Pocas mujeres albergan esperanzas de ocupar un puesto en el gobierno de Kenia. La discriminación, las amenazas y las intimidaciones han convertido a la política en un campo minado para ellas.
IPS · Miriam Gathigah (Nairobi)
A pesar de haber adoptado una nueva Constitución con más sensibilidad de género en 2010, cuyo artículo 81 estipula que no más de dos tercios de los miembros de los organismos electivos públicos deben ser del mismo género, los partidos dominados por hombres siguen dejando poco espacio a las mujeres.
Antes, a las mujeres se les permitía postularse para tres cargos en el gobierno: la Presidencia, el parlamento y los concejos barriales. La nueva carta magna permitirá que se presenten para muchos cargos más en las elecciones del próximo 4 de marzo.
Pero “el ambiente no es propicio”, dijo a IPS la líder política Hamisa Zaja, de la sureña provincia Costera.
“Las mujeres siguen siendo atacadas por parte de sus oponentes masculinos”, añadió.
Cuando Vesca Kangongo se postuló para gobernar Uasin Gishu, condado en la occidental provincia de Valle del Rift, sus rivales prometieron que el cargo sería ocupado “por cualquiera menos una mujer”.
Zaja explicó que, además de la actitud negativa de la sociedad hacia el liderazgo de mujeres, los recursos necesarios para lanzar una campaña competitiva excluyen a muchas de la posibilidad de postularse.
“Me retiré de la carrera para gobernadora del condado de Mombasa por parte del Movimiento Democrático Wiper porque no tenía la fortaleza económica que se requería”, señaló.
Para postularse por el partido, Zaja tenía que pagar el equivalente a 1.700 dólares, una gran suma en un país donde, según estadísticas del gobierno, el salario mensual promedio es de unos 250 dólares.
“Esto además del dinero necesario para sostener una campaña efectiva, conseguir vehículos, pagar el combustible, la publicidad, etcétera”, señaló Jacky Mwaura, agente de campañas.
Cuando la candidata presidencial Martha Kaura, de la Coalición Nacional del Arco Iris, anunció que su patrimonio era de 640.000 dólares, muchos se sorprendieron por cómo pudo sostener su campaña, considerando que sus rivales manejaban presupuestos de más de 90 millones de dólares.
“El dinero para las campañas en Kenia viene principalmente de la riqueza personal”, explicó a IPS el analista político Peter Otondo.
“Aunque importantes figuras políticas organizan cenas para recaudar fondos, esto se hace en general para engañar a los votantes y mostrarles que son transparentes y responsables”, indicó.
Pero aun aquellas mujeres que pueden pagar las caras cuotas partidarias deben afrontar una montaña de escollos.
“Las mujeres aspirantes en todo el territorio afrontan muchos desafíos, solo para perder la candidatura al final”, dijo a IPS una funcionaria del condado e Mombasa, ubicado en la provincia Costera, que no quiso dar su nombre.
“La mayoría de las personas aquí conocen a Alice Maitha, esposa del exparlamentario Kharisa Maitha, quien ganó una candidatura para el Senado por el Partido de la Alianza Nacional”, recordó.
La funcionaria señaló que Maitha inicialmente era simpatizante del Movimiento Democrático Wiper, e incluso pagó la cuota de 1.700 dólares para postularse para el Senado.
“Pero, a último minuto, el partido le informó que no contaba con el nivel financiero adecuado y que ‘el Senado no es para mujeres”, reveló a IPS.
Pero Maitha no se desalentó. Rápidamente se unió al Partido Alianza Nacional, donde pagó otros 2.000 dólares para postularse, y así logró ingresar a la lista de esa fuerza política.
Pero sus dificultades no terminaron allí. Según la funcionaria con que habló IPS, Maitha desde entonces ha estado bajo intensa presión para “vender” su banca a un legislador hombre.
El propagado uso de la violencia, que se ha vuelto parte común en la política keniana, es otro serio disuasivo para la participación femenina.
Hace pocos días, una funcionaria electoral murió por las heridas recibidas durante enfrentamientos entre grupos rivales en las últimas elecciones internas de los partidos.
“Las mujeres se alejan de la violencia”, dijo John Ndeta, coordinador de medios del proyecto Iniciativa para la Paz en Kenia, en diálogo con IPS.
Según Ndeta, aunque la Constitución requiere que al menos un tercio de la Asamblea Nacional, esto es, 117 de 290 miembros, sean mujeres, estas deben recorrer “un camino empinado” para llegar allí.
Además, por razones culturales, “los hombres pueden hacer campaña de noche. No se espera que una mujer haga eso. La aspirante mujer se va a acostar pensando que su puesto en el partido es seguro, solo para despertar ante una nueva realidad al día siguiente”, explicó Zaja.
Las mujeres que desafían esas tradiciones afrontan amenazas de violencia física y sexual.
La falta de educación también continúa marginando a las mujeres que aspiran a cargos políticos.
Una de las líderes políticas más populares del país, Margaret Wanjiru, se vio excluida de la candidatura de su partido por carecer de título universitario.
Wanjiru, subsecretaria de Vivienda, siempre ha hablado públicamente de las dificultades que ha atravesado como madre de tres hijos.
“Antes de ser descalificada, Wanjiru era la única mujer candidata en la carrera por gobernador, y tenía un gran número de seguidores”, dijo Otondo.
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