martes, enero 27, 2009

Antipatriarcado

El capitalismo no inventó el patriarcado, obviamente. El propio Engels sitúa el origen de la opresión de las mujeres en el surgimiento de la propiedad privada de la tierra y del ganado. Es cierto que el capitalismo transforma las relaciones patriarcales, al igual que la existencia previa del patriarcado determina importantes aspectos del sistema capitalista.

Ambos sistemas son clasistas y probablemente sea el patriarcado la primera forma de clasismo, muy bien aprovechada siglos después por el capitalismo, hasta el punto de que se hallan tan estrechamente interrelacionados que difícilmente se puede concebir o explicar un sistema sin el otro, pero esto no implica que deban teorizarse como una sola cosa. Son dos sistemas independientes que se refuerzan y determinan cada uno por el otro.

Aclarar que no debemos entender antipatriarcado como un ataque hacia el hombre sino al poder institucionalizado del hombre hacia la mujer y sobre los hijos. Entender el patriarcado y el género como una construcción social: no se nace hombre o mujer sino que se aprende a serlo. El patriarcado no es una cuestión fundamentalmente ideológica, no es sólo un elemento más de la superestructura capitalista. El patriarcado es un sistema de explotación y opresión de las mujeres por los hombres. Estos se apropian de trabajos y servicios producidos por las mujeres. Y constituye también un elemento del modo de producción: la producción y reproducción de la gente. El patriarcado ha desarrollado históricamente una enorme capacidad de adaptación al desarrollo económico y en la etapa del capitalismo establece una alianza muy ventajosa para ambos sistemas que se entrelazan como las hebras de una cuerda hasta parecer una misma cosa, alcanzando ambos mediante el pacto una fortaleza difícil de doblegar. Como tal sistema, tiene su propia ideología, subsumida en muchos aspectos en la ideología del capitalismo y viceversa.

Al igual que el capitalismo extrae la fuerza laboral durante un tiempo mayor del que paga y se apropia del producto, los hombres se apropian del trabajo de las mujeres gratuitamente o a cambio del sustento (aunque ese sustento varíe mucho según la clase social del hombre concreto de que se trate). Estructura similar de explotación del capitalista y el trabajador y del hombre y la mujer. Engels afirmó con acierto que en la familia el hombre ejercía el rol del burgués y la mujer el del proletario.

No podemos obviar los beneficios económicos que el patriarcado ha brindado a lo largo de su historia, y sigue haciéndolo, al capitalismo; no es casualidad que sea este beneficio económico una de las causas que sostienen este sistema patriarcal. El trabajo que tradicionalmente se ha asignado a la mujer orientado en la esfera de lo familiar y doméstico ha hecho que las mujeres realicen un trabajo y un bien social no remunerado y poco reconocido, además de recluirlas en el ámbito privado de la familia: una actividad que las mujeres realizan de manera “natural” guiadas por un “instinto” que favorece de manera no casual al sistema económico capitalista. Esta situación ha mantenido a las mujeres en un segundo plano, fuera de los movimientos sociales y de la vida pública. Para mantener esta estructura desigual el capitalismo ha apelado a los sentimientos e instintos naturales, lo que ha complicado que la mujer comience a ser parte de la lucha por su emancipación, culpabilizándola de ir en contra de su propia naturaleza por romper con las estructuras que mantienen la base y el orden social imperante del sistema capitalista: la familia entendida desde el concepto tradicional de la misma.

Nosotras hoy día sufrimos una doble explotación, la del capitalismo y la del hombre.

En el trabajo, el capitalista nos explota como al obrero, pero además nos paga menos por ser mujer; pero por si fuera poco, ascender puestos para nosotras, es una tarea casi imposible, lo que se suele denominar “techo de cristal”. En una sociedad machista solo se nos considera adecuada para los puestos más bajos.

En el hogar, continúa nuestra explotación, es la mujer la que, en la mayoría de los casos, cuida a los hijos, limpia la casa, compra, cocina, lava, etc. cuida ancianos y enfermos. Y en algunos casos consigue que el hombre, como un “favor” y porque es “muy apañado”, ó “progre”, le eche una mano, lo que ellos dicen “colaboro en la casa”.

Es una desigualdad a menudo justificada como natural e innata. Por ello, mujeres y hombres debemos luchar conjuntamente para acabar con el patriarcado. Las mujeres somos las protagonistas de este proceso de liberación, pero no debemos olvidar que el hombre forma parte de esta estructura y que, siendo el principal beneficiario del sistema patriarcal, está también encorsetado en una definición estrecha y limitante.

Nosotras queremos dejar claro nuestras reivindicaciones:

1.- A igual trabajo, igual salario.

2.- Se asciende en los puestos por méritos reales, no por los genitales.

3.-Las tareas en la casa se deben repartir por igual, de manera equitativa, y no con “colaboraciones espontáneas”, y “ocasionales”.

4.-Los hijos y ancianos o enfermos, son de ambos y por tanto, también se comparte el trabajo a realizar para ellos.

5.- Para ayudar a ambos y no solo como se dice a la mujer, exigimos, guarderías, colegios, centros de día para ancianos, residencias, etc. Todo ello gratuito y adaptado a las necesidades familiares.

6.-Por supuesto reivindicamos la “paternidad responsable” y para ello exigimos que los hijos que se tengan sean los buscados y deseados. Por tanto medios anticonceptivos y aborto libre y gratuito.

7.- La sexualidad es nuestra libre elección, así que entenderemos por familia, el núcleo de personas que voluntariamente, quieren convivir y llamarse así, sin que en ello se tenga en cuenta la heterosexualidad u homosexualidad . Respetándose todos sus derechos. Ya está bien de moral “judeocristiana”, que ha reprimido a tantas generaciones.

8.- Quizás el punto más importante, nuestra lucha va encaminada a lograr el Comunismo, pasando por un periodo socialista donde se logre una verdadera igualdad de clase y de género. Pero esta lucha por el comunismo debe ir en paralelo a la lucha antipatriarcal, no caemos en el error de pensar que tenemos que esperar al socialismo para arreglar el tema “patriarcal”, los hechos han demostrado que en países donde triunfó el socialismo hace muchos años (ejemplo Cuba), siguen teniendo que luchar contra el “machismo en el hogar”. Tampoco queremos caer en el feminismo a “ultranza” y olvidarnos de nuestra lucha por el comunismo, ambas luchas se complementan. Desde hoy, cada día , en el trabajo, en el hogar , en la calle, en nuestra organización , las mujeres y hombres que forman Iniciativa Comunista, seamos un ejemplo de igualdad y de lucha antipatriarcal.

9.- Para poder conciliar la vida familiar y laboral, así como para realizarnos como personas es imprescindible una jornada laboral intensiva de 35 horas semanales máximo, de momento. Tendiendo a ir reduciéndola con los adelantos técnicos y la incorporación de toda la población al trabajo. Así como un trabajo fijo y con un sueldo digno que permita cubrir todas las necesidades.

Los compañeros han de reconocer que los hombres gozan de privilegios a costa de las mujeres y que esos privilegios deben desaparecer, para empezar demos ejemplo en nuestras propias filas, mujeres y hombres compartamos todas las tareas políticas y de ocio, a la par, en nivel de igualdad.

Debemos asegurar que el socialismo por el que luchamos mujeres y hombres, es el mismo socialismo, sin clases y sin géneros.

Para luchar contra el patriarcado, se ha de empezar por revisar nuestras propias creencias y actitudes en un esfuerzo de permanente revisión y superación. No podemos luchar por el fin del capitalismo y de todas sus formas de explotación manteniendo una estructura desigual que implique el sometimiento, la dominación y el control en relación a hombres y mujeres.

La formación y la revisión continua son indispensables para conseguir el objetivo de la emancipación, así como para terminar con las estructuras materiales e ideológicas que mantienen la desigualdad de género; y no se trata de masculinizar a la mujer para que esta adquiera el mismo valor del hombre, sino de romper con las construcciones y estructuras sociales que definen lo que debe ser un hombre y una mujer.

>La lucha contra el patriarcado es fundamental y no podemos conseguir plenamente la victoria del socialismo, como hemos dicho, sin conseguir esta última. Una victoria de la clase obrera no implica necesariamente el fin del patriarcado. Por ello esta es una lucha única y primordial que a través de sus avances dará duros golpes a la base ideológica y material del capitalismo así como el avance en la lucha socialista dará lugar a un facilitamiento en la consecución del antipatriarcado.

Hay que trabajar desde dentro de nuestras organizaciones con estructuras igualitarias sin distinciones entre géneros, dando lugar a las variables individuales siempre enriquecedoras.

Hace ya tiempo que esta lucha está en marcha. No podemos creer que es una lucha de segundo orden o complementaria a otras: es una lucha que esta dentro del núcleo de todas las demás, que nace desde nosotros/as mismos/as y que implica lo que somos y lo que queremos ser.

Debemos participar y estar presentes en las reivindicaciones y movimientos que luchan por cambiar los diferentes aspectos de la sociedad patriarcal que mantienen la desigualdad de género.

Como organización debemos implicarnos en esta lucha y contribuir con el análisis marxista a entender mejor la función que cumple la construcción social del género dentro del capitalismo. Desde nuestra organización, queremos mostrar nuestra más firme voluntad ,de luchar contra cualquier tipo de discriminación. Los órganos sexuales no pueden determinar la vida de ningún ser humano.

En la historia la mujer siempre ha sido invisible y, por tanto, reivindicamos la memoria histórica de las mujeres.

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