Por Marilys Suárez Moreno
Vilma Espín, Haydée Santamaría, Gloria Cuadras, Asela de los Santos, María Antonia Figueroa… son nombres con historia, que sustentaban su alegría de existir en la lucha y que en más de una ocasión burlaron a la muerte.
Muchas, como Vilma, (la inolvidable presidenta de la FMC), Haydée (heroína del Moncada), Gloria Cuadras y María Antonia Figueroa, (revolucionarias de larga data), mujeres cuyas historias se remontan a cuando usaban medias cortas y uniformes de estudiantes, y que ya no nos acompañan hoy, pero viven eternamente en la memoria de la Patria
Todas ellas, tejieron una hermosa página de heroísmo durante el levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, cuando la juventud santiaguera con las armas en la mano, se lanzó a las calles y demostró con su bravura su fervor patriótico y su entrega a la lucha revolucionaria.
El levantamiento formaba parte de la táctica concebida para desarrollar la estrategia del reinicio de la guerra contra la tiranía, elaborado por Fidel en México y tenia como objetivo que las fuerzas de la dictadura batistiana concentradas en los cuartes de la región oriental y fundamentalmente Santiago de Cuba, no pudieran derivar sus tropas hacia el lugar donde se realizaría el desembarco.
Un grupo de jóvenes integrantes del Movimiento 26 de Julio, dirigido por el audaz y capaz Frank País, jefe Nacional de Acción del Movimiento, asesinado a los 22 años, el 30 de julio de 1957, y otros y otras valiosos combatientes de la clandestinidad dispusieron la insurrección armada que debía apoyar el desembarco del Granma.
Desde el cuartel general en la Loma del Intendente, Frank dirigió todo el alzamiento, acompañado por su estado mayor y otros dirigentes del Movimiento, entre los que se encontraban Armando Hart Dávalos, Vilma Espín Guillois. María Antonia Figueroa y Gloria Cuadras, entre otros revolucionarios complotados.
Según relataría luego María Antonia Figueroa, el día anterior Frank se reunió con un grupo de dirigentes en la residencia de ella. Estaban también Haydée Santamaría, Armando Hart, Gloria Cuadras y compañeros de diferentes provincias. Con anterioridad, Frank le había pedido a Gloria que le consiguiera una casa para el acuartelamiento. La casita estaba en Punta Gorda, un reparto aislado de Santiago de Cuba.
A las siete de mañana del 30 de noviembre comenzaron los combates. Aquella mañana memorable el pueblo santiaguero vería por primera vez el uniforme verde olivo en medio del fragor de la batalla.
Vilma Espín, protagonista de la epopeya cubana por la segunda y definitiva independencia y participante activa de los hechos, recordaría vívidamente los pensamientos que bullían en su mente. “La preocupación y la ansiedad por Fidel y los compañeros que creíamos arribando a nuestras costas, el cuidado por cumplir eficientemente las misiones a mí encomendadas por Frank y, sobre todo, la intensa emoción que nos embargaba, genuina euforia motivada por saber que aquel día podíamos ofrendar la vida a la Patria”.
La combatiente Gloria Cuadras, rememoraba después del triunfo las veces en que cayó presa y los días de acuartelamiento en el Estado Mayor del Movimiento, sede de la operación. Para ella, el recuerdo del inseparable compañero se mantenía omnipresente.
“Frank planeaba muchas veces las acciones en mi casa; era frecuente pasar por delante y verme charlando o tejiendo con un grupo de mujeres, las ventanas y la puerta abiertas de par en par. Lo que nunca sospecharon era que en las habitaciones del fondo, Frank y los demás preparaban bombas y todo tipo de artefactos propios de la lucha clandestina”
Asela de los Santos, otra de las participantes en el alzamiento y muy vinculada a Vilma y a Frank, con quien formó parte del núcleo inicial que integró el Movimiento 26 de Julio, valoró con justeza los sucesos de aquella jornada heroica en la que hombres y mujeres y la ciudad de Santiago de Cuba se convirtieron en el primer punto avanzado de la retaguardia en que se transformó luego todo el pueblo de Cuba.
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