(SEMlac) La mayoría de quienes concluyen la educación escolar en Bolivia son las niñas y las adolescentes, según los promedios nacionales de las tasas de término a sexto de primaria y de secundaria, calculados por la gubernamental Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE).
Sin embargo, de acuerdo con los datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2012, la cantidad de niñas que asisten a la escuela es levemente menor a la de los niños. En el censo de 2001, la tasa de asistencia escolar masculina era de 81,05 por ciento y la femenina de 78,32; 11 años después estos porcentajes subieron a 83,63 y 83,45 por ciento, respectivamente, de la población total de hombres y mujeres entre seis y 19 años.
Entre 1992 y 2011, la brecha de género en la tasa de término de primaria pasó de 9,7 por ciento a -1,2 por ciento y en la de secundaria de 3,2 a -5,3, ambas favorables a las mujeres. Aunque el periodo evaluado es de dos décadas, la balanza comenzó a inclinarse del lado de las mujeres a partir de 2006 para primaria y 2005 para secundaria, pues antes los varones llevaban ventaja en el acceso y permanencia en la educación escolar.
Por departamentos se observa que más niñas que niños terminan el ciclo primario en los departamentos de La Paz, Cochabamba, Oruro, Tarija y Santa Cruz; por el contrario, la brecha favorece a los varones en Potosí y Pando. En la educación secundaria, en cambio, solo en Pando hay más hombres que mujeres.
Estos datos hacen prever al gobierno que si la tendencia se mantiene, no podrá cumplir con el objetivo tres de las metas de desarrollo del milenio, "con la particularidad de que serían los hombres los que se encontrarían en desventaja respecto a las mujeres", indica el informe de la UDAPE.
Este propósito, de los ocho acordados por los gobiernos de 189 países en 2000, es "promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer".
Los otros objetivos son erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir VIH/sida, paludismo y otras enfermedades, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Sorata, un ejemplo
En los hechos, esta situación se verifica, por ejemplo, en Sorata, capital de la provincia Larecaja, ubicada a 148 kilómetros de la ciudad de La Paz. Cuando la hermana Enrica Asunta Bourdiñon llegó a esta localidad hace más de dos décadas, apenas tres mujeres salieron bachilleres de un grupo de 20 estudiantes; el año pasado, en cambio, fueron 23 mujeres y menos de 20 varones.
Una estudiante explica que la razón de este fenómeno en Sorata está en la minería, actividad que prácticamente está vetada para las mujeres, mientras que para la mayoría de los hombres es una de sus máximas aspiraciones. Y es que la provincia Larecaja posee una inmensa riqueza aurífera en las minas de Guanay, Mapiri y Tipuani.
Así que mientras las adolescentes estudian más, tienen mejores notas y ponen sus expectativas en una profesión, muchos de sus compañeros varones aspiran a lograr ganancias rápidas, incluso bajo el riesgo de enfermar o morir arrastrados por las aguas de los ríos donde buscan oro o de quedar aplastados en derrumbes.
La hermana Asunta, como se conoce a la religiosa que fue directora del colegio Fe y Alegría Juan XXIII, cuenta que en las fotografías de las promociones van identificando a los bachilleres fallecidos y también recuerdan a los que ni siquiera concluyeron la secundaria porque, aprovechando las vacaciones, se fueron a la mina y no volvieron.
La cantidad de mujeres bachilleres sería mayor en Sorata si los embarazos no truncaran las expectativas de las adolescentes. Al menos dos muchachas, a las que les tocaba cursar el tercero de secundaria, no volvieron en 2014 al colegio Fe y Alegría Juan XXIII, porque se convirtieron en madres a los 14 años.
Evaluación de los avances
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, los representantes en Bolivia de ONU Mujeres, Asa Regner; Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Celia Taborga, y Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Marco Luigi Corsi, evaluaron los avances de la situación de las mujeres en el país y los calificaron de lentos, dispersos y desiguales.
Destacaron, en especial, el marco normativo de protección de los derechos de las mujeres que no existe en otros países, como leyes contra la violencia, el acoso político y la trata y tráfico, por ejemplo, aunque también mencionaron que este es un conjunto de disposiciones que no están implementadas y que carecen de presupuesto.
Además, en dos décadas, los avances en salud, mortalidad materna, educación, participación política y lucha contra la violencia han favorecido más a las mujeres urbanas, porque en las áreas rurales, donde se encuentran las más pobres y quienes tienen peores condiciones de vida, los cambios son mínimos.
Todavía mueren dos mujeres al día por complicaciones de parto, aunque la asistencia obstétrica ha subido en 15 por ciento, la mortalidad materna se ha reducido en 47 por ciento y el aborto es la tercera causa de muerte de gestantes.
En 2013 hubo 125 feminicidios, de manera que cada tres días asesinan a una mujer; la violencia sexual es la segunda más alta en la región: cuatro de cada 10 de ellas han sufrido una agresión de este tipo, pero en el 80 por ciento de los casos ni siquiera se ha iniciado un proceso judicial; en los casos procesados solo se ha logrado 0,04 por ciento de sentencias ejecutadas.
En ese contexto, Regner informó que una comisión evaluará en Nueva York los logros de las metas trazadas por la Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing en 1995, y por la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, llevada a cabo en El Cairo en 1994, y sobre esa base diseñará una agenda "post 2015", donde estén presentes las mujeres, ya que el próximo año vence el plazo para el cumplimiento de los ocho objetivos de desarrollo del milenio.
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