobierno la aplicación de leyes especiales y diálogo para la paz. Con su testimonio y sus recuerdos, abrieron 144 causas judiciales documentadas como prueba y exigen verdad, justicia y restitución inmediata a sus derechos y a su integridad.
Son mujeres del pueblo, que aprendieron a hablar con un nuevo lenguaje. Del dolor han sacado fuerza para construir nuevos espacios de convivencia. Así crearon en un paraje, a 40 kilómetros de Cartagena, La Ciudad de las Mujeres, con viviendas construidas a pulso, pintadas con colores vivos, cimentadas en la esperanza y el anhelo.
Sin que la guerra haya cesado, exigen solución jurídica y civil a múltiples agravios, piden al gobierno la aplicación de leyes especiales y diálogo para la paz. Con su testimonio y sus recuerdos, abrieron 144 causas judiciales documentadas como prueba y exigen verdad, justicia y restitución inmediata a sus derechos y a su integridad.
Son mujeres del pueblo, que aprendieron a hablar con un nuevo lenguaje. Del dolor han sacado fuerza para construir nuevos espacios de convivencia. Así crearon en un paraje, a 40 kilómetros de Cartagena, La Ciudad de las Mujeres, con viviendas construidas a pulso, pintadas con colores vivos, cimentadas en la esperanza y el anhelo.
Del coraje levantaron un observatorio de violencia de género, una coordinación para la agenda de justicia, y con poderío han instituido un sistema de ayuda mutua; han creado una metodología de recolección de datos para probar el tamaño y profundidad de las violaciones a sus derechos humanos, como significado de la guerra y la inestabilidad política y social.
Para muchas —y es sorprendente ver cuán jóvenes son— no existe otro modo de transcurrir que la resistencia, porque no han conocido la paz. Sólo la guerra y el miedo. Nunca han tenido otra experiencia.
"Como decidimos no callar fue necesario sobrevivir acorraladas, vigiladas por una 'escolta' y caminar a salto de mata, porque los criminales 'nos acosan'", dijo a SEMlac Patricia Guerrero, fundadora de la Liga.
Recordó cómo en La Ciudad de las Mujeres, un día, se incendió el centro de reunión y capacitación que habían erigido, sin que hasta ahora se conozca a los responsables del siniestro. Explicó que hace 12 años se agruparon en la Liga de Mujeres Desplazadas y, desde entonces, no cesan en procurar el diálogo y la paz, la alianza con otras mujeres.
Hasta Cartagena llamaron a un grupo de mujeres latinoamericanas para agregar a sus caminos la instauración de una Red de Apoyo entre Mujeres por la Justicia (REMJUS). Sin ambages, dirigentas, pobladoras, militantes de su liga y profesionales del derecho, la psicología y el magisterio mostraron sus heridas, sí, pero también sus alternativas de vida, en medio de un país todavía ahogado entre las armas, la persecución y el miedo.
Causas abiertas
La Liga de mujeres desplazadas de Colombia tiene abiertas 144 causas judiciales de mujeres que vivieron desplazamiento forzado, violaciones sexuales, intimidación, esclavitud sexual, pérdida de sus recursos y otros agravios, como resultado de una guerra de 40 años.
Para no olvidar, para dar solidaridad y acompañamiento, como testigos y garantes de esas causas judiciales, se puso en marcha hace dos semanas la REMJUS, a la que se sumaron feministas de Costa Rica, Chile, Guatemala, México, Filipinas, Argentina y Serbia, durante una jornada internacional en esta costa del Caribe.
Patricia Guerrero explicó que el desplazamiento forzado se ha convertido un arma de una guerra donde intervienen los distintos actores en Colombia: militares, paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes y caciques, lo que ha significado una decidida resistencia, que encabezan las víctimas de ese desplazamiento.
Eidanis Lamadrid, quien vive en la ciudad de las mujeres, situada en el Municipio de Turbaco, contó a SEMlac cómo la construcción de su casa, luego de perderlo todo, le dio nuevo aliento. Ella es coordinadora de la Agenda de Justicia de Género y también pertenece a la Red Nacional de Víctimas.
Ana Luz Ortega, lideresa de la Liga de Mujeres Desplazadas, quien se dedica ahora a orientar psicológicamente a un grupo de víctimas, contó que hace nueve años fue forzada al desplazamiento, y cómo llegó a conocer sus derechos; cómo se tuvo que levantar e iniciar un proceso de vida.
En la liga, según los testimonios, existen mujeres desplazadas desde 1990 hasta 2008. El 93 por ciento de las agrupadas denunció al desplazamiento como una violación a sus derechos, a través de las personerías municipales, de la Defensoría del Pueblo y ante la Procuraduría de Justicia. En todos los casos hay impunidad.
Violencia sexual y de género
Las causas abiertas, sistematizadas por las propias víctimas, señalan que 50 por ciento de las desplazadas estaban embarazadas cuando fueron obligadas a dejar sus pueblos, sus comunidades, sus casas, sus espacios. Muchas abortaron, por eso consideran que en la convulsa Colombia se ha perpetrado aborto forzado.
El 30 por ciento sufrió lesiones durante el embarazo y 20 por ciento fue víctima de amenaza de violación sexual.
En el departamento de Bolívar, donde está encalvada Cartagena de Indias, desde finales de la década de los noventa existe una alta concentración de cultivos ilícitos y en el norte, en las zonas costeñas, también hay contrabando y comercialización de alcaloides, a la vez que existe un corredor de movilidad no despreciable para las estructuras armadas.
El 36 por ciento de las mujeres que reportaron haber sido víctimas de amenazas las recibieron de guerrilleros y paramilitares; el tres por ciento, únicamente, fue amenazada por el ejército regular.
Sus testimonios hablan de pánico, ocasionado en el marco de enfrentamientos entre grupos guerrilleros y paramilitares; algunas recuerdan cómo fueron tomados sus pueblos, cómo los violentos, con botas y encapuchados, de todos los diversos actores en la guerra, violaron sus casas, irrumpieron su intimidad.
También documentaron el delito de destrucción de sus bienes por el ejército, la guerrilla, los paramilitares y consideraron delitos contra la libertad individual porque al menos el uno por ciento de las mujeres fueron reclutadas a los grupos en guerra.
Otras relatan que fueron secuestradas y recibieron maltrato físico y torturas. Algunas fueron obligadas a dar servicio sexual, principalmente a los guerrilleros.
Los aportes
El documental de trámites, iniciativas, idas y venidas por espacios internacionales, relaciones con agencias de apoyo económico y trabajo diarios, es enorme. A decir de la directora de Isis Internacional de Chile, Ana María Portugal, una de las garantes y testigas internacionales, las mujeres colombianas han abierto un libro de conocimientos sobre lo que es vivir en la guerra, como mujeres.
Buscadita Roa, de las abuelas de Plaza de Mayo, ofreció durante los días de reunión, algunas claves para lograr un poco de justicia: "resistir, no callar, tocar todas las puertas, no desfallecer", dijo, al recordar que durante 30 años ella ha buscado a los desaparecidos en Argentina.
Fueron Angélica Marina López y Yolanda Aguilar Urízar, de Guatemala, quienes, en el mismo día del encuentro para declarar la apertura de la REMJUS, en un taller de intercambio y participación, abrieron una rendija a la sanación y así se solidarizaron.
Yolanda dice que sanar es una responsabilidad personal y colectiva. Es, afirma, la única manera de construir relaciones de paz con nosotras mismas, con el entorno que nos rodea y en la sociedad en la que vivimos. Por ello, siempre que las mujeres hemos vivido y hablado del dolor, hemos hablado también de la justicia.
La guatemalteca, quien fue co coordinadora del proyecto Actoras de Cambio en Guatemala, donde se recuperó la memoria histórica de las víctimas, dijo que, en ese camino, el nacimiento de REMJUS-Causa Abierta es un paso en el avance de las mujeres para intercambiar experiencias y generar solidaridades.
Katerina Anfonssi, de Radio Internacional Feminista, propuso producir, en voz e imagen, cientos de testimonios que hagan posible que la Causa Abierta prospere, como mensaje de paz.
Ana María Portugal recordó lo que dijo Swanee Hut, fundadora de la iniciativa mundial Mujeres Construyendo la Paz: "es hora de cambiar la imagen de los trajes oscuros de las mesas de negociación de paz en el mundo por una más colorida, ya que parece que sólo los hombres están involucrados en resolver las guerras", a lo que, por cierto, no responden.
En la reunión se concluyó que el mensaje de la Liga de Mujeres Desplazadas de Colombia es buscar la paz duradera, la ejecución de las resoluciones de la ONU en ese sentido y la solidaridad internacional como prefijo, para que la Causa Abierta tenga éxito. La REMJUS iniciará una campaña de inmediato, se informó.
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