Sin duda alguna la verdadera amistad es un gran privilegio, pero ¿conoces los beneficios que proporciona a la salud tener la amistad de una mujer? La columnista celebra la dicha de contar con buenas amigas y describe estudios que revelan que tanto en hombres como en mujeres es benéfico tenerlas.
Para las Violetas y las Diezcomunicación
Este febrero decidí olvidarme de la política. De las discusiones que empezaron ya en la Cámara de Diputados. De la explosión en el edificio administrativo de Pemex. Olvidarme de las reformas en puerta y del discurso que este 5 de febrero dará el grupo de poder a propósito del aniversario de la Constitución de 1917.
Me lleno de esperanza y pienso que es un mes en el que se celebra el día del amor y la amistad y siempre tengo la necesidad del alma para agradecer a la vida tener muchas amigas, de esas de verdad.
Desecho el concepto teórico llamado sororidad. Me molesta que se use como fórmula de saludo o despido, el sororalmente, el sóricamente sin sentir nada, el deseo sororal, en lugar de quedo de usted atentamente... No me dice nada y en el fondo, según la definición académica y feminista, la sororidad es una propuesta pragmática para construir alianzas, que se realiza por intereses, todos adecuados y fantásticos, pero no tiene que ver con la amistad.
Varios estudios de un par de universidades de los Estados Unidos han llegado a la conclusión de que la amistad entre mujeres es un elemento fundamental para enfrentar nuestra condición de subordinadas en un mundo donde todo se conjuga en masculino. Entre mujeres la amistad produce bienestar y ayuda al desarrollo personal y colectivo. Impacta en positivo a la salud y ayuda a fortalecer nuestra identidad transformadora. Es como la piedra filosofal.
Eso me encanta. Porque ahora haciendo cuentas me percaté de que he perdido a muchas amigas en el tiempo. Como se pierden afectos irremediablemente a causa de la muerte siempre sorpresiva, porque algunas amigas están enfermas, porque otras adquirieron ese terrible mal del cáncer que las desapareció, porque otras se fueron a realizar su vida, porque el tiempo nos separó irremediablemente y porque otras no supieron cómo enfrentar su soledad y se alejaron. Algunas fueron presas de la terrible competencia.
Y así me he dado cuenta del privilegio de la amistad. Tener un círculo de amigas, compartir, hablar, restañar nuestra identidad, confiar, sentir afecto, amor, disposición y cariño, es como haber encontrado un tesoro inagotable para continuar en la vida, a pesar de tantas desgracias, desencuentros, ansiedades diversas y pérdidas irreparables.
Hace algunos años las feministas nos encontramos en esos círculos, que en muchos casos se convirtieron en una urdimbre de amor y respeto, de amistad. Por fortuna conocí lo que llamamos hace tres décadas el pequeño grupo. Desde ahí compartíamos nuestras vidas y armábamos estrategias de sobrevivencia, de acción política, de crear fuerza. Las "expertas" dicen que así nació el feminismo, contra viento y marea y contra todas las ideas y mitos de que entre mujeres no puede haber cariño, solidaridad y finalmente amistad. Hoy hemos demostrado cómo el encuentro entre mujeres, ha sido el eje fundamental para enfrentar al patriarcado.
Esos estudios de los que hablo descubrieron que las amigas contribuyen al fortalecimiento de la identidad y protección de nuestro futuro. Esta relación especial entre mujeres se manifiesta tanto en el ámbito familiar como en el de la amistad de otras mujeres, que puede realmente ser una relación sincera.
La doctora Laura Doria, cuya especialidad es la naturopatía, tiene un artículo súper interesante al respecto. Ella dice que las amigas constituyen un remanso en medio del mundo real lleno de tempestades y obstáculos. Las amigas nos ayudan a llenar los vacíos emocionales de nuestras relaciones con los hombres y nos ayudan a recordar quiénes somos realmente. Después de 50 años de investigaciones -asegura-, se identificó que existen sustancias químicas producidas por el cerebro que ayudan a crear y mantener lazos de amistad entre las mujeres y que pueden ser transmitidos a distancia.
Los investigadores, hombres en su mayoría, se sorprendieron con los resultados de los estudios. Cuando la hormona oxitocina es liberada como parte de la reacción de las mujeres frente al estrés, ellas sienten la necesidad de proteger a sus hijos y de agruparse con otras mujeres; cuando pasa eso, se produce una cantidad aún mayor de oxitocina, que reduce el estrés más agudo y provoca un efecto calmante y curativo.
Esta facultad es usada por las mujeres adelantándose a acontecimientos venideros, como por ejemplo la necesidad de reunir amigas antes de descubrir que se tiene un cáncer, del que ya se está empezando el proceso de curación espontánea, o mujeres que viendo en tv un desastre humano en otro lugar del mundo liberan oxitocina en dosis mayores para "curar" a su entorno familiar o de relaciones inmediatas del estrés, del dolor o de otras situaciones adversas (jaquecas, dolores musculares, hernias, acidez de estómago, etc).
Después de repetidos estudios, se demostró que los lazos emocionales existentes entre las mujeres que son amigas verdaderas y leales, contribuyen a una reducción de riesgos de enfermedades ligadas a la presión arterial y colesterol. Se cree que ésta puede ser una de las razones de que las mujeres vivan generalmente más que los hombres.
Las mujeres que no establecen relaciones de amistad con otras mujeres, no muestran los mismos resultados en su salud. Así que tener amigas ayuda tanto a las mujeres, como a los hombres no solamente a vivir más, sino también a vivir mejor.
Hasta ahí la doctora. Lo cierto es que esos estudios señalan que cuantas más amigas tenga una mujer, mayor es la probabilidad de que llegue a vieja sin problemas físicos, lo que la lleva a experimentar una vida plena y saludable. Eso es exactamente lo que yo vivo.
Encontré un artículo escrito por Martha Patricia Moreno en la Revista Salud y Mujer en noviembre de 2010. Ella psicóloga holística sostiene que la amistad entre mujeres se asemeja a un círculo, donde todas estamos a la misma distancia, donde todas "nos vemos" y nos reconocemos unas a otras, donde compartimos desde la igualdad. Y este es otro de los temas. No puede haber amistad entre mujeres si en lugar de un círculo, nos colocamos en la esfera masculina de las jerarquías. Si condicionamos la relación a los parámetros que aprendimos en el mundo de los hombres.
Martha Patricia Moreno sostiene que cuando las mujeres se unen y se comprometen mutuamente a formar parte de un círculo de amigas, están creando un crisol de transformación para sí mismas y un vehículo que propicia el cambio colectivo.
Sin embargo, para que esto ocurra no basta con ser mujeres, dado que muchas de ellas no confían en otras al verlas como rivales ante los hombres, porque piensan que es una competencia que les quita oportunidades, o bien porque piensan que el género femenino es inferior. Eso también sucede, pero se usa en la ideología dominante para convencernos que no existe la amistad entre mujeres.
Este vínculo entre amigas es un poder invisible. Los círculos de amigas sobre las mujeres que los componen es extraordinario puesto que permite la autoestima, el éxito y el desarrollo del talento, que tiene que ver con el hecho de que nos hayan escuchado y valorado, amado por lo que somos, animado y apoyado para que llevemos a cabo aquello que nos creíamos incapaces de hacer.
Y poco reflexionamos sobre esto. Yo que tengo tantas y tan buenas amigas, soy multimillonaria y tengo una vitalidad que asusta. Seguro otras mujeres estarán de acuerdo conmigo. Las mujeres creamos este hilo de confianza supremo que nos aporta la fuerza para resistir ante la colectividad, todos los embates y las desgracias de nuestro tiempo. Nos da una fuerza extraordinaria para seguir adelante, para hacernos viejas juntas y mantener una conversación creativa.
Así podemos ponernos a tejer, que no es más que la acción de unir diferentes hilos de muchos y distintos colores. Mis amigas son increíbles, no todas son periodistas, no todas compartimos la misma generación, pero encontrarnos en un contacto duradero, aún en la distancia y en haceres bifurcados, nos ha dado muchísimo.
Es bueno saber que desde tiempos inmemoriales las mujeres se reunían para trabajar, pero sobre todo para sentirse acompañadas y contarse en intimidad sus aciertos y desaciertos, y por supuesto como sería el ideal de madres a hijas, recibir consejos y muy diversos apoyos. Para contarse secretos y deshilvanar dificultades. Celebraban la recolección de cosechas y bailaban, cantaban, celebraban la vida.
La explicación de estos estudios señala la enorme diferencia entre mujeres y hombres. Estas nos reunimos para hablar, los hombres se reúnen para hacer. La amistad entre mujeres disminuye el estrés. La famosa oxitocina hace que las mujeres sientan claramente cómo la confianza entre ellas ayuda a "ocúpate y confraterniza", en lugar de la adrenalina que entre los hombres produce una actitud: "huye y lucha".
En febrero quiero poner este acento, en medio de crisis recurrentes en México, en medio del temor que nos acosa, de la indignación que nos produce la injusticia; del asedio contra nuestros derechos. Tener amigas cura, cura de muchas maneras. Mantener a nuestras amigas es todo un reto, significa despojarnos de esas pequeñas y constantes mezquindades que nos produce un sistema jerárquico, de control o que nos envía directamente a la caldera de las vanidades.
Alicia Engler, al comentar el estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), define finalmente que la oxitocina, es una sustancia que amortigua la reacción de pelear y escapar, y a las mujeres las motiva a reunirse con mujeres.
Otras investigaciones demostraron que la amistad femenina reduce el nivel de colesterol, la presión arterial alta y las afecciones cardíacas. Un segundo estudio asegura que entre "más amistades tenían las mujeres, menores eran sus probabilidades de desarrollar impedimentos al envejecer y más posibilidades tenían de disfrutar de la vida". Y se concluyó que "no tener amistades cercanas o confidentes es tan dañino para la salud como el consumo de tabaco o el sobrepeso". Las personas que están solas tienen más riesgo de deprimirse y enfermarse que las que tienen amigas, vínculos o círculos sociales.
Finalmente, creo que estamos inmersas en una cultura donde predomina la envidia que niega al otro, la competencia, la lucha por conseguir éxito, que nos impone la necesidad de hacer muchas cosas generando estrés y dolor y dejando de lado aquello que nos produce verdadero bienestar. En otro momento vale la pena hablar del amor.
Realmente es maravillosa la amistad. Y si nos ayuda a ser felices, cuanto mejor. Feliz, adelantado, 14 de febrero.
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