Apenas Andrea Echeverri terminó la presentación de su primer disco solista en Buenos Aires, en La Trastienda, en 2005, Kevin Johansen se acercó hasta el camarín para conocerla. Además de cultivar el inicio de una fructosa amistad, el encuentro derivó en la participación de la cantante colombiana en el disco Logo (2007), del artista oriundo de Alaska, en la canción "On My Love, My Love", y más recientemente en su inclusión en la cuarta edición de El Vecinal, el festival latinoamericano que el cacique de The Nada organiza desde 2011, y en el que esta noche, en la Ciudad Cultural Konex, presentará las canciones de Ruiseñora (2012), su nuevo álbum de estudio. "Se ha ido construyendo una amistad, y también tenemos cosas en común folclóricas y modernas", asegura la vocalista de Aterciopelados desde su Bogotá natal. "A veces nos encontramos por ahí, y compartimos escenario. Y gracias a él nació mi relación con Paulinho Moska".
En Ruiseñora, te encargaste vos misma de todo el proceso creativo del disco.
¿Qué fue lo que provocó que, tras todos estos años de legarle esa responsabilidad a tu compañero en Aterciopelados, Héctor Buitrago, comenzaras a tomar las riendas de tu obra?
Es el segundo disco que hago yo misma. Fue un proceso que surgió en Andrea Echeverri Dos (2010), mi álbum anterior. Eso tuvo que ver con que alguna vez una amiga me preguntó si podía ir a cantar al cumpleaños del marido. Le respondí que no porque no sabía hacerlo sola, sino con los músicos que me han respaldado por casi 20 años. De pronto me empezó a dar como una angustia. Héctor tomaba las decisiones a nivel de repertorio y sonido, y, en muchos casos, a él no le gustaban las canciones que a mí sí. Él es más folk que yo, por eso me dejaba afuera las rockeritas. Entonces sentí la necesidad de aprender a producir, de darle rienda suelta a mi independencia, y de llevar adelante un montón de cosas que no hice durante este periodo de desarrollo musical. Si mi anterior trabajo fue el descubrimiento de que podía encargarme de mi obra, Ruiseñora representa la madurez. Creé un espacio sónico interesante, femenino y lúdico.
¿Qué fue lo que provocó que, tras todos estos años de legarle esa responsabilidad a tu compañero en Aterciopelados, Héctor Buitrago, comenzaras a tomar las riendas de tu obra?
Es el segundo disco que hago yo misma. Fue un proceso que surgió en Andrea Echeverri Dos (2010), mi álbum anterior. Eso tuvo que ver con que alguna vez una amiga me preguntó si podía ir a cantar al cumpleaños del marido. Le respondí que no porque no sabía hacerlo sola, sino con los músicos que me han respaldado por casi 20 años. De pronto me empezó a dar como una angustia. Héctor tomaba las decisiones a nivel de repertorio y sonido, y, en muchos casos, a él no le gustaban las canciones que a mí sí. Él es más folk que yo, por eso me dejaba afuera las rockeritas. Entonces sentí la necesidad de aprender a producir, de darle rienda suelta a mi independencia, y de llevar adelante un montón de cosas que no hice durante este periodo de desarrollo musical. Si mi anterior trabajo fue el descubrimiento de que podía encargarme de mi obra, Ruiseñora representa la madurez. Creé un espacio sónico interesante, femenino y lúdico.
Después de que presentaste tu primer título solista en Buenos Aires, era muy extraño verte en vivo, con una formación similar a la de tu banda, pero tocando nada más que tus temas solistas. ¿Eso también cambió?
Luego de ese primer intento con Andrea Echeverri Dos, que lo salimos a tocar con Héctor también, le dimos espacio a nuestra veta solista. En una época intentamos que los tres proyectos estuvieran disponibles, pero no funcionó. Así que decidimos que por un tiempo no hubiera Aterciopelados. Ha sido un proceso súper chévere porque tras tantos años siento que estoy estrenando un montón de cosas. Es estimulante.
Al menos conceptualmente, tus álbumes giran en torno a la mujer. Si el primero apuntaba hacia la maternidad, ¿qué motivó que en el nuevo abordaras la violencia que padece el género?
El machismo está muy presente. No se trata sólo de la violencia contra la mujer a nivel físico, sino esa cosa sexual que está por todas partes. La imagen que muestran de nosotras es fuerte, y alimenta otras. El feminismo suena anacrónico, y me parece que eso está fatal. Son temas que hay que retomar, es una liberación que hay que concretar. El disco va teñido de ese color, y pienso que salió chévere porque es un momento en el que me estoy abriendo espacio e independencia como mujer. Además, mientras lo componía, leí Conversaciones con Violeta, de Florence Thomas, una escritora colombo-francesa que está buenísima. Eso también fue importante.
A pesar de que considerás a tu último álbum como el más rockero de los tres que hiciste, incluiste un reggaetón ¿Cuál fue el disparador de la idea de "Métetelo"? Salió del baile del caño, y de las cantantes de buena figura que graban sus videos ahí. Eso, para mí, es ofensivo y violento. "Métetelo" es un reggaetón con palabras soeces en el que les digo a los hombres que así no nos gusta. El sexo es delicioso, divino y sagrado, pero es para la intimidad.
Si bien la música popular contemporánea colombiana disfruta de un buen momento, lo curioso es que artistas nuevos como Bomba Estéreo, El Frente Cumbiero u Ondatrópica gozan de mayor repercusión en el exterior que en su propio país. ¿No es contradictorio?
La cosa comercial importante son el vallenato, el reggaetón y el tropipop. Se sabe y todo cuánto cuesta sonar en las radios. Es muy triste, ¿no? Sin embargo, hay un par de medios alternativos importantes, que son las estaciones del Estado, y ahí pasan lo que las otras no difunden. A pesar de su crecimiento, las emisoras comerciales grandes se llevan la mayoría del público. Además, la industria está en crisis, lo que nos obligó a los músicos a trabajar de otra manera, lo que también puede ser sano. Si bien es cierto que existe una riqueza musical enorme en Colombia, lo que sale no es tan increíble. Aunque hay cosas chéveres de gente joven, como Bomba Estéreo, que está abriendo caminos. Vamos a ver en qué termina.
Antes de que se celebren las dos primeras décadas del disco debut de Aterciopelados, Con el corazón en la mano, Rolling Stone escogió a Río (2008) como uno de los 10 mejores álbumes del rock latino de todos los tiempos. ¿Te sorprendió la elección?
Está chévere que no hayan puesto a alguno de los que fueron exitosos comercialmente, pues Aterciopelados tiene un recorrido buenísimo de innovación, experimentación y búsqueda. Miro para atrás, y todo fue chévere. El otro día en las redes sociales, Héctor puso que nos íbamos a reunir en 2015. Si queremos crear realmente un espacio para nuestros proyectos solistas, un año o dos para este proceso es muy corto. Así que me parece bien tomarnos ese tiempo.
FUENTE
http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2013/0328/noticias.php?id=90254
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