Rebelión Históricamente las mujeres no hubiesen sido avasalladas en su dignidad si, como plantea Eduardo Galeano, Eva hubiese escrito el Génesis y aclarado que no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció nunca ninguna manzana a nadie y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará.
Pero desde el principio de los tiempos los hombres escribieron la historia y condenaron a las mujeres a existir para complacer los deseos de ellos y a cargar con el rótulo de “sexo débil”.
Ahora bien desde la década del 70 del siglo pasado, tiempo en el que Juan Pablo I afirmó que Dios es Padre y mas aún Madre, muchas latinoamericanas comenzaron a sumergirse en la Teología de la Liberación y en el frescor de sus aguas pensaron críticamente su realidad, leyeron como hijas la Palabra de Dios y con ojos, mente y corazón de mujer, lo reconocieron desde su Ser Mujeres. En otras palabras, como dicen las indígenas tzeltales que habitan en territorio mexicano, experimentaron y descubrieron la dulzura de la Palabra de Dios, conociéndola, leyéndola y sacándole esa dulzura.
En palabras de la teóloga Pilar Aquino, las latinoamericanas reflexionaron sobre la vivencia que las mujeres y hombres tienen de Dios en sus prácticas que buscan transformar los sistemas que producen empobrecimiento y violencia contra las personas, con el fin de avanzar hacia nuevas relaciones sociales gobernadas por la justicia y la integridad de vida, en un ambiente cultural libre de dominación patriarcal.
Actualmente, diferentes comunidades latinoamericanas continúan desanudando la compleja trama en la que se encuentra enmarañada la subjetividad femenina e inventan nuevas formas relacionales. Entre estos colectivos se encuentra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional -EZLN- que, del 26 al 30 de mayo, organizará un encuentro en el que se compartirán pensamientos e historias de lucha y resistencia indígenas.
Una de estas luchas esta siendo protagonizada por las rebeldes e incómodas mujeres indígenas del EZLN que, habiendo participado muchas de ellas en comunidades de base adherentes a la Teología de la Liberación, ocupan un rol protagónico en las luchas campesinas ya que comprenden que la historia sin ellas no es más que una historia mal hecha.
Así desde el primer día del levantamiento del EZLN, en enero de 1994, lograron que se proclame la Ley Revolucionaria de Mujeres y, a través de ella, se transformaron en insurgentas y formalmente se reconocieron sus derechos a ocupar cargos de dirección en la organización, tener grados militares en las fuerzas revolucionarias, trabajar y percibir un salario justo, decidir el número de hijos a tener, participar en los asuntos comunitarios, elegir su pareja, recibir educación, etc.
Tal como dicen las mujeres del EZLN, aún falta mucho por hacer y por luchar porque resulta que eso de la dignidad es contagioso y son las mujeres las más propensas a enfermarse de ese incómodo mal. Pero es indudable que con su andar, emancipador y revolucionario, ellas están pariendo nuevas formas de vida insurgentes y libertarias que se propagan a través de las venas latinoamericanas.
(*) El presente texto fue publicado con anterioridad en el Nº 308 la Revista de Información Social y Religiosa Alandar.
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