Más de cincuenta mil mujeres y trans
marcharon por las calles de una localidad de apenas 100 mil habitantes,
en el marco del Encuentro Nacional de Mujeres 2018. “Qué momento,
a pesar de todo, les hicimos el Encuentro”, cantaron en respuesta a las
agresiones de grupos conservadores y religiosos, con complicidad de la
policía local.
Por Luciana Peker y Mariana Carbajal / Página 12
Desde Trelew
El 33º Encuentro de Mujeres realizó su marcha en Trelew,
desde Irigoyen y Brasil hasta casi la Laguna Chiquichano con una
multitud de mujeres que viajaron desde todo el país para reclamar por
sus derechos. La Patagonia rebelde es feminista. La sede austral fue el
lugar más chico de todas las localidades en que se realizó el Encuentro
(Resistencia, Rosario, Mar del Plata, San Juan, Salta, Mendoza, Tucumán,
Bariloche, Posadas, Buenos Aires, entre otras) en tres décadas y
cumplió con el desafío de ver caminar a más de cincuenta mil mujeres y
trans en una localidad de 100.000 habitantes que recibió a una cantidad
de visitantes equivalente al 50 por ciento de la población el 13, 14 y
(hasta) el 15 de octubre.
El Encuentro se extendió por la aridez patagónica, en donde el
paisaje muestra horizonte, mar, playas y el comienzo de algunas mesetas,
y repartió visitantes por Puerto Madryn, Playa Unión, Dolavon, 28 de
julio, Gainman y Rawson, entre esqueletos de los dinosaurios más grandes
del mundo y el renacimiento de la violencia promovida por grupos
conservadores y religiosos. En escuelas, salones de usos múltiples (SUM)
y sindicatos se alojaron 29.500 mujeres. Además, se abrió un Facebook
solidario para alojamientos compartidos o en casas de familias y toda la
disponibilidad hotelera o turística tenía carteles de camas agotadas.
En el camino hay chicas que fueron estafadas o se les rompió el
colectivo y se tuvieron que quedar en Buenos Aires. Pero, además, la
Gendarmería reviso micros y hubo treinta micros que no dejaron avanzar
en Bahía Blanca. Además, hubo pedreadas contra escuelas en las que se
alojaban integrantes del Encuentro de Mujeres. En la Escuela 793 tiraron
piedras, en un mecanismo para intentar intimidar a las visitantes y
boicotear futuros Encuentros. “Nos tiraron piedras en la escuela cuando
había algunas compañeras y rompieron el caño del agua”, explica Julieta
Greco, de la Agrupación Futura. Las piedras, en algunos casos, fueron
arrojadas por niños y niñas. Pero no se trató de una travesura, sino de
una manipulación hacia la infancia que podría provenir de sectores
religiosos. Cuando una integrante del Encuentro se acercó a una niña
para regalarle una carta que había traído al Encuentro ella se lo
rechazó y le dijo: “No quiero este regalo porque yo amo a Dios y ustedes
vienen a matar bebés”.
La periodista Estefanía Pozzo analizó que la territorialidad de los
sectores evangélicos anti derechos (inflamados por el freno al proyecto
de aborto legal, seguro y gratuito en el Senado) tiene una incidencia
territorial que solo compite con la incidencia federal, política y
territorial del feminismo al que buscan tomar como enemigo. Por eso, el
canto de la marcha surge como una victoria: “Qué momento, qué momento, a
pesar de todo, les hicimos el Encuentro”. Las intimidaciones no
terminaron ahí. Durante la marcha se veía a hombres filmando el paso de
las columnas.
Una de las razones para que el Encuentro se realizara en la Patagonia
fue la desaparición de Santiago Maldonado y la muerte de Rafael Nahuel,
y los carteles pidiendo justicia para ellos se vieron en la marcha en
Trelew. Además, se cantó “ole, ola, que el Encuentro sea plurinacional”,
en consonancia con el reclamo de las mujeres de pueblos originarios que
pidieron que la lucha feminista no sea racista y que derribe las
fronteras. En ese mismo sentido, uno de los cantos que sonó más fuerte
en la marcha patagónica, en donde la criminalización al pueblo mapuche
es uno de los ejes del reclamo, fue “Memoria ancestral, plurinacional”.
Además, la marcha recorrió Trelew con el grito de “Mujer escucha, únete
a la lucha”.
Sin duda, la columna de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y
Gratuito fue una de las más numerosas. Y el reclamo por el aborto legal,
seguro y gratuito, la gran consigna del feminismo en el 2018, fue
reafirmado por el Encuentro Nacional de Mujeres. “Es una derrota
parlamentaria, pero la alianza con las chicas del secundario es una
victoria en sí misma. Las chicas tienen que saber que las derrotas,
aunque no sean tan resonantes, no nos han detenido”, contextualizó la
pionera de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Martha
Rosemberg, en charla con Futurock, apenas unas horas antes de la marcha.
Uno de los factores determinantes del 33º Encuentro de Mujeres fue la
participación activa de la revolución de las hijas con un protagonismo
sub 18 de una masividad inédita y con una gran cantidad de estudiantes
secundarias de colegios como el Carlos Pellegrini, Nacional Buenos
Aires, Julio Cortazar y algunos otros acompañados por algunas madres y
docentes. La columna de secundarias marchó delante de la Federación
Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y atrás de la Central de
Trabajadores Argentinos (CTA) e implica un alto grado de organización de
chicas que todavía, ni siquiera, tienen acceso al voto o a ser
representantes políticas y que tienen que conseguir fondos para poder
viajar, comer y alojarse. Ya no son aleatorias, sino protagonistas de su
propio movimiento en el que quieren discutir y tener voz en sus propias
demandas etarias.
En el 33º Encuentro de Mujeres (que muchas piden que sea llamado
también de lesbianas y trans) se llevaron adelante setenta y tres
talleres en escuelas durante la mañana y la tarde del sábado y el
domingo para tratar las estrategias para el aborto legal; la
adolescencia; el activismo gordo; el trabajo sexual; las mujeres
originarias; el fútbol; el acoso y muchísimos otros temas y se realizó
una marcha contra los travesticidios. El lunes se va a elegir la próxima
sede 2019.
El reclamo por la separación de la Iglesia y el Estado se hizo sentir
más fuerte que nunca con pañuelos naranjas que se sumaron al verde de
la Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito y con cantos y
pintadas contra la influencia de las iglesias en los derechos y deseos
de las mujeres y cuerpos gestantes.
En Trelew, más allá de la reacción de los fundamentalismos religiosos
y la intimidación (o zona liberada) de la policía, Infantería y
Gendarmería, la mayoría de los habitantes sentían que les habían vendido
una película de terror falsa. En los medios de comunicación les dijeron
que venía una horda de mujeres, que compren provisiones, agua y carguen
nafta como si pudiera invadirlas un grupo de alienígenas. “La
televisión no muestra nada, no sabíamos de qué se trataba, tuvimos que
buscar en Internet”, contó, sorprendido, un puestero que vendía lomitos
en la Feria Gastronómica “Al horno el patriarcado” (que es la primera
vez que se realiza), en donde las cajas de chocolates, los budines de
manzana o mandarina, los licuados de moras o daikiris y los choris y
hamburguesas veganas o las viandas de ensalada rusa y pollo compartían
puestos con las visitantes que llegaban hasta las calles en alto para
comer y, también, reproducir formas de economía sorora y feminista.
Además, muchos negocios de ropa tenían a sus manequies con pañuelos
blancos con símbolo del Encuentro en el cuello y otros de chocolate o
bombones daban la bienvenida a las visitantes.
Uno de los reclamos de la marcha fue por la desaparición, en La
Plata, de Johana Ramallo. También se recordó a Michelle Franco, la
concejala lesbiana y feminista, asesinada en Río de Janeiro y a Berta
Cáceres, feminista y ambientalista asesinada en Honduras, víctimas de
femicidios políticos.
El glitter verde y violeta, con el brillo en el rostro, los ojos, la
piel y los cuerpos multiplicados mostró a las mujeres más que nunca,
unidas, diversas, plurales, movilizadas y con capacidad de llegar al sur
y gritar tan fuerte que el desierto no puede hacer desaparecer el
grito.
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