lunes, enero 28, 2013

La lucha LGTB: cuestión de clase

Jesús Castillo 

En Lucha La opresión contra lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGTB), aunque viene de lejos, actualmente está alimentada por el sistema capitalista y toda su propaganda en defensa del modelo de familia tradicional. Una familia en la que la mujer carga con las labores reproductivas y de cuidados de manera que el estado no tiene que impulsar tantas guarderías, comedores y lavanderías populares, centros para mayores, hospitales, etc. Las personas LGTB somos una amenaza para un modelo familiar tradicional sumido, afortunadamente, en una profunda crisis. De esta manera, la opresión de la mujer y la opresión LGTB están estrechamente relacionadas, y ambas cuentan con un fuerte componente de clase. Así, aunque todas las personas LGTB sufrimos opresión, el nivel de ésta es mucho mayor en el caso de las personas LGTB trabajadoras y con bajo poder adquisitivo, al contrario que las personas LGTB con dinero suficiente para acceder a la liberación comercializada del “mercado rosa” (bares, discotecas, restaurantes, hoteles, agencias viajes, destinos turísticos, tiendas, revistas, saunas, etc).

Sin embargo, a pesar del fuerte componente capitalista en la opresión LGTB, son pocas las organizaciones que enfocan la lucha desde una perspectiva de clase. La mayoría de las ONGs que luchan contra la opresión LGTB lo hacen desde una perspectiva casi exclusivamente asistencial y de concienciación (también importantes), y las organizaciones políticas reformistas la enfocan desde una posición superficial que ve a una “comunidad gay” discriminada en una sociedad homófoba y patriarcal, huyendo de un análisis de clase más profundo.

Combinación

Sin embargo, también hay organizaciones políticas, como En lucha, que al ser conscientes del componente de clase de la opresión LGTB combinamos la lucha contra la opresión con la lucha contra el sistema desde el movimiento de la clase trabajadora. Nos inspiran, de fondo, procesos revolucionarios como la Revolución Rusa de 1917 tras la que se despenalizó la homosexualidad. Las personas LGTB pudieron disfrutar durante algunos años de mucha libertad e incluso llegó a reconocerse algún matrimonio homosexual. Todos estos avances fueron arruinados por los horrores de la contrarrevolución estalinista; incluso, hoy en día, hay partidos comunistas como el griego KKE, en el que no se puede militar si se es abiertamente homosexual. También aprendemos de la fallida Revolución Alemana, en los años 20 y 30, en la que la lucha contra la opresión LGTB fue liderada por parte del inmenso Partido Socialista y el Partido Comunista alemanes. También es un ejemplo de lucha el levantamiento de Stonewall en Nueva York en 1969 contra la represión policial, cuando nació el movimiento LGTB moderno, al enfrentarse en las calles a la policía homófoba durante días.

Un ejemplo más reciente de las potencialidades de la lucha contra la opresión LGTB desde el movimiento obrero es la “prohibición rosa” (pink ban en inglés) que los trabajadores de la construcción en Sidney (Australia) realizaron en los años 70 después de haber frenado con “prohibiciones verdes” (green bans) muchos proyectos constructivos y urbanísticos especulativos en los que se negaban a trabajar. En el caso de la “prohibición rosa” se negaron a reparar un colegio mayor que había expulsado a un estudiante por ser gay. Este ejemplo, nos muestra la fuerza que tenemos la gente trabajadora organizada en sindicatos asamblearios y combativos para luchar contra la opresión LGTB. Sindicatos combativos que deben ser rojos, verdes, morados pero también rosas.

Más recientemente, por ejemplo, activistas anticapitalistas por los derechos LGTB en San Francisco (EEUU) volvieron a hacer brillar el rojo del arco iris al apoyar mediante flashmobs una campaña de boicot a una cadena de hoteles cuyas plantillas estaban en lucha contra altos niveles de explotación .

Las personas LGTB seguimos sufriendo discriminación, despidos, agresiones, asesinatos, condenas, microhomofobia, menosprecio, etc. por nuestra orientación sexual. Las raíces de esta homofobia están en un sistema, el capitalista, que fomenta las desigualdades y las divisiones entre las personas de abajo para mantener los privilegios de las de arriba. Solo podremos darle la vuelta a la situación luchando desde nuestros intereses de clase, con la fuerza que tenemos cuando nos organizamos y actuamos conjuntamente contra la explotación económica, el machismo, el racismo, la xenofobia, la islamofobia y, por supuesto, la homofobia y la transfobia.

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