Mariana Benítez
Aporrea Estamos en presencia de una grave epidemia, las consecuencias mortales de las intervenciones “estéticas” sobre las mujeres (y algunos hombres). Es impresionante el número de mujeres (jóvenes en su mayoría) que en los últimos tiempos están muriendo o siendo gravemente afectadas en su salud producto de los implantes de silicón, los biopolímeros y las liposucciones mal practicadas. Es terrible y escandaloso cuando percibimos cierta indolencia por parte del Estado y los medios de comunicación, es verdad que se han tomado algunas medidas como la prohibición del uso de biopolímeros o el retiro de los implantes PIP, y ciertamente se han difundido algunos contenidos sobre esta problemática en los medios, pero evidentemente estas medidas han sido insuficientes, la impunidad campea a sus anchas y por lo tanto no se logra contener la problemática.
No entendemos como los ministerios de salud y de la mujer no han decretado acciones de emergencia, no se han planteado campañas públicas permanentes para atacar este flagelo, entendemos que hay muchos problemas, pero es evidente que estamos en presencia de un fenómeno sumamente irregular que hay que atender cuanto antes.
A raíz de la muerte de la magistrada Ninoska Queipo Briceño hubo ciertas reacciones, sin embargo, apenas han pasado algunos días y ya pareciese que todo se olvido, todo vuelve a la “normalidad”. Desafortunadamente no han dejado de morir mujeres, se siguen dando casos de terribles infecciones y deformaciones producto de una industria de la “belleza” totalmente irracional y bizarra.
Este grave problema debe ser atendido de forma diligente y debe iniciarse todo un debate en la sociedad en torno a la estética impuesta por las lógicas mercantiles y patriarcales. La mercantilización del cuerpo de las mujeres (y en menor medida de los hombres), la mujer objeto sexual, son problemas que vienen trascendiendo el tema de la alienación ideológica, el impacto de los daños psicológicos, se ha convertido en una lógica que esta matando y mutilando seres humanos.
Los ministerios de la salud y la mujer, la fiscalía de la república, la defensoría del pueblo, deben ponerse al frente de una cruzada que busque erradicar esta terrible problemática. Las clínicas y seudo-clínicas, los médicos y seudo-médicos deben asumir sus responsabilidades.
marianafeminista@gmail.com
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